02 abril 2017
Luces y sombras de “patria”,
el libro del que (casi) todo el mundo habla bien
«¿Qué va a saber un hombre como Aramburu de lo que pasó
aquí si se fue a Alemania hace más de 20 años?». Lo dice un vecino de Hernani en
un artículo de El Mundo de hace unos días, a modo de única voz discrepante
entre el coro de halagos a la obra. No de los vecinos, a los que se retrata
esquivos, como si el tema les incomodara en una crítica poco velada, sino
a muchos fuera.
No en vano el libro leva vendidos
200.000 ejemplares en menos de
medio año y eso, en uno de los países con peores índices de lectura y
especialmente abordando un tema tan complicado como el llamado conflicto
vasco, tiene mérito. Mucho.
Si se hace balance entre las
críticas positivas y las negativas, el resultado es demoledor en favor de
la obra de Fernando Aramburu, y es lo que cabría esperar de un éxito de ventas
de estas características. Sin embargo, sorprende que siendo un
tema respecto al cual no se ha conseguido ni consensuar un idioma
común (que si hay conflicto o que si no, que si las víctimas son iguales o
si no lo son) haya halagos aparentemente unánimes. Porque los hay, al
menos en la prensamainstream.
En El País, por ejemplo, hay críticas que
arrancan directamente con «van faltando ya adjetivos y adverbios hiperbólicos» para los que califica como “novelón” u
otra que habla de “novela memorable”. «Hay que celebrar esta gran obra», escribe
Elvira Lindo, mientras Vargas Llosa asegura que hace tiempo «que
no leía un libro tan persuasivo y conmovedor, tan inteligentemente concebido».
Hasta los partidos políticos
parecen estar de acuerdo con la obra, reza otro
artículo, aunque tras el titular el texto diga otra cosa. Sólo una
pieza dice algo (muy) distinto: que la visión del libro es «poco incisiva
y moralmente ventajista porque presenta a la contraparte mala de toda esta
historia de manera simplista y estereotipada».
En El Mundo se repite el patrón. «No hay ni pizca
de exageración en los elogios», dicen en una entrevista al autor, mientras
una columna cuya autora lloró al acabar el libro —ella misma lo cuenta- aprovecha
para zurrar a todos los partidos usando el pretexto de la obra, algo similar a lo que hace otra política en otra
columna. Otro artículo habla de «la gran epopeya del terrorismo», una idea
que se refuerza en otra tribuna —también
de un político— en la que se afirma directamente «si alguien quiere entender lo
sucedido, basta con que lea esta novela». Sin más.
Rajoy
diciendo «conflicto vasco»
La tendencia, fuera de las dos
mayores cabeceras, continúa. Tal
ha sido el hype que hasta el presidente del
Gobierno reconocía en una entrevista que
la novela «es buenísima» y que «refleja muy bien el conflicto vasco». Otro
punto para el autor, además del éxito de ventas: que Rajoy use la terminología
que siempre criticó para hablar de lo sucedido en Euskadi («conflicto vasco») y
que compre un relato en el que, aunque de puntillas, se habla también de
torturas, abusos policiales y persecución ideológica.
Fuera de los grandes medios dos
columnas ‘lideran’ la visión crítica. En la primera el también escritor
Iban Zaldua explica por qué no le gustó Patria enumerando
cuestiones históricas y literarias y criticando «el adanismo» del autor y
la editorial, que —a su juicio— hablan de la obra como si nunca ningún otro
autor hubiera escrito sobre ello y Aramburu fuera el primer valiente en
hacerlo.
En la segunda, el catedrático de la UPV Ramón Zallo se
centra más en lo político y social, criticando lo estereotípico de los
personajes y la parcialidad del relato ofrecido. «Patria le ha venido bien al establishment, especialmente en la
llamada batalla por el relato. Una batalla en parte inútil porque siempre habrá
varios relatos y el que plantea Aramburu es uno más, bastante parcial y
maniqueo», opina. El propio Aramburu aseguraba, de hecho, que la «derrota
literaria de ETA» seguía pendiente, toda
una muestra de intenciones.
«Lo veo ‘un relato’, no ‘el relato’»,
comenta en esa misma línea el senador de EH Bildu Jon Inarritu. «Hay mucho
estereotipo, en algún caso ridículo. Lo que cuenta pudo ocurrir, pero
otras cosas que no cuenta también pasaron. Como novela es
entretenida, le darán un millón de premios… Literariamente no estoy
capacitado para criticarla, pero políticamente es parcial, un intento del establishment de llevar una obra de
ficción al tema del relato», concluye.
Algo similar describe Lara Hermoso,
periodista y otra de las voces críticas respecto a la obra: «Para mí el
problema de Patria reside en que se queda en
los estereotipos, todos los personajes responden a uno fácilmente reconocible.
Se supone que aborda el conflicto vasco y ni siquiera hay un debate ideológico.
