26 marzo 2016
Un
cúmulo de errores
La huida de Salah
Abdeslam, la falta de control sobre delincuentes como los hermanos El Bakraoui
o la descoordinación de los servicios de inteligencia avergüenzan a Bélgica
Los atentados de Bruselas han puesto al descubierto una
lista interminable de fallos y errores garrafales que alarman a los
belgas.
Abdeslam, solo dos
horas de interrogatorio
Salah Abdeslam es el único de los terroristas que partipó
en los atentados de París del 13 de noviembre que ha sido arrestado.
Su testimonio debería ser pues crucial para aclarar cómo y quien organizó esa
masacre. Aún así, las autoridades belgas optaron por no explotar esta vía de
investigación. Desde su detención el pasado 18 de marzo solo ha sido
interrogado por espacio de dos horas. Una hora en la sede de la policía federal
en Bruselas y otra por el juez de instrucción. En el interrogatorio solo se le
habrían preguntado por los atentados de París. Nada sobre la posibilidad de
ataques similares en Bruselas, pese a que se descubrieron armas y detonadores y
sus huellas digitales en un piso registrado una semana antes.
Cuatro meses
escondido en la capital belga
El fugitivo más buscado en Bélgica no solo escapó de París con total tranquilidad y superó
diversos controles policiales de camino a Bruselas. Posteriormente consiguió esconderse
en la capital belga durante cuatro meses gracias a la red de apoyo y
amigos. De hecho, fue arrestado en casa de la madre de un amigo de la
infancia y no por un soplo, sino gracias a un despiste que llamó la
atención de la policía: el envío de muchas pizzas a un piso en el que
habitualmente solo vivía una persona. Además, según una información publicada por 'La Derniere Heure',
la policía de Malinas conocía desde diciembre la dirección en la que residía
Abdeslam en Molenbeek. Esa dirección figuraría en un informe policial que
jamás fue transmitido a la célula antiterrorista de la policía judicial
federal.
Condenados a prisión pero en
libertad y viajando
Ibrahim El Bakraoui, uno de los kamikazes del martes,
fue condenado a nueve años de cárcel en 2010 por disparar con un fusil de
asalto Kalashnikov durante un robo. El año pasado los
jueces lo dejaron en libertad condicional, pese a la recomendación negativa de
la prisión donde estaba encarcelado, aunque con algunas limitaciones:
imposibilidad de viajar más de un mes al extranjero y visita mensual a su
agente de la libertad condicional. Aún así en julio de 2015 era detenido en la
frontera entre Turquía y Siria y
expulsado a Holanda . Las autoridades belgas han insistido en que se trataba
solo de un delincuente común y que por eso no hubo seguimiento pero al menos
desde hace ocho meses, mucho antes de los atentados de París, tenían
información de su intento de viajar a Siria y no hicieron nada. El Ministro
del Interior, Jan Jambon, ha admitido que “hubo negligencia de una
persona que no fue suficientemente proactiva”.
En las listas de
Interpol
El otro hermano El Bakraoui, Khalid, liberado 11
meses antes de cumplir una pena de cinco años, figuraba en la lista terrorista
de interpol y la policía belga tenía pistas de su implicación con la red
terrorista. Fue el quien alquiló la vivienda de Charleroi descubierta el 9 de
diciembre en la que se encontraron las huellas de Abdelhamid Abaaoud y Bilal Hadfi, el supuesto cerebro de los atentados
de París y otro de los suicidas muertos en París. También fue quien alquiló con
documentación falsa la vivienda de Forest registrada la semana pasada y en la
que encontraron las huellas de Abdeslam. Aún así, la policía lo dejó libertad
condicional.
Descoordinación y
pocos medios
Bélgica cuenta con una decena de organismos, servicios y
centros responsables de garantizar la seguridad del Estado. Entre ellos, una
policía federal, un centro de crisis, y unidad de coordinación y evaluación de
la amenaza terrorista que están bajo la supervisión del Ministerio de interior.
Un servicio de inteligencia, una unidad de inteligencia financiera y la
seguridad del Estado están bajo el mando del Ministerio de justicia; y un
servicio general de inteligencia y seguridad están bajo la supervisión
política del Ministerio de defensa. Aún así, los recursos dedicados a la lucha
contra el terrorismo y la radicalización siguen siendo muy limitados y la
descoordinación grande. Según las cifras oficiales, los servicios secretos,
cuentan con 600 agentes y la unidad antiterrorista de la policía unos 230
agentes, 130 en Bruselas.
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