01 abril 2017
Antes fueron películas y libros, ahora son tuits
Las últimas horas han sido un devenir incesante de noticias
relacionadas con los tuits de Cassandra Vera porque los comentarios de la
tuitera murciana han sido, cuanto menos, motivo de discordia y razón para
diversas reacciones: desde campañas para pedir al Gobierno que la indulte
pasando por la solicitud de la derogación del artículo del Código Penal en que
se basa su condena a poco menos que encerrarla de por vida.
Cuando las opiniones ajenas entran en colisión con la
sensibilidad de un colectivo las cosas se complican y a menudo, por intereses
ideológicos concretos o por mezclas de sentimientos, se magnifican. Como
víctima, a raíz del tuit en el que Cassandra menciona el atentado contra
Carrero Blanco prefiero dar prioridad a conocer qué piensan las personas
directamente afectadas y recuerdo que en un encuentro entre víctimas de ETA,
GAL y un exetarra en la parroquia madrileña de San Carlos Borromeo en junio de
2015 estuvieron presentes la nuera y Lucía, la nieta de Carrero. Y en enero
pasado Lucía dejaba clara su opinión sobre los tuits de Cassandra Vera cuando
escribía sobre la petición de cárcel: “El miedo
jamás genera respeto, solo rencor. Se supone que se trata de un delito de
humillación a las víctimas y de enaltecimiento del terrorismo. Al menos a mí
(obviamente solo puedo y pretendo hablar por mí), lo que esta persona ha
escrito no me humilla en absoluto. Me apena —y quizá inquieta un poco que se
quiera dedicar a la docencia—, pero no tiene en absoluto la capacidad de
humillarme. Y creo que, efectivamente, hay un enaltecimiento pero, como he
dicho, del mal gusto y de la falta de sensibilidad. Confío por el bien de todos
en que esta petición no prospere, y que aprendamos de una vez a tolerarnos los
unos a los otros motivados por el respeto, y no por el miedo”.
Si Lucía comparte los mismos apellidos que
la víctima y no se considera humillada, ¿la Fiscalía debía seguir adelante?
Haciendo un ejercicio de memoria podemos
recordar situaciones muy similares. Si llas traemos a 2017 los chistes de Tip y
Coll en 1984 o la película “Makinavaja y el último choriso” de Andrés Pajares
en 1992 ¿qué condena podrían merecer ahora?
Pero continuando en 2017 nos encontramos
con otro tuit, en este caso del periodista Alfonso Rojo: “Colau dispara en la nuca a
las víctimas del atentado de ETA en el Hipercor”. Si este señor hubiera seguido
las primeras y más sencillas normas elementales que se enseñan en la Facultad de Ciencias de la Información , con
acudir a diferentes fuentes (por ejemplo la hemeroteca de El Periódico de 16 de
marzo de 2016) y contrastar los datos seguramente se habría ahorrado escribir la
necedad en la que menciona a 21 ciudadanos asesinados y a otros 45 heridos de
diversa consideración. Por lo tanto las preguntas consiguientes serían: la Fiscalía ¿se atreverá a
iniciar una investigación por este tuit o preferirá mirar para otro lado? ¿La Fiscalía tendrá la
valentía suficiente para revisar la posible “humillación a las víctimas del
terrorismo”? ¿Sería “enaltecimiento del terrorismo”? ¿Se podrá saber si 21 asesinados
merecen el mismo respeto, para la
Fiscalía , que uno solo? ¿Seguirán algunos diciendo que todas
las víctimas son iguales? ¿O el problema estribará en que en lugar de la
víctima lo que realmente les importa es el autor dependiendo de su nombre o de
su ideología?
Por si
no lo sabe, le recuerdo a la
Fiscalía y de paso a todos aquellos que dicen “trabajar por
las víctimas del terrorismo”, que entre los afectados por el atentado en
Hipercor hay personas anónimas que representamos la pluralidad existente en el
colectivo de víctimas del terrorismo y algunas de estas, por mucho que lo
intenten desde diferentes estamentos, nunca callaremos.
Exigir
que la Fiscalía
no haga diferencias entre víctimas también es luchar por la memoria, la
dignidad y la justicia. Sinceramente, me preocupa más Alfonso Rojo que una
tuitera murciana.
Tuit del periodista Alfonso Rojo del pasado lunes 22 de marzo |
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