El propio Joxe Mari, el etarra, es
un bruto, alguien sin cerebro que parece que está en la organización casi por
accidente, que se desencanta de la organización sin un razonamiento profundo.
En una novela que se vende como el gran relato de lo que ha pasado en Euskadi
estos años, tal vez habría merecido la pena dar una visión más profunda de la
izquierda abertzale. Tengo la sensación de que el éxito de la novela radica en
que cuenta una versión que muchos querían oír y en que es un libro muy fácil de
leer, pero lleva el cliché hasta el final», considera.
Muy distinta es la valoración que
hace Alfonso Gil, teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Bilbao por
parte del PSOE. «Su mayor valor es que ayuda a deslegitimar la violencia
terrorista y a construir un relato respetuoso con la verdad de lo ocurrido y
con la memoria de las víctimas».
«La fractura que se abre entre dos
familias amigas es la representación de la fractura que se abrió en la propia
sociedad vasca», considera. Similar es la visión de otro político de distinto
signo, el senador Jokin Bildarratz , del PNV: «Con su lectura he sentido de
cerca vivencias y relaciones humanas que he conocido en primera persona. El
autor ha sabido reflejar en cada persona la tragedia, angustia y soledad
provocada por décadas de violencia y terrorismo sin sentido. El libro es una
invitación a abrazar el tránsito del horror a la esperanza».
Políticos,
periodistas y vecinos
En algún punto intermedio
entre el aplauso y el cuestionamiento está Javier Vizcaíno,
periodista de Onda Vasca: «Escribí una primera columna recomendándola [aqui],
luego otra matizando [aqui]…», explica él mismo. «Lo leí poco después de salir
y entonces me pareció muy adecuado, al margen de la calidad literaria,
manifiestamente mejorable», opina.
En el lado bueno de su lectura se centra en el
retrato de los personajes y en los temas que se tratan. «Me quedo con el
retrato de lo que sospecho que muchos quieren olvidar. Quizá se exageran los
perfiles pero, por desgracia, reconozco a la mayoría de los personajes. ¿Son
estereotípicos? ¡Mierda! Es que hemos caído en el estereotipo más burdo», exclama.
«Aprecié también que esta vez Aramburu no oculta la otra realidad: las torturas
sistemáticas, la guerra sucia, el aprovechamiento político y mediático. Quizá
no incide en ello, pero está ahí. Cuando Rajoy dice que es un gran retrato,
está asumiendo todo eso», incide.
«También me divierte la movidilla
que ha provocado en el mundillo literario e intelectual de mi país. Esas
críticas de carril diciendo que es una novela de carril, esas apostillas
maniqueas diciendo que es una novela maniquea, esas diatribas de parte acusando
a la novela de ser de parte…», ironiza.
Luego está la parte negativa de
su lectura: «Me disgustan el fenómeno en que se ha convertido, su
utilización tosca, la pretensión de que es ‘la gran novela sobre…’ o, peor, ‘la
primera novela sobre…’. Hay decenas de novelas sobre la cuestión. Bastantes son
un puñetero pestiño de parte, pero otras son honestas. Es mentira que haya
habido no sé qué tabú», zanja.
Al menos, y a pesar de
las críticas de parte y de los aplausos amplificados, con tabú o sin
él, la novela ha hecho visible un tema olvidado, quizá demasiado tiempo y
quizá por demasiada gente. Y no, no se trata en esta ocasión de los
vecinos de Hernani.
Opinión:
Actualmente estoy leyendo mucha información sobre “Patria” y gracias a un regalo de un buen amigo estoy leyendo el mencionado libro.
Actualmente estoy leyendo mucha información sobre “Patria” y gracias a un regalo de un buen amigo estoy leyendo el mencionado libro.
No discutiré la calidad literaria de lo que llevo leído
hasta el momento, más todavía si se reflejan asuntos que he vivido (por razones
obvias) en “casi” primera persona en numerosas visitas al País Vasco.
Pero sigo diciendo que tiempo atrás leí y disfruté un libro
con un relato sino parecido, al menos similar. Se trata de “Intxaurrondo Blues”
y quizás por haberlo eído con anterioridad, el libro de Fernando Aramburu no me
sorprende ni me hace vibrar como lo hice con el de Rafael Jiménez.
En cuanto al asunto de que alguien hable de algo que, al
parecer, no ha vivido en los últimos veinte años, prefiero no opinar. Desconozco
si esa situación se ha dado, pero de lo que no tengo ni una sola duda es que
existen muchos que en los últimos años se atreven a hablar de lo que no han
vivido ni sufrido ni padecido.
En el País Vasco y en muchos otros lugares.
Ah, y que un presidente del Gobierno hable de “conflicto
vasco” no debería extrañar tanto… otro llamó a ETA “Movimiento Nacional de
Liberación Vasco”…
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