13 agosto 2018
Anna Cortés (víctima del atentado del 17A)
"Me
siento juzgada constantemente porque estoy viva, porque no me falta ninguna
parte del cuerpo"
Anna
Cortés sobrevivió al atentado, pero sigue aún en tratamiento: "Soy
consciente de la suerte que he tenido, pero eso no me cura, eso me duele"
"Los
que han pasado por lo mismo que tú son los únicos que te entienden",
asegura esta testigo de la masacre de La Rambla
Anna Cortés tiene 42 años, vive en Sant Celoni,
y es cajera de supermercado. El 17 de agosto del 2017 había quedado con una
amiga en La Rambla
de Barcelona. No llegaron a coincidir. Estaba a la salida de la boca del metro
cuando la furgoneta que conducía Younes Abouyaaqoub le pasó a poco más de
un palmo. Relata que vio como los cuerpos iban saltando mientras el vehículo
recorría 500 metros
hasta que el terrorista la abandonó para huir entre la multitud asustada. Anna
volvió a trabajar pero tuvo que acabar cogiendo la baja porque sigue teniendo
ataques de ansiedad que no le permiten tener una vida normal ni dentro ni fuera
de casa.
¿En este año que ha transcurrido desde
el atentado ha podido volver a la
Rambla ?
No, todavía no. Ni he podido acercarme. Me
angustia solo de pensarlo. Todavía tengo imágenes, 'flashbacks', que me
angustian mucho.
¿Qué recuerda de ese día?
Todo. Había quedado con una amiga y justo
cuando salí del metro pasó una furgoneta muy cerca de mí. La gente gritaba y
corría. A partir de ese momento me quedé como en shock mirando todo lo que
hacía la furgoneta. Iba buscando a los grupos de gente y la gente saltaba como
muñecos rotos.
¿En ese momento pensó que era un
atentado?
No. Escuchaba a la gente como decía 'nos están
matando'; pero no era consciente de que era un atentado. Me dí cuenta cuando
empecé a ver que a mi alrededor había cuerpos. Me agaché para atender a una
señora que estaba en el suelo y comprobé que aún tenía pulso. Lo que me dolió
bastante fue ver a gente que estaba grabando con los móviles.
¿Qué hizo después?
Un mosso d'esquadra nos cogió y nos metió
dentro de la estación de metro. Allí ya me encontré con mi amiga. Ella no se
había enterado prácticamente de nada porque lo único que había visto dentro era
mucho movimiento de gente. Una vez estábamos en la estación nos dijeron
que había que desalojarla porque había bombas. No podíamos salir porque estaba
todo cerrado. Pasé mucho miedo. Cuando ya abrieron las puertas empezamos a
salir corriendo, la gente huía. Unos decían que había tiros, otros gritaban que
había cuchillos... Yo eché a correr y avisé por teléfono a mi marido y mi hijo.
¿Pudo hablar con ellos?
Sí, mientras corría pude avisarles. Ellos
sabían que estaba en La
Rambla. Mi hijo es adolescente y vive con el móvil en la
mano. Enseguida relacioné a la gente grabando con el teléfono a mi hijo mirando
el móvil y sabiendo que yo estaba allí.
¿Cuando les llamó ya se habían enterado
del atentado?
No, todavía no lo sabían. Entonces mi marido
puso la tele y lo vio. Mi hijo se enteró al cabo de un rato porque no
había escuchado mi mensaje de voz. Me llamó cuando yo aún estaba saliendo de la
zona. Corriendo, sin zapatos... como podía para alejarme y ponerme a salvo.
Había avalanchas, pasábamos unos encima de los otros. Quieres ayudar; pero quieres
sobrevivir y la supervivencia no te deja actuar.
¿Cómo fueron los días posteriores?
Mis padres viven en Barcelona. Fui a su casa
pero recuerdo pocas cosas. Escuchaba que había conversaciones, me intentaban
tranquilizar aunque yo ya me noté ausente. Ellos pusieron la televisión pero yo
no quería verla. No quería saber nada de lo que estaba pasando. Mi marido me
llamó y me dijo que se comentaba que había un muerto. Yo le dije: no hay uno,
yo he visto más.
Sé que cené algo y cuando me acosté para
intentar descansar me di cuenta de que no podía. Las sirenas me mataban y me
matan todavía. Era todo sirenas, una noche de locura. Después empecé a gritar y
me acurruqué en un rincón. Mis padres se asustaron y llamaron al 061. Tenía un
ataque de ansiedad. A partir de ahí me dieron medicación y descansé. Mi marido
y mi hijo no pudieron venir ese día porque la ciudad estaba bloqueada. Al día
siguiente ya pudieron recogerme y nos fuimos a la nuestra. Me dirigí al
ambulatorio y me pincharon. Yo seguía escuchando sirenas y sentía miedo,
terror, horror.
¿Todavía tiene miedo?
