21 febrero 2015
Urkullu dice
que ETA y quienes la apoyan tienen “una deuda” con la sociedad
El lehendakari lee una declaración
institucional para recordar los atentados contra Fernando Buesa y José Ramón
Recalde
El Gobierno vasco lanzó ayer un duro alegato contra
el terrorismo practicado por ETA y contra quienes lo justificaron y lo
consideraron “lícito”. “Tienen una deuda política con la sociedad: reconocer la
iniquidad de esta mentalidad y la injusticia que la misma provocó”, proclamó el
Ejecutivo autónomo en una declaración institucional leída por el propio
lehendakari, arropado por todos sus consejeros, para homenajear a Fernando
Buesa, de cuyo asesinato se cumplirán mañana quince años.
El acto también sirvió para reconocer a Jorge Díez,
escolta del que fuera dirigente socialista y vicelehendakari, fallecido en el
mismo atentado, y a José Ramón Recalde, también del PSE y consejero con José
Antonio Ardanza, víctima de otro atentado en el que resultó herido grave por
parte de ETA el 14 de septiembre de 2001. Sucesos que “nunca debieron ocurrir”
y que el Gobierno quiso denunciar de la manera más solemne posible, con una
imagen, si no inédita, sí excepcional.
Porque pocas veces se ve a Iñigo Urkullu arropado
por todos sus consejeros en la sala principal de prensa de la Lehendakaritza. Un
gesto cargado de simbolismo con el que el Ejecutivo autónomo pretendía mostrar
su rechazo y hartazgo hacia el terrorismo desarrollado por ETA durante los
últimos cuarenta años recordando los atentados contra dos consejeros del propio
Gobierno, “dos personas buenas que desde la defensa de sus ideales y
convicciones dieron lo mejor de sí por su país, por el bien común y el interés
general”. Urkullu no ahorró elogios hacia los dos exdirigentes socialistas, “cuyo
compromiso democrático hundía sus raíces en la lucha contra el franquismo” y
cuyas heridas y muerte han servido para reforzar la “deslegitimación del
terrorismo”.
Fue un mensaje contundente, sin fisuras, contra una “estructura
ideológica perversa que considera que matar a un semejante que piensa diferente
es un medio legítimo para obtener fines políticos”. Urkullu quiso evitar
cualquier acusación de equidistancia con ETA o con la izquierda abertzale y
dejó claro que tanto los “autores»” de los crímenes como “quienes consideraron
que esto era lícito tienen una deuda política con la sociedad”.
Las palabras de Urkullu fueron un dardo dirigido
directamente contra la izquierda abertzale y contra el discurso que mantuvo
tanto cuando ETA cometía atentados como en la actualidad. Porque, para el
lehendakari, el tiempo “pone las cosas en su sitio”. “Hoy no hay ninguna duda
de que el error no estaba en las imperfecciones del sistema democrático, sino
en la pretendida pureza del dogmatismo que amparó y promovió el recurso
sistemático al terrorismo”, recordó Urkullu, quien subrayó que el “terrorismo
en cualquiera de sus expresiones, la violencia y la vulneración de derechos
humanos fueron posibles porque personas y grupos consideraron que la defensa de
una convicción tenía más valor que la dignidad humana”.
Pero más allá de los reproches hacia ETA y a quienes
respaldaron su existencia, el texto leído por Urkullu también apostaba por “mirar
al pasado de un modo autocrítico".
Tras el atentado contra Buesa, hubo una
multitudinaria manifestación de homenaje en Vitoria que acabó convertida en un
acto de apoyo a Juan José Ibarretxe, entonces lehendakari, y abrió una de las
mayores fracturas entre los nacionalistas y el PSE.
Autocrítica
En todo caso, la declaración institucional no aludía
en concreto ni al Ejecutivo de la época ni al PNV. Básicamente, Urkullu considera
de forma genérica que “las instituciones y las fuerzas políticas debemos
compartir una reflexión crítica sobre lo que no se ha hecho”, sobre lo que se
ha hecho de “manera silente” o “tarde” o sobre “lo que nos ha dividido frente a
lo que nos une del modo más real y auténtico: el rechazo a la violencia y la
solidaridad con las víctimas”.
Un esquema que Urkullu se esforzó en colocar en el
pasado, porque en el futuro “ni una causa política o razón partidaria, ni
ninguna otra certeza deben situarse como si fueran un valor absoluto por encima
del valor de los derechos humanos, la persona y la vida”.
El gesto del Gobierno fue respondido apenas unas
horas después por la familia de Fernando Buesa a través de un breve comunicado.
Los allegados del político asesinado ya estuvieron junto a Iñigo Urkullu el
jueves en un acto en su memoria, al que también asistieron otros miembros de la
política y la sociedad civil.
“Valoramos de forma positiva que se reconozca la
trayectoria y la aportación social de José Ramón Recalde y de Fernando aunque
sea quince años más tarde”, recalcó la familia en un texto en el que no olvidó
lo sucedido entonces. “Nos parece bien que se mencione la necesidad de hacer
autocrítica porque en aquellos momentos el Gobierno no estuvo a la altura y no
supo acompañarnos afectivamente a las familias. Esta declaración es un pequeño
avance en el camino del reconocimiento y cercanía con las víctimas del
terrorismo”, aseguró la familia.
Opinión:
Primeramente agradecer la cercanía mostrada por el
Lehendakari hacia unas víctimas del terrorismo, de un atentado hace 15 años.
Segundo, recordar que ya en un lejano 19 de junio de
2006, tuve el privilegio de leer el comunicado oficial enviado por el entonces
Lehendakari Ibarretxe en el que el Gobierno vasco presentaba unas declaraciones
en el mismo sentido de las comentadas ahora por Iñigo Urkullu. Si los informes recibidos
no engañan, fue la primera vez en la que el Gobierno vasco opinaba sobre el
tema, y en esos términos.
Puede consultarse el discurso completo en la entrada
de “19 junio 2006 Carta Lehendakari Ibarretxe”
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