16 agosto 2018
Una
tregua para compartir el dolor
Las
víctimas del 17-A son las únicas protagonistas y su memoria debe ayudar a
plantar cara al fanatismo
Un año después, Barcelona y Cambrils reviven
el 17-A con el único propósito de homenajear a los fallecidos y heridos y acompañar en el dolor a las familias. En el
documental realizado por El Periódico, las voces de las víctimas y de los
héroes que se dejaron la piel para ayudarlas en la Rambla golpean
el ánimo de todos. Imposible no sentir empatía por su pena, por su tristeza. El
miedo a salir a la calle aún perdura en los supervivientes. También la memoria
prendida en todo lo perdido: seres queridos, la propia salud o la sensación de
tranquilidad.
Una
camioneta conducida por el fanatismo arrasó con la vida y dejó la
memoria de la vulnerabilidad. Muchos sentimos el miedo. Las llamadas nerviosas
a familiares, esos mensajes a los amigos, el temor a que el horror estallara en
otra esquina, quizá la más próxima a un ser querido. Las imágenes se
clavaron en nuestras retinas. El paseo sembrado de cuerpos. Los
rostros aterrorizados de los que huían. Resultará difícil olvidar aquel
cochecito de bebé empotrado en un árbol.
Pero también hay otras imágenes.
Como el altar improvisado
en el mosaico de Miró.
Velas, peluches, cartas y flores quisieron borrar el rastro de la muerte, que
la vida volviera a brotar de aquel punto de color. Durante días, junto a él se
congregaron vecinos y turistas, unidos con la fuerza de la
fragilidad compartida, con la tristeza indiscutible ante el horror. Algunos
elevaron sus rezos. Incluso al mismo dios que el fanatismo había adulterado.
Desde el primer día, la Rambla luchó por recuperar
la vida. No tenemos miedo fue
la consigna. Y la vida quiso imponerse, no entregar al terrorismo nada más que
lo arrebatado. Humillar al fanatismo con la humilde cotidianeidad.
Estos días, las flores han vuelto a la Rambla. Las víctimas
agrupadas en torno a la Unidad de Atención y Valoración
de Afectados por el Terrorismo (UAVAT)
han pedido que en el acto de homenaje "no se utilice el dolor ajeno para
hacer política". Una tregua. Tan solo una tregua.
Hay muchos días para expresar las
discrepancias. Pero no tantos para demostrar la humanidad. Que en el acto de
homenaje cada uno vaya con su pena, que las víctimas sean las
únicas protagonistas y
que en el dolor compartido encontremos el aliento para plantar cara al
fanatismo. Al fin, despojados de ideología,
todos somos personas, todos sentimos el temor y la tristeza.
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