27 enero 2015
El PNV supedita el nuevo estatus a cerrar primero la “página
negra” de ETA
Mantiene “con solemnidad” el compromiso
de Sabino Arana por una “patria vasca libre” en el 150 aniversario de su
nacimiento.
“Una nación sin convivencia es un
experimento fallido”.
Con ese argumento, el PNV dejó claro ayer que sus ‘tempos’
en cuestiones soberanistas no son ni muchos menos los mismos que los de la
izquierda abertzale, dispuesta a abrir ya un “proceso constituyente” basado en
la “desobediencia” como estrategia institucional. Sin mencionar a EH Bildu, la
formación jeltzale aprovechó ayer una efeméride señalada en rojo en su
calendario, el 150 aniversario del nacimiento de su fundador, Sabino Arana,
para subrayar cuál es su orden de prioridades. Y el mensaje fue diáfano: es
preciso cerrar primero “definitivamente” la “página negra” de la violencia de
ETA para poder “abordar después con garantías” un nuevo “pacto nacional entre
vascos que nos permita dar un salto en nuestro estatus político y en la
recuperación de la soberanía originaria de nuestro pueblo”.
El mensaje es claro: el PNV prefiere posponer el
debate soberanista hasta que la consolidación de la paz y la convivencia,
pendiente del desarme y disolución de la banda, sea una realidad. El líder del
EBB, Andoni Ortuzar, que dio lectura a un manifiesto de la ejecutiva jeltzale
aprobado para conmemorar la señalada fecha, instó a abordar “cuanto antes” las
consecuencias del “conflicto padecido” y citó expresamente como estaciones
ineludibles en ese camino la “desmilitarización” de ETA, el reconocimiento del
daño “injusto” causado, la “resocialización” de los presos y el “fin
reconocible” de la banda, un eufemismo para aludir a su desaparición.
Solo entonces, advirtió, una vez que se haya abierto
una etapa de “paz, concordia y libertad que durante dos siglos nos ha negado la
historia” –aludió no solo a la “tiranía” terrorista sino también al franquismo
y la “represión”– será posible el “reconocimiento nacional” de Euskadi como “sujeto
político”. Ése sería uno de los pilares del renovado “acuerdo nacional” que
sustituya al Estatuto de Gernika: los otros dos serían la “definición de un
nuevo marco de relaciones jurídico-institucionales” en el seno de la Unión Europea y el reconocimiento
del derecho de los vascos a “decidir libremente su futuro”.
De momento, los peneuvistas ya han confirmado que no
presentarán su propuesta de nuevo estatus en la ponencia de autogobierno hasta
finales de este año o principios del que viene, una vez despejada la incógnita
sobre el color y la correlación de fuerzas del próximo Gobierno central. Eso
sí, el lehendakari ha dado pistas en una conferencia en Madrid sobre las líneas
maestras de la propuesta, que buscaría institucionalizar como Concierto
Político el acuerdo que se alcance en Euskadi, que, según la visión del
lehendakari, debería contemplar el reconocimiento de Euskadi como comunidad
nacional con un Poder Judicial propio y proyección exterior.
Una “casa confortable”
Urkullu, presente ayer también en el homenaje al
‘padre’ del nacionalismo institucional vasco, fue testigo del compromiso contraído
por Ortuzar “con solemnidad” para mantener el axioma sabiniano ‘Euskadi
euskotarren aberria da’ (Euskadi es la patria de los vascos) y, en consecuencia,
construir “una patria vasca libre”. Eso sí, el PNV puso cuidado en no caer en
esencialismos y su presidente, que se declaró “orgulloso” de la trayectoria y
el legado del fundador, hizo a la vez hincapié especial en el pluralismo y la
protección social como señas de identidad de la Euskadi del siglo XXI.
Habló de una “nación” con “calidad de vida” que sea una “casa confortable” para
sus ciudadanos “sin distinción de procedencias, religiones ni condiciones
políticas o sociales”. Y dejó claro también que, aunque hablen de nuevo estatus,
el objetivo “inmediato” y prioritario del PNV es lograr “progreso, trabajo,
justicia social y protección pública para quienes lo necesiten”.
El EBB recordó a su fundador como un político “innovador,
rupturista, demócrata y pragmático” y puso en valor que, 150 años después, el
euskera que él se empeñó en impulsar aunque no lo hablaba camina hacia su “normalización”.
Y destacó que, bajo los símbolos ideados por Sabino, especialmente la ikurriña,
la “conciencia nacional” se ha extendido entre “una mayoría de vascos”.
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