23 febrero 2015
Fin
del movimiento anti-ETA
Con el final de Lokarri
desaparece el último grupo vasco de respuesta al terrorismo
Con el anuncio de disolución de Lokarri para
marzo desaparece el último movimiento social de los que creó la sociedad vasca
con la pretensión de acabar con el terrorismo, en este caso por la vía del
diálogo, y certifica el cambio de ciclo en Euskadi. Su coordinador, Paul Ríos,
da por cumplido el objetivo para el que Lokarri fue creada, el final de la
violencia, ya irreversible, y considera que las cuestiones pendientes – desarme
de ETA, reintegración social de los presos y avance en la convivencia- cuyo
logro tiene un tiempo indefinido, corresponden a las instituciones y partidos.
Lokarri surgió en 2006, como una
continuidad de Elkarri, nacida, a su vez, en 1992. Sus principales tareas
fueron su participación como facilitador en el proceso de legalización de la
izquierda abertzale, en febrero de 2011, y en la Declaración de Aiete,
de octubre del mismo año, que propició el cese definitivo de ETA.
Año y medio antes, en junio de
2012, fue Gesto por la Paz, el movimiento social decano contra la violencia, quien se disolvió. Sus
componentes entendieron que con el cese del terrorismo de ETA se había
terminado su función de movilización social en la calle a diferencia de Lokarri
que, en su papel de mediadores, ha prolongado algún tiempo su actividad. Y aún
antes, en 2008, desapareció el otro movimiento social de prestigio, Basta Ya,
surgido del Foro de Ermua, tras el asesinato del concejal del PP, Miguel Angel
Blanco, en 1997. Buena parte de sus fundadores decidieron saltar a la política
y constituyeron UPyD.
La trayectoria de los movimientos
sociales vascos ha sido un fiel reflejo de la evolución de la sociedad vasca
frente al terrorismo. El mismo hecho de que Gesto por la Paz , el primer grupo
movilizador contra el terrorismo etarra, saliera a la calle por vez primera el
26 de noviembre de 1985 es revelador. Para esa fecha, ETA se había cobrado 465
víctimas mortales. Ana Rosa Gómez Moral, miembro de Gesto por la Paz , señala: "Tardamos en
reaccionar porque veníamos de una dictadura y muchos vascos de modo erróneo
justificamos la rebeldía de ETA frente a la opresión. Tardamos en darnos cuenta
de que ya estábamos en una democracia y de que el terrorismo no tenía
justificación posible".
También resulta revelador cómo
Gesto por la Paz
toma impulso con el Pacto de Ajuria, la unidad de todos los partidos
democráticos, nacionalistas y no nacionalistas, contra ETA, firmada en enero de
1988, tras los atentados más graves del terrorismo etarra: el de Hipercor en Barcelona, en juno de 1987, y el del cuartel de la Guardia Civil de
Zaragoza, en diciembre de ese año.
Gesto por la Paz organizó las
movilizaciones del Pacto de Ajuria Enea, como la primera macromanifestación
contra ETA en Bibao, en marzo de 1989. Protagonizó otro hito en la movilización
contra el secuestro del empresario vasco Julio Iglesias Zamora, con el
lanzamiento del emblemático lazo azul, en 1993, que tuvo continuidad con los de
los empresarios José María Aldaya y Cosme Delclaux y del
funcionario de prisiones, José Antonio Ortega Lara. "Estos
secuestros encadenados provocaron que Gesto por la Paz tuviera que estar de forma
permanente, desde el 5 de mayo de 1995 hasta el 1 de julio de 1997, pidiendo en
la calle su liberación mientras sufríamos el acoso de quienes buscaban,
inútilmente, el enfrentamiento", señala Gómez Moral.
La enorme manifestación
de Bilbao por el secuestro de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997,
organizada por Gesto por la Paz ,
supuso, también, su canto del cisne. Un año después quedó liquidado el Pacto de
Ajuria Enea y la sociedad vasca se dividió en dos bloques. Los partidos
nacionalistas se alinearon en el Pacto de Lizarra, que pretendía conseguir la
paz a cambio del derecho a la autodeterminación, y los partidos no
nacionalistas, en respuesta, constituyeron un bloque constitucional.
Esta división tuvo su reflejo en
los movimientos sociales. "Unos pretendían terminar con la violencia, con
el logro del ejercicio del derecho a la autodeterminación, como Elkarri. Otros,
como Basta Ya, ponían por delante la defensa de la unidad de España y desconfiaban
de nosotros porque aunque nuestra denuncia primordial era contra ETA, también
lo hacíamos de otras violencias", señala Gómez Moral.
Gesto por la Paz se quedó en tierra de
nadie y el movimiento social contra ETA que tomó impulso en la calle fue el
Foro de Ermua e inmediatamente después Basta Ya, algunos de cuyos promotores
también habían colaborado con Gesto. José María Calleja, uno de los promotores
de Basta Ya, opina que Basta Ya pretendía aglutinar a todos los vascos que
rechazaban el terrorismo “con el objetivo de acabar con el miedo y quitarles la
calle a los etarras y sus amigos".
Foro de Ermua y Basta Ya
consiguieron importantes movilizaciones en momentos muy duros, como fueron los
años 1997-2003, en que ETA desplegó a fondo su "estrategia del sufrimiento",
con ataques a amplios sectores no nacionalistas. Dos activistas de este
movimiento, José Luis López de Lacalle y Joseba Pagazaurtundua, pagaron con su
vida su rebelión contra el terrorismo etarra.
La decadencia de los grupos de
movilización contra ETA se produjo en la década de 2003 a 2011, en que los
asesinatos de la banda se redujeron drásticamente a 11, el último en 2010, año
y medio antes de su cese definitivo. "Nos disolvimos en 2012. Habíamos
conseguido nuestro objetivo con nuestra movilización, limar el apoyo social de
ETA, sensibilizar a Euskadi contra la violencia y que ETA terminara sin lograr
contrapartidas políticas", señala Gómez Moral.
Calleja lamenta que Basta Ya se
disolviera en 2008, al saltar a la política una parte importante de sus promotores y constituir UPyD: "Le quedaba una labor importante que hacer como movimiento social, el
relato de la derrota de ETA".
Ahora, son los facilitadores, como
Lokarri, los que se retiran de la escena. Su función, señala Ríos, la deben
cumplir las instituciones y los partidos. En este sentido, el Gobierno vasco,
con motivo del 15 aniversario del asesinato de Fernando Buesa, acaba de
emplazar a la izquierda abertzale a que dé el próximo paso, reconociendo
públicamente su complicidad con el daño injusto causado por ETA.
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