15 agosto 2018
El mosso
que persiguió la furgoneta de la
Rambla : "Disparar era imposible"
El agente
García, de la unidad 610 de la
Brigada Móbil , siguió el rastro de Youness Abouyaaqoub hasta
el mercado de la Boqueria
Un año después, las secuelas de una experiencia
inhumana se han diluido pero las imágenes siguen nítidas en su recuerdo y en el
de sus compañeros
Aquella tarde, el furgón de
la unidad 610 de la Brigada Móvil de
los Mossos d’Esquadra se
encontraba realizando tareas de prevención antiterrorista aparcado en la Rambla de Barcelona,
frente al Club Capitol, junto al carril que usan los vehículos para subir en
dirección a la plaza de Catalunya, muy cerca de la fuente de Canaletes. García,
agente de 39 años de edad y con casi 11 años de experiencia como
antidisturbios, estaba de pie junto al vehículo, armado con un subfusil,
dando la espalda a la zona peatonal. En el interior del coche policial
descansaban tres agentes que acababan de recorrer la Rambla en formación de
trinomio y por la calle Santa Anna regresaban a pie los otros tres
antidisturbios que completaban la unidad 610. Faltaban pocos minutos para las
17.00 horas del jueves 17 de agosto del 2017.
En ese instante, Youness Abouyaaqoub,
un veinteañero de Ripoll de origen marroquí, al volante de una furgoneta alquilada
en la empresa Telefurgo de Sabadell, llegaba al final de la calle Pelai y
divisaba, a su derecha, la
Rambla , atestada de turistas. Lo último que hizo antes de
convertirse en un asesino fue dar un volantazo para subirse al paseo
barcelonés. Porque había venido a eso: a matar a todos los que pudiera.
Con los primeros gritos de personas
atropelladas, García se dio la vuelta y tuvo tiempo únicamente
de ver cómo la furgoneta blanca cruzaba frente a él, como un rodillo que
quitaba vidas. García aporreó la carrocería del furgón policial para
alertar a sus compañeros y echó a correr, persiguiendo a Youness Rambla abajo.
Por la emisora, dio el primer aviso: "¡Hay un atropello masivo en la Rambla !". Sin dejar de
correr, levantó el subfusil y apuntó. Pero no pudo disparar. Un año después,
junto a los compañeros Daniel y Jaume -que
ese día también pisaron la
Rambla-, explica a EL PERIÓDICO cómo vivió en primera
persona la masacre del 17-A.
-¿Por qué no pudo disparar?
Cuando apunté a la furgoneta por primera vez me
di cuenta enseguida de que abrir fuego era imposible. Había gente rodando bajo
las ruedas, gente que salía despedida por encima del techo del vehículo. Y el
conductor hacía 'eses' buscando los sitios en los que se acumulaban más
personas: en los kioskos, tiendas… La perseguimos durante 50 metros y nos sacó casi
200 metros
más. Comprendimos que a pie no íbamos a atraparla. El sargento dio un
grito y nos ordenó regresar a buscar el coche. Estábamos seguros de que la
furgoneta se haría toda la
Rambla y de que saldría por Colón. No sabíamos que iba a
chocar contra un kiosko, sobre el mural de Joan Miró. Cogimos el coche e
iniciamos el descenso por el carril derecho de la Rambla. Durante
ese recorrido, nos encontramos cuerpos, cuerpos y más cuerpos, algunos heridos,
otros muertos, que tuvimos que ir esquivando con el vehículo. Con la velocidad
a la que iba la furgoneta de Youness, había lanzado cuerpos a 7 u 8 metros de distancia.
Había muchos gritos… Solo se escuchaban gritos.
-¿Encontraron la furgoneta?
Sí, mientras descendíamos con el coche, de
repente, la vimos, sobre la Rambla. Salimos corriendo. Yo rodeé el vehículo
apuntando con el arma y gritando: "¡el conductor! ¡el conductor!".
