03 abril 2017
Los 'txistes' de
Kassandra
Ante problema tan principal como el que plantea a la
democracia española la condena de Cassandra Vera debo hacer una declaración de
principios. Yo celebré el asesinato de Carrero Blanco y antes el de Melitón
Manzanas. Uno era la mano derecha del dictador; el otro, un policía torturador,
a algunas de cuyas víctimas tuve ocasión de conocer y apreciar. Mi celebración
de ambos atentados se debió a mi imbecilidad. Yo era un estúpido políticamente
hablando, y también en el plano moral.
¿Cómo
pude tomar a una banda terrorista por alguien de los míos? He aquí un problema
de la izquierda respecto a ETA, la creencia de que algunas de sus acciones
estaban justificadas, que en parte sí eran de los nuestros, que parte de sus
víctimas estaban bien asesinadas. Como si una víctima, para serlo, debiera ser
moralmente idónea y no fuera el odio criminal de los victimarios lo que la
señala como tal.
Hace
años, en una manifestación contra ETA en San Sebastián, se puso a disposición
de los manifestantes carteles en cada uno de los cuales figuraba el nombre de
una víctima. Nadie quiso coger los carteles con el nombre de Carrero o
Manzanas. La izquierda y una buena parte de nuestro país es así. De ahí que
haya sido tan polémica la sentencia que ha condenado a Cassandra Vera a un año
de cárcel. ¡Por unos chistes contra Carrero! En el escalón inferior están las
triunfales acogidas a los asesinos en sus pueblos, que tan incansablemente
denuncia Covite. El periódico global editorializaba el sábado: «Condenar por
enaltecimiento del terrorismo a una tuitera es excesivo», donde el
editorialista hacía suya la excusa de Pablo Iglesias al periodista Alsina por
no leerse las sentencias: «Por esa regla de tres no podríamos opinar de nada».
La
sentencia condena a la tuitera no por enaltecimiento, sino por «humillación a
las víctimas del terrorismo», según dice el primer párrafo del fallo, pág. 20.
De ahí en adelante ha sido un no parar. Si esta tarada
hubiera escrito 13 (o 113) tuits sobre la tromboflebitis del dictador y su
agonía surrealista, no habría juez que la condenara por
ello. Es por hacer chistes sobre un atentado terrorista en el que murió Carrero
Blanco. No va a ir a la cárcel, aunque deberá pensárselo antes de reincidir.
Su condena tiene aspectos positivos, dificultar el acceso a la
docencia a una persona que confiesa odiar a los niños, que «cada vez me dan más
asco». Su capacidad intelectual queda acreditada en frases como que el
hemiciclo «parece más pequeño en persona que en la tele». Su psicopatía en la
celebración de los aniversarios de asesinatos, el de Matías Montero, el de
Trotski. Esta pobre es una enferma y una burra. Hay en su personalidad
elementos que constituyen atenuantes y aun eximentes. Yo tampoco quiero que
vaya a la cárcel, pero la sentencia debería haber
sustituido la condena de no cumplir por una de internamiento efectivo en un
centro psiquiátrico, porque está la pobre muy necesitada.
Para
comprender nuestras psicopatías imaginen razonamientos análogos, exculpando
bromas o chistes sobre los asesinatos de Atocha, las víctimas del 3 de marzo de
1976 en Vitoria, el asesinato de Yolanda González por el ultra Emilio Hellín o
los asesinatos que conocemos como violencia de género.
La
sentencia me parece ejemplar: «el legislador ha querido que el mensaje de odio
que socava las bases de la convivencia y que humilla a las víctimas del
terrorismo tenga un tratamiento específico en el artículo 578 del Código
Penal». O sea que Cassandra Vera merece un reproche, aunque su discapacidad, no
sólo la cuantía, la exima del cumplimiento de la pena.
Opinión:
Si el artículo del señor Santiago González se fundamenta en
cuestiones procesales (y no lo pongo en duda), tengo una pregunta: dice que “la
sentencia condena a la tuitera no por enaltecimiento, sino por «humillación a
las víctimas del terrorismo», según dice el primer párrafo del fallo, pág. 20.
De ahí en adelante ha sido un no parar”.
Bien, no pongo en duda lo que dice la sentencia… pero
entonces me gustaría saber qué opina del tuit del señor Alfonso Rojo que
transcribo a continuación… ¿nos ponemos en marcha o el asunto solo depende de
si la “tarada” (como la define el señor González) es de un partido político
determinado? ¿Pueden haber tarados en otros sectores de la política o de la comunicación?
Tuit del periodista Alfonso Rojo |
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