04 febrero 2015
El Gobierno
modificará su plan de paz para favorecer la autocrítica de la izquierda
abertzale
Apuesta por buscar una “valoración
compartida del pasado” que ayude a acabar con la “división política”
El Gobierno vasco modificará su plan de paz para “agregar”
una línea de trabajo que favorezca la autocrítica sobre la historia del
terrorismo en Euskadi, con especial incidencia en el seno de la izquierda
abertzale. La secretaría de Paz y Convivencia ha constatado que el “peso de un
pasado reciente” marcado por la “injusticia” de la violencia condiciona la
posibilidad de sellar “consensos mínimos” en la arena política, pero también en
otros ámbitos sociales. Los debates en el Parlamento vasco son solo una prueba
de dicha división. En este sentido, el Ejecutivo estudiará a lo largo del
primer semestre de 2015 incluir en su plan de paz un apartado que impulse un
proceso de revisión crítica de lo acontecido en el País Vasco en las últimas
décadas para impulsar «puntos de encuentro» entre las distintas fuerzas
políticas.
Esta nueva iniciativa, aún por definir, fue
adelantada brevemente ayer por el portavoz de Lakua, Josu Erkoreka, durante la
rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno. En el Ejecutivo de Vitoria
son muy conscientes de que la autocrítica no se puede “imponer ni negociar”.
Pero también de que “la valoración compartida del pasado y el logro de acuerdos
básicos son las dos caras de una asignatura pendiente en la política vasca”.
Con la presentación de su plan para allanar el desarme de ETA, el Gobierno
vasco lanzó un mensaje claro, el de que, más allá de las dificultades, no
estaba dispuesto a esperar sentado. En el ámbito de la autocrítica, y por
extensión el de los consensos, ha optado por desbrozar el camino. O al menos
intentarlo.
A finales del pasado mes de diciembre, el
lehendakari, Iñigo Urkullu, reconoció que desde el Ejecutivo se está trabajando
para que “la izquierda abertzale se vea en la ineludible necesidad de ser más
clara” en lo que al dolor causado por ETA se refiere. El jefe del Ejecutivo
autónomo siempre ha defendido que realizar una revisión del pasado es algo que
interpela a todos, aunque ha dejado claro que un sector –en alusión a Sortu–
tiene más cuentas pendientes que otros. Es precisamente la reiterada negativa
de la izquierda abertzale a condenar, rechazar o asumir lo injusto de los
atentados cometidos por la banda terrorista lo que ha frenado en seco la
actividad de la ponencia de paz del Parlamento vasco. PSE, PP y UPyD han
rechazado sumarse a este foro hasta que EH Bildu respete unos mínimos
democráticos. En palabras de la secretaria general de los socialistas vascos,
Idoia Mendia, hasta que “asuma que nadie debió ser asesinado por un objetivo
político”.
En el Gobierno vasco no han escatimado esfuerzos a
la hora de insistir en la necesidad de reactivar la ponencia de paz. Consideran
que es en este foro en el que, más tarde o más temprano, deberán abordarse –y
acordarse– cuestiones relacionadas con la convivencia y la normalización
política en Euskadi. Esta convicción es la que llevó al lehendakari a
comprometerse a “trabajar conjuntamente” con el presidente de Sortu, Hasier
Arraiz, en reformular el suelo ético para intentar recuperar este foro
parlamentario, si bien la ‘pelota’ está ahora en el tejado de la izquierda
abertzale. El gesto de Iñigo Urkullu, no obstante, fue interpretado por la
oposición como el intento de “poner una alfombra” a EH Bildu para que haga
autocrítica “a su manera”. El desenlace está aún pendiente, pero lo que parece
claro es que la imposibilidad reunir a las cuatro grandes fuerzas políticas en
torno a dicho órgano se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza no
solo para el Ejecutivo vasco, sino también para el PNV, que consideran esta
ponencia una prioridad.
Balance “satisfactorio”
La falta de acuerdo político en todo lo relacionado
con la paz en Euskadi –incluido el plan abanderado por Jonan Fernández– ha
obligado al Gobierno a cambiar de estrategia. La Secretaría de Paz y
Convivencia buscará con el paso anunciado ayer nuevas fórmulas para lograr lo
que hasta ahora ha sido imposible en la Cámara vasca. La apuesta por reorientar su plan
de paz hacia la autocrítica se encuentra todavía en fase de reflexión –las
primeras pinceladas podrían darse a conocer en marzo–. El objetivo, a priori,
consistirá en delimitar los hechos del pasado que se estiman deben estar
sujetos a una revisión crítica y apelar a los partidos e instituciones, e
incluso a la sociedad, a asumir su parte de responsabilidad. “La izquierda
abertzale más que nadie”, remarcan.
Esta nueva línea de trabajo se incluirá a modo de
anexo en el plan de paz, del que el Gobierno vasco hizo ayer un balance
altamente positivo. Según los datos que aportó Josu Erkoreka, a 31 de diciembre
de 2014, de todas las iniciativas que componen el plan, 14 se habían cumplido,
4 estaban al 80% y la última se hallaba al 60%. Ésta no es otra que la creación
del Instituto de la Memoria ,
uno de los principales retos del departamento que dirige Jonan Fernández.
Su retraso, según matizó el portavoz, se debe a la
demora en la aprobación de la ley en el Parlamento vasco. Falta por determinar,
sin embargo, el alcance real de algunos de los programas anunciados por el
Ejecutivo. Es el caso, por ejemplo, del plan de reinserción de los presos de
ETA ‘Hitzeman’, que también gira en torno a la necesidad de que, en este caso
los reclusos, hagan autocrítica sobre el daño causado con la vista puesta en su
“resocialización”. Esta iniciativa no tardó en despertar el rechazo de la
izquierda abertzale.
Opinión:
Si bien es cierto que en el “otro
lado del conflicto” también ha habido cierta dosis de dolor, no puede negarse
que quien inició todo esta lamentable historia fue la propia ETA basándose en
unos “argumentos” de tipo político que muy pronto derivaron hacia el terreno
racial, personal y delictivo.
Entiendo que sea difícil mantener
el equilibrio en este tema, entre otras razones porque el equilibrio y la
equidistancia son imposibles pero quizás si en el País Vasco hubiera actuado
constantemente alguna otra banda armada entenderían que el sufrimiento no es
comparable... de hecho, jamás hubo atentado alguno del Grapo y mucho menos de
Terra Lliure, aunque ETA destrozó a cientos de familias residentes en Cataluña.
Con esto quiero expresar que sería
mucho más coherente intentar encontrar los puntos de unión en lugar de los
puntos de separación. Y que quede claro que para mí y para otras muchas víctimas
la banda terrorista ETA está vencida y jamás conseguirá imponer su versión de
lo ocurrido.
Otra cosa es que haya quien se
encuentre a gusto este ambiente de división....
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