13 agosto 2018
Un año de silencio por el 17-A
Las
familias de las víctimas continúan en un difícil proceso de duelo y de terapia
para reconstruir su vida
“Hay un momento en que tienes
que dejar de pensar”. Elisabet Caritg perdió a su madre, Pepita Codina, en La Rambla de Barcelona el 17
de agosto de 2017. Pepita fue arrollada por la furgoneta de los terroristas.
Caritg, que sufrió fracturas múltiples y un golpe en la cabeza que le ha
causado un leve vértigo crónico, sigue bajo terapia psicológica: “Cuesta mucho
hablar de todo aquello”.
Alicia Suárez fue atropellada en Cambrils
(Tarragona) en el segundo atentado, el 18 agosto. Suárez volvía de tomar un
helado con su familia, después de cenar, cuando la arrolló en el paseo marítimo
el segundo vehículo de la célula del Estado Islámico que atacó en Cataluña. “No
quiero hablar de este tema”, dice Suárez por teléfono desde su domicilio en
Zaragoza. Su hermana Ana murió tras ser apuñalada por los terroristas.
La dificultad de encarar el trauma es el común
denominador entre las víctimas supervivientes y los allegados de los 16
fallecidos. Son pocos los que tienen fuerzas para afrontar en público el duelo.
EL PAÍS ha contactado para este reportaje con los allegados de nueve de los
fallecidos en los atentados, y solo en dos casos alguien ha accedido a explicar
su purgatorio. En la mayoría de respuestas se argumenta que el dolor es todavía
demasiado intenso. La única fallecida en La Rambla que era residente en Barcelona fue Silvina
Pereyra, una ciudadana de origen boliviano que trabajaba en el mercado de la Boqueria. Pereyra
estuvo empleada en la parada de frutas y zumos Vidal Pons. Un representante de
esta empresa prefiere no comentar aquellos hechos porque asegura que “la
experiencia fue muy bestia y todavía tenemos trabajadores anímicamente
afectados”.
Alicia Suárez sufrió en Cambrils una fractura
de pelvis y de cadera, y perdió parte de la dentadura, según explicó en junio
al diario Heraldo de Aragón su
cuñado, Roque Oriol, marido de Ana y también herido en el ataque. Oriol
continúa en tratamiento psicológico y asegura que tiene secuelas de la
hemorragia que sufrió en la cabeza. Oriol tampoco quiere aparecer en los
medios.
La principal excepción es Javier Martínez,
padre de Xavi, el niño de 3 años de Rubí que perdió la vida en Las Ramblas
junto a su tío Francisco López. Martínez ha concedido varias entrevistas; en su
última aparición, el 28 de julio en TV3, aseguró que la prensa no les ha dejado tener un
duelo apropiado: “Hay periodistas que hacen daño, han de entender que somos
personas que sufrimos. No nos han dejado tener el duelo”.
Martínez también ha insistido en que debe
mejorarse el protocolo de atención a los familiares: en su caso, no pudo
enterrar al hijo hasta cuatro días después de su muerte. Martínez repite que lo
que busca es que la muerte de Xavi “sirva para algo”. Martínez se ha interesado
por los problemas de integración de los terroristas de Ripoll e incluso ha
querido conocer, sin conseguirlo, a los padres de estos. “Yo quería conocer a
la familia. Como padre sé lo que es perder un hijo, pero perder un hijo,
sabiendo lo que ha hecho, debe ser más duro”.
Asumir la
pérdida
Juan Zapatero es sacerdote y es primo de Conchita Villán, la madre de Pau Pérez, secuestrado y asesinado por el terrorista Yones Abouyaaqoub en su huida de Barcelona. Zapatero ofició una misa por Pérez y escribió varios textos dedicados a su sobrino. Da apoyo emocional a los padres, residentes en Vilafranca del Penedès, para aceptar la muerte de Pau: “Continúan pasando por momentos de no creérselo. No hay tiempo previo para asumir la pérdida. Yo les digo que no le den más vueltas, porque se volverán locos”, explica Zapatero. Este familiar de Pau Pérez destaca, como García, que tardaron muchos días en poder ver el cadáver y enterrarlo. Sus padres también pasaron por un momento de obsesión, según Zapatero, para saber exactamente cómo murió Pau, hasta que su abogado les convenció de que lo mejor era no seguir insistiendo por el bien de su salud y recuperación.