Tan fuerte, no. Estuve un mes sin salir de
casa. No podía. Salía del ascensor y a la que abría la puerta ya no podía. Y
eso que vivo en Sant Celoni y no hay los mismos ruidos. Pero casualmente había
una furgoneta, también una Telefurgo, aparcada en mi calle. Incluso hubo una
alarma y acabó viniendo la
Guardia Civil. Cada vez que veo una furgoneta, sea como esa,
o una furgoneta blanca me da miedo. Las sirenas, las furgonetas blancas y las
aglomeraciones de gente al aire libre me provocan horror. A la que
alguien corre te asustas. No es el miedo que tenía al principio pero estás
siempre en alerta.
¿Tiene la sensación de que pese a ser
una víctima del atentado hay gente que no la considera así?
Totalmente. La gente piensa que estás bien, que
no te ha pasado nada, que estás viva. Eso llega un momento que duele horrores
porque mis heridas no se ven y todo es mucho más complicado. Te dicen 'te he
visto sonreír'. Y yo digo 'por suerte ya puedo sonreír porque antes solo
lloraba'. Además, estás sola. Los primeros 11 días estuve atendida por
psicólogos de la Cruz Roja
porque la primera visita con la psicólogo de la Seguridad Social
no fue hasta el 28 de septiembre. Me tuve que buscar un psicólogo privado
porque enloquecía. Me estaba muriendo en vida.
¿En qué le ayudó el psicólogo?
Al principio tienes la sensación de que no
avanzas. Siempre sales llorando... Yo lo que hacía era no visualizar, esconder,
lo negaba. Poco a poco empece a tener 'flashbacks'. Es como un duelo.
Lucho para olvidar pero sé que no lo podré olvidar.
¿Qué imágenes empezó a recordar?
La cara de miedo de la gente. Recordaba a la
gente corriendo, los gritos. Jamás me han venido las imágenes de la gente rota,
sangrando o muerta. Inevitablemente también te vienen a la cabeza los
terroristas porque aunque ese día no los vieses es inevitable acabar sabiendo
quiénes son. Eran chicos que tenían un par de años más que mi hijo.
¿Cuál es su sentimiento cuando se
acuerda de los terroristas?
Al principio es odio. Después es rabia porque
te han jodido la vida. Yo no soy la misma porque una parte de mí murió allí. Yo
no me reconozco en el espejo. Cuando he visto las imágenes de los chicos ahí
sonriendo, como cuando mi hijo compra chuches, me dieron pena. Lo último que se
me había quedado era un sentimiento de pena aunque últimamente vuelvo a sacar
la rabia.
Ahora se ha levantado el secreto de
sumario y han aparecido vídeos, imágenes y mucha información. ¿Cómo se afronta?
Intento aislarme. Sigo las pautas de los
psicólogos para intentar visualizar lo que pasó y así ir reduciendo la
ansiedad. Prefiero no saber estas noticias. Mi marido compra el diario y estos
días me dice que no lo mire. Me lo gira para que no vea la portada. Pero es
inevitable que acabes viendo cosas porque, por ejemplo, en mi trabajo también
vendemos periódicos. Además, están los comentarios de la gente y algunos son
tonterías.
¿Qué tipo de tonterías?
Me siento juzgada constantemente porque
estoy viva, porque no me falta ninguna parte del cuerpo. Entonces lo que te
dicen es que lo que tienes que hacer es espabilarte. Hay un momento en que les
pregunto '¿oye, tú estabas allí?'. Yo antes lo explicaba pero ahora callo.
Prefiero no hablar del tema.
Entre los traumas posteriores uno de los
más diagnosticados es el sentimiento de culpa del superviviente.¿Usted lo ha
sufrido?
Yo he pasado esa fase. Necesitaba saber qué me
estaba pasando, hablar con gente que hubiese pasado por lo mismo. alguien que
estuviese como yo. Necesitaba no tener la culpa de estar viva. Llega un momento
en que acabas pensando que no tienes derecho a estar así. Con el primero que
hablé fue con Javi, el padre de Xavi, el niño de Rubí que murió en el atentado,
y me sentí ridícula. Pensé qué hago aquí si me está animando un hombre que ha
perdido a un hijo de 3 años. Claro que soy consciente de la suerte que he
tenido, pero eso no me cura, eso me duele.
¿Cuál es el consejo que más le ha
ayudado?
Pues el que dio Javi al principio y es que
todos somos víctimas por igual. El dolor es dolor. Me quedo con eso. Y lo que
aconsejaría es buscar a gente que haya hecho el mismo camino que tú con los
mismos zapatos. Los que han pasado por lo mismo que tú son los únicos que te
entienden.
Cuando escucha a los políticos, y no
solo a ellos, polemizando por el acto en conmemoración del primer aniversario,
¿qué piensa?
Asco. A mí no me representa ningún político. Me
considero apolítica y cuando veía los atentados y los actos siempre pensaba que
era una vergüenza porque estaban ahí solo para la foto. Ahora que lo he vivido
yo no he sabido nada de ellos. Los Mossos de Esquadra, la Cruz Roja y la gente de
UAVAT (Unitat d'Atenció i Valoració a Afectats per Terrorisme) son los únicos
que me han ayudado. Políticamente, nadie.
¿Va a asistir al acto del 17A en la Plaça Catalunya ?
Sí, voy a ir. Será lo más cerca que estaré de La Rambla desde que pasó.
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