22 agosto
2018 (16.08.18)
La vida sigue en Cambrils
Ni vecinos ni turistas han olvidado el ataque en el
paseo marítimo, pero aquel miedo es ahora homenaje
Una
pareja de mediana edad se planta con su palo selfie frente al monumento que el
Ayuntamiento de Cambrils dedicará a las víctimas
del atentado.
Son de Barbastro (Huesca), veranean aquí cada año y hoy se fotografían con
mirada grave frente a una de las cuatro vallas y la lona (Cambrils authentic)
que protegen el lugar de recuerdo
y homenaje que se inaugurará mañana. “Pasamos
miedo, fue una barbaridad”, coinciden María y Faustino, aragoneses como Ana
María Suárez, la única
víctima mortal de aquel atentado.
Frente al Club Nàutic, en el paseo
marítimo, en el lugar del ataque terrorista, junto a lo que se ha bautizado
como el Memorial
per la Pau, no cesa el paso de vecinos y turistas, dos subespecies de
cambrilencs que en pleno agosto muchas veces se confunden. Son las once de la
mañana y la playa empieza a hervir. Primera línea de mar completa.
Siete de cada diez
paseantes (estadística sin rigor científico) se detienen junto al monumento o
comentan, al vuelo, algo del atentado de hace un año. Un padre le explica a su
hijo que servirá para recordar a la turista de Zaragoza que falleció en el
atentado y a las personas que resultaron heridas. Viven en Vilafortuny,
urbanización a las afueras de Cambrils, y pasaron en vilo la noche y madrugada
del 17 de agosto, siguiendo lo que sucedía a golpe de watsap. “Nos llegó el
vídeo con el tiroteo, justo aquí”, señala Oriol ante la mirada inquieta de
Arnau, su hijo de seis años.
Oriol,
corpulento, y Arnau, frágil, se pierden por el paseo marítimo, uno de los
grandes reclamos de un municipio con fama de excelente gastronomía y turismo
tranquilo (ahora slow). Entre patinadores, runners con y sin perro, caminadores
y ciclistas más o menos educados, Oriol se gira: “Se ha pasado página, ya ves,
la vida sigue”. En el carril bici lo que sigue ahora es el concierto de
timbres.
Faltan 48
horas para el acto institucional de inauguración del memorial y dos operarios
municipales acaban de pulirlo, cubierta la gran baldosa y sus inscripciones con
una lona que repele a las miradas indiscretas. “¿Y cómo es? ¿Y qué pondrá?”,
interroga una turista al brigadista municipal. “Se inaugura el sábado, venga
ese día, señora”, dice el operario, tostado.
Una pareja
de franceses se detiene junto a su hijo frente a un pequeño monumento ubicado
justo al lado del nuevo memorial. “Es un recuerdo de los atentados de Cam-brils
y Barcelona...”, comenta él. Se trata de un homenaje del Club Nàutic a sus
socios fundadores, inaugurado en noviembre del 2014.
Como sucedió
hace un año en la primera mañana después del ataque, la curiosidad, el respeto
y el recuerdo se mezclan también con el morbo. La vida siguió también entonces
con rapidez, pese al enorme impacto, justo después de que los Mossos retirasen
el coche en el que viajaban los cinco terroristas, retirasen sus cuerpos,
lavasen la sangre del paseo y levantasen el cordón policial. Como aquel día,
una señora muestra hoy a su nieta la marca de una de las balas que disparó el
agente de los Mossos que abatió a cuatro de los terroristas. Maite, de Bilbao:
“Se pasó mucho miedo, mejor olvidarlo”, asegura.
Si algo
conecta a quienes estaban en Cambrils hace un año es el miedo de aquella
madrugada, cuando circularon todo tipo de informaciones y rumores y se pensó
que había un grupo de terroristas huidos tras el tiroteo. Y si en algún lugar
compartieron el pánico fue en el Club Nàutic, convertido en refugio durante el
atentado, cuando las balas interrumpieron la música de un concierto de música
latina. Tatiana, una de las camareras, trabajaba aquella noche: “Fue terrible,
me impactó el silencio y cómo los padres protegían a sus hijos”. Mañana las
flores y las palabras de homenaje y recuerdo remplazarán el miedo en el lugar
del ataque, para siempre el Memorial per la Pau de Cambrils. Cuando se reabra
la zona afectada, que quedará acordonada para el acto, volverán los turistas y
sus rutinas.
Opinión:
Que la vida
sigue en Cambrils queda muy bien como titular, pero no es tan cierto como
parece. Hay gente que vio su vida afectada seriamente a partir de aquella noche
pero que, ante la pasividad y el desamparo de la administración, han tenido que
recurrir a la asistencia de la Unidad de Atención y Valoración a Afectados por
Terrorismo (UAVAT).
Al menos son
14 las personas a las que asistimos desde la UAVAT y que, entre otras quejas,
manifiestan que nadie desde el Ayuntamiento de Cambrils no desde ninguna otra administración
han mostrado interés real en su situación.
Ya lo
advertimos en nuestra primera visita en septiembre a quien debía saberlo.
Evidentemente, no hizo absolutamente nada. Ahora llegan las consecuencias, las
cuales pueden solucionarse. Nunca es tarde.
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