miércoles, 30 de marzo de 2016

29 marzo 2016 El Mundo del Siglo XXI (opinión)

29 marzo 2016 



Prevenir para que el yihadismo no entre en las escuelas

La cadena de brutales ataques en nombre de la yihad islámica que se vienen sucediendo en todo el mundo, especialmente desde que el Estado Islámico (IS) se hizo con la hegemonía del terror global en detrimento de Al Qaeda, requiere una respuesta firme en varios frentes. Por supuesto, combatiendo sobre el terreno a una organización que se ha autoproclamado califato de todos los musulmanes y ha consolidado su posición en Irak y Siria. En primer lugar, con una coordinada y eficaz estrategia militar consensuada entre los aliados occidentales y los países de la zona. Y en paralelo, cortando las líneas de financiación, provenientes del saqueo de las ciudades conquistadas, de los secuestros y de la venta ilegal de crudo.
Sin embargo, con ser el principal desafío acabar con la existencia del IS, que no sólo exporta el terror al mundo sino que, en aplicación estricta de la 'sharía' o ley islámica, trata con especial crueldad a los prisioneros y a sus propios súbditos, es necesario actuar integralmente en los países amenazados por el yihadismo. Porque si algo han puesto de manifiesto los atentados de París y Bruselas es que los terroristas que deciden inmolarse para asesinar «infieles» occidentales no vienen de fuera, sino que han nacido y se han educado en colegios públicos de una Europa que ha hecho de las libertades y la tolerancia sus principales señas de identidad cultural y política.
Por eso, son de capital importancia iniciativas como la que ha puesto en marcha la Generalitat de Cataluña para detectar la radicalización religiosa de niños y adolescentes en los centros de enseñanza. Si en una primera etapa, la colaboración entre la consejería de Interior y los Mossos d'Esquadra ayudó a frenar la captación de posibles terroristas en las cárceles y en las mezquitas más fanatizadas, ahora se ha sumado al programa de prevención la consejería de Enseñanza catalana. El objetivo es detectar cambios significativos en el comportamiento y en las relaciones personales de los estudiantes, vigilar el consumo de propaganda islámica en las redes sociales e incluso observar variaciones notables en la forma de vestir que hagan sospechar contactos de algunos alumnos con las redes de captación de los grupos terroristas en Europa. El programa, que a través de protocolos de observación deberá contar con la colaboración de profesores y tutores, está destinado a todos los estudiantes, independientemente de su religión. Es cierto que España, a diferencia de países como Francia, Bélgica o Alemania, aún no cuenta con un número elevado de alumnos musulmanes -apenas representan el 5% del total y en Cataluña son poco más de 75.000 menores- ni con varias generaciones de inmigrantes, cuyo radicalismo aumenta sucesivamente, pero las precauciones se hacen igualmente necesarias. El interés de esta iniciativa, de la que deberían tomar nota otras comunidades e incluso el Gobierno central, estriba en que ha sido concebida como complemento a la vigilancia policial en todo el territorio y al control de quienes viajan y regresan a zonas de conflicto en Oriente Próximo.
Europa debe ser consciente de que no estamos ante escaramuzas aisladas ejecutadas por 'lobos solitarios', sino ante una orquestación minuciosa para imponer el terror. La respuesta, por tanto, ha de estar coordinada en diferentes frentes para buscar una derrota definitiva del yihadismo.

Opinión:


La iniciativa es excelente, como ya comenté en entradas anteriores sobre noviembre del año pasado. Y recuerdo también que ofrecía un consejo gratuitamente: cuidado con quien se cuenta para esta labor porque hay mucho opinador radical escondido que anda suelto y algunos otros que se inventan situaciones e historias que jamás han vivido para hablar de lo que no saben.

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