11 enero 2015
Al Qaeda y el Estado Islámico
Uno de los yihadistas que atentaron contra la
revista Charlie Hebdo, Chérif Kouachi, aseguró
el viernes, a una cadena de televisión francesa, haber sido “enviado por Al
Qaeda en Yemen”. Por su parte, el autor del acto de terrorismo en el
supermercado judío de Porte de Vincennes, Amedy Coulibaly, declaró al mismo medio
de comunicación estar afiliado al Estado Islámico (EI). Kouachi y Coulibaly
estaban relacionados entre sí. ¿Cómo dar sentido a esta aparente contradicción,
dado que Al Qaeda y el Estado Islámico (EI) son rivales? ¿Qué puede sugerir
respecto a la dinámica actual del yihadismo global y de su inherente amenaza
terrorista?
Al Qaeda es una estructura terrorista global que,
desde el inicio en 2002 de su proceso de descentralización, incluye tanto al
núcleo central de la misma en Pakistán como a sus actuales cinco ramas
territoriales fuera de ese país, concretamente en la Península Arábiga ,
el Magreb, el Este de África, Siria y el subcontinente indio. El Estado
Islámico es, por su parte, la cuarta denominación consecutiva de una
organización que inicialmente fue Al Qaeda en la Tierra de los Dos Ríos
(AQTDR), fundada en 2004.
Ha impuesto su dominio sobre amplias zonas de Irak y
Siria, al tiempo que cuenta con alguna colonia fuera de las mismas.
Pero Al Qaeda y el EI son entidades que pugnan
actualmente por la hegemonía del yihadismo global. Ello es así desde que, en
abril de 2013, Ayman al Zawahiri desposeyera a la segunda de la condición de
extensión territorial de la primera que ostentaba hasta entonces. Ahora bien,
tanto Al Qaeda como el EI comparten la misma ideología, el salafismo yihadista,
y fines, aunque discrepan en tácticas y en la secuencia temporal a lo largo de
la cual deben alcanzarse estos últimos.
Como planteé en EL PAÍS el 6 de julio de 2014, la
contienda entre la matriz de una urdimbre de terrorismo global existente y la
de otra emergente es que ambas, mientras se esfuerzan por revertir la situación
y consolidar ventajas respectivamente, tratan de conseguir apoyos en su común
población de referencia, exhibiendo determinación y capacidad para ejecutar
atentados espectaculares en o contra Occidente. En este contexto hay que
referirse a la instigación de atentados terroristas en nuestras sociedades
abiertas, por parte de musulmanes residentes en ellas, que la rama de Al Qaeda
asentada en Yemen y el EI hicieron muy pocas semanas antes de lo sucedido en
París.
En ese mismo artículo advertí igualmente sobre la
posibilidad de que hechos consumados y llamamientos a la reconciliación dentro
del yihadismo global conviertan en cooperación la actual rivalidad entre Al
Qaeda y el EI. Pues bien, entre estos factores cabe subrayar que muchos
yihadistas, en países occidentales, son renuentes a dar por descontada la
división en el movimiento yihadista internacional y optan por actuar, al margen
del tipo de vinculación que tengan o se atribuyan con Al Qaeda y el EI, como si
la amenaza terrorista que ambas suponen fuese una y la misma.
Fernando Reinares es investigador principal de Terrorismo Internacional en el Real
Instituto Elcano, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos y adjunct professor
en la Universidad
de Georgetown. Autor con Bruce Hoffman, de The Evolution of the Global
Terrorism Threat (Columbia University Press).
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