Pero vi que ya estaba vacío. Un agente de la Guardia Urbana nos
avisó de que el conductor era un joven con camiseta a rayas que había
huido corriendo Rambla arriba. Salimos disparados en esa dirección. Al llegar
al mercado de la Boqueria ,
un vigilante de seguridad llamó nuestra atención: "Acaba de entrar [en el
mercado] y lleva una camiseta a rayas y un cuchillo en la mano". Frente a
la entrada principal de la
Boqueria , paramos un segundo. Yo y un compañero
iniciamos una maniobra de asalto. Ya no íbamos al sprint. Avanzamos asegurando
cada paso. El mercado se fue vaciando. Cada vez había menos gente. Y la gente
era la que nos indicaba por dónde había huido. Hasta que ya no quedaba
nadie y frente a nosostros se abrieron cinco
callejuelas distintas por las que habría podido huir. Creímos que
estaría entre la gente que se amontonaba en los bares laterales del
mercado. Pero no estaba allí. [Youness se escapó por el extremo
opuesto de la Boqueria ]
-¿Y qué hicieron?
No sabíamos nada. Si había un terrorista o eran
más. Si tenían armas automáticas, si había coches bomba. Así que volvimos a la Rambla , para
intentar asegurar aquella zona. Por la emisora se hablaba de personas
armadas en el Corte Inglés, rehenes en el bar Istanbul… todo era
desconcertante. Recuerdo que cuando llegamos junto a la furgoneta, vi a una
persona tendida en el suelo, frente al vehículo, que me estaba mirando. Me
agaché y comencé a tocarle la cara hasta que se acercó otro policía y me dijo:
"compañero, que está muerta". Pero tenía los ojos abiertos y pensaba
que estaba viva. No muy lejos había otra mujer, extranjera, sentada sobre la
acera, muda. Tenía una fractura abierta de tibia y peroné. En otra situación,
cualquier persona hubiera estado chillando de dolor. Pero ella estaba quieta,
en silencio, en estado de shock, esperando su turno, mientras los sanitarios atendían
a otros heridos más graves.
-¿Cómo se detiene la cabeza para no pensar en
que se habría poder haber hecho algo más para evitar aquella matanza?
Las muertes por atropellamiento eran
inevitables, la Rambla
estaba llena de gente, aunque hubiera tenido la tranquilidad de encañonarlo con
el subfusil, abrir fuego a tanta distancia era demasiado arriesgado. Un
blanco en movimiento a 60
km/h puede ser asequible en las películas, pero en la
vida real… La única muerte que tal vez se podía haber evitado era la del chico
del Ford Focus [Pau Pérez, asesinado por Youness en el párquing de la Zona Universitària ,
durante su huida]. Con él sí teníamos el remordimiento de creer que si
hubiéramos seguido corriendo Rambla abajo es posible que nos hubiéramos cruzado
con Youness huyendo en dirección contraria. Pero tampoco sabíamos qué cara
tenía el conductor que buscábamos. Hubiéramos podido pasar junto a él y no
enterarnos.
-¿Cómo se digiere una experiencia
así?
En caliente no eres consciente de lo que acabas
de vivir. Pero cuando nos relevaron y me saqué el chaleco y
bebí agua... me derrumbé. Todos sentíamos impotencia por no haber podido
hacer más… Durante este año, hemos hablado mucho entre compañeros. Sacando
todo lo que teníamos dentro. Es lo único que nos ha ayudado. Hablar mucho.
Sobre qué sentimos y sobre cómo lo hemos pasado en nuestras casas. Yo he tenido
episodios de pesadillas, cosas raras… que al principio son intensas y después
se van diluyendo poco a poco.
-Youness huyó durante cuatro días pero finalmente
fue abatido... ¿qué supuso dar con él?
Alivio. Si no lo hubiéramos cogido, las
secuelas para todos nosotros hubieran sido mucho más duras.
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