23 marzo 2016
Los últimos ataques vuelven a
poner en evidencia la eficacia de la
Policía belga
La detención de
Abdeslam había dado un respiro a las fuerzas de seguridad
Hay discusiones interminables sobre si la especialidad de
los belgas es el chocolate o los mejillones con patatas fritas. Pero en lo que
todo el mundo está de acuerdo es en asumir que Bélgica es el país del absurdo y el
surrealismo. Los
belgas son capaces de llegar a un acuerdo en prácticamente cualquier
circunstancia, pero si hay un país donde ese acuerdo podría ser que en unas
partes los coches circulan por la derecha y en otras por la izquierda, ese es Bélgica. La Policía no es una
excepción, y junto a sus éxitos acumula una reputación de
estrepitosos fracasos que han hecho de este país un ejemplo de
lo que solo puede funcionar aquí.
En realidad, la detención de este viernes de
Salah-Abdeslam, el fugitivo más buscado de Europa, intentaba ser el gesto
redentor de todos los reproches que habían llegado desde Francia por los
evidentes fallos que se habían producido mientras los terroristas preparaban los
atentados del 13 de noviembre y en las horas que
siguieron a aquellos siniestros momentos. Abdeslam fue detectado cuando viajaba
a París a cometer los atentados (aunque luego se arrepintió y no hizo estallar
su cinturón de explosivos) y controlado dos veces en el viaje de vuelta a
Bruselas por la Policía
belga, que lo dejó pasar sin mayores problemas, como si fuera un honorable
profesional que viene de hacer un encargo al otro lado de la frontera. En un país donde están prohibidos
los registros domiciliarios a partir de las 10 de la noche,
para no molestar al vecindario, los delincuentes y criminales están tan cómodos
como los probos ciudadanos que obedecen al dedillo la orden de poner
correctamente su nombre en el timbre de la puerta, para que en caso de que la Policía tenga que venir a
detenerlos no alarme al vecino tocando por error en la puerta equivocada.
Visto en televisión
En el primer intento de detenerlo en su feudo del barrio de
Molenbeek, Abdeslam se escapó otra vez en las mismas narices de los policías, a
pesar de que estos llevaron a cabo un despliegue importante, tan espectacular
que las televisiones lo estaban retransmitiendo en directo. Hasta tal punto era
una situación surrealista que los responsables de las fuerzas de seguridad
tuvieron que pedir a las televisiones que no
lo emitiesen porque tenían la sensación de que el fugitivo se servía de las
imágenes para huir. Una segunda operación con todos los medios
tampoco logró detenerlo, porque según se llegó a decir, Abdeslam se había
aprovechado de una simple mudanza para huir dentro de un armario que formaba
parte del trasiego. Ni siquiera un fin de semana largo con el nivel de alerta 4
y con toda la potencia de la
Policía desplegada logró dar con él.
Incluso el golpe que parece que acabó soltando las teclas
del terrorista huido se produjo por casualidad, cuando el martes pasado un
grupo de agentes, entre los que había franceses, fue a hacer una inspección
rutinaria en un piso franco que pensaban tener controlado en el barrio de Forest, al
sur de la ciudad. Tan controlado lo tenían que al abrir la
puerta sin mayor dispositivo de seguridad, los terroristas que estaban en su
interior los recibieron a tiros e hirieron al menos a dos agentes. La guarida
estaba siendo vigilada de tal manera que los terroristas habían logrado entrar
sin que los policías se dieran cuenta.
En aquel piso aparecieron también las huellas de Abdeslam,
a pesar de que oficialmente no lo estaban buscando allí. Pero todo parece
indicar que esa fue la gota que colmó el vaso de los responsables policiales,
porque después de cuatro meses buscándolo, parecía que al terrorista solo le
faltaba ir a hacerse fotos junto al Atomium para seguir burlándose de sus
perseguidores. Sin embargo, un soplo bien orientado y una sospecha sobre un
pedido exageradamente grande de pizzas en una casa de la calle Cuatro Vientos
de Molenbeek centró definitivamente el objetivo. Pero hasta en el momento de la
detención volvió a aparecer el inefable factor belga: los policías se
concentraron en el lado izquierdo de la puerta. Lo que nadie se esperaba es que
Abdeslam saldría sencillamente corriendo hacia la derecha por la acera,
completamente libre de obstáculos. Si no llegan a dispararle, se habría vuelto
a escapar.
Opinión:
Es complicado opinar
sobre las fuerzas de seguridad de un país al que solo he visitado en tres
ocasiones.
Pero hay una pregunta
que me lleva de cabeza: si tan nefasta parece ser la policía belga ¿porqué se
mantienen las oficinas europeas en la capital?
Europa ha padecido
atentados yihadistas en Madrid, Londres, París y otras ciudades europeas y no
por ello pienso que los Cuerpos de Seguridad de esos países sean menos
profesionales que los belgas. ¿Puede haber algo más escondido tras la campaña
de descrédito que ahora sufren los policías belgas?
Por cierto, la primera noticia en la web tenía el siguiente
titular: “El baño de sangre vuelve a poner en evidencia la eficacia de la Policía belga”. Si luego
lo han corregido, me parece una excelente decisión.
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