Fiona Wilson, inspectora de policía de
Vancouver (Canadá) e hija de una de las víctimas extranjeras, Ian Moore Wilson,
emitió en agosto de 2017 un comunicado en el que pedía a los medios de
comunicación que no contactaran más con la familia. Un año después sigue sin
estar disponible.
Wilson describió en aquel comunicado el perfil
de su padre y también agradeció a varias personas la atención dedicada a la
familia durante el ataque, en especial a un ciudadano de Barcelona de nombre
Albert que trasladó en su moto al hospital a un miembro de la familia. Heidi
Nunes Tucker, mujer de Jared Tucker, estadounidense arrollado por los
terroristas en Barcelona, tampoco ha respondido a la solicitud de este
periódico. El año pasado explicó a la agenciaAssociated
Press que quería
identificar y contactar con la última persona que habló con su marido, un
camarero de La Rambla
que intentó salvarle la vida, según vio en vídeos del atentado.
Caritg y su madre se trasladaron el día del
atentado en La Rambla
de Sant Hipòlit de Voltregà (Barcelona) a la capital catalana para hacer unas
compras. “Todavía hoy te haces muchas preguntas”, explica Caritg: “Por qué se
permitió si sabían que había riesgo; por qué hay gente que tiene relación con
esta gente; por qué perdimos a lo que más queremos”. Caritg solo ha vuelto una
vez a Barcelona, para visitar a un médico, y no se imagina de nuevo visitando La Rambla : “Ahora solo quiero
tranquilidad, la naturaleza, evitar aglomeraciones. Ojalá vuelva a ser yo, en
un tiempo”. Insiste: “Hay que dejar de pensar”.ç
68
PERSONAS RECONOCIDAS COMO VÍCTIMAS POR INTERIOR
El Ministerio de Interior ha reconocido hasta
el momento a 68 personas como víctimas de los terroristas de Barcelona,
Cambrils y Les Cases d’Alcanar (estas dos últimas en la provincia de
Tarragona).
Estas víctimas representan el 41% de los 306
expedientes de secuelas físicas y psíquicas que la Dirección General
de Apoyo a Víctimas del Terrorismo ha recibido vinculadas a los ataques.
El Gobierno ha desembolsado hasta ahora 9,3
millones de euros en indemnizaciones y servicios médicos. A raíz de los
atentados se creó en Barcelona la
Unidad de Atención y Valoración a Afectados por Terrorismo
(UAVAT), dedicada al asesoramiento y tratamiento de las víctimas. 92 personas
han sido atendidas por esta entidad, según Roberto Manrique, uno de sus
profesionales.
Manrique asegura que todavía quedan muchas
víctimas por reconocer y pide que el Ministerio del Interior amplíe el periodo
de recepción de solicitudes. Un portavoz del ministerio precisa que todavía hay
112 personas con heridas físicas pendientes de resolución.
El Gobierno ha concedido la Gran Cruz del Mérito
Civil a 12 de los 16 fallecidos; solo tres familias —una española, una belga y
una estadounidense— han rechazado las condecoraciones otorgadas por el
Ejecutivo central.
Opinión:
Me preguntaban hace unas horas las razones por
las que desde UAVAT no hemos localizado a algunas víctimas… debo aclarar que
hay varias.
La primera, la imposible obtención de lo que se
considera listados “oficiales”, ante la negativa de la administración
competente en compartirlos y de ese modo impedir la colaboración que estamos
ofreciendo desde el primer día de la creación de la Unidad.
Otra sería el hecho de que hay víctimas que,
por lo que nos dicen fuentes mas o menos fiables, ya están atendidas por otras
entidades, motivo por el que no deseamos inmiscuirnos en la labor que se pueda
estar efectuando en relación a su asistencia.
Y una tercera sería la que, de momento,
prefiero no comentar. Ya llegará el momento de hacerlo…
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