31 marzo 2017
Un chiste tonto del
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Las bromas sobre
Carrero Blanco ya comenzaron a contarse a los pocos días de la voladura del
coche
Carrero era un ser humano, desde luego, como lo son desde
el mejor de nuestra especie hasta su peor encarnación, y tenía hijos, buena
prueba de ello es Lucía Carrero-Blanco, su nieta, que publicó una carta muy
bien traída es este periódico es para decir que los chistes sobre su abuelo no
le parecían “enaltecimiento del terrorismo” sino del mal gusto, y que
consideraba el paso por la justicia de quien los hiciera un disparate. Desde
luego, mucho más ha aprendido sobre tolerancia democrática la nieta de un
almirante de la dictadura franquista que aquellos que ahora exigen pena de cárcel
para quien escribe un tuit.
Mal vamos si dejamos en manos de la justicia lo que debiera
ser un debate ciudadano. A los que escribimos en la prensa nos dicen tantas
barbaridades a diario que uno podría pasarse la vida acampado en la Villa de París, la de la Audiencia , con una
pancarta pidiendo no ya justicia sino consideración, piedad, respeto, una
lectura desprejuiciada, exenta de misoginia, desprecio y crueldad. ¿Saben sus
señorías lo difícil que es enfrentarse a una inmensa cuarta pared con los
colmillos afilados cada semana? No nos ayudan con este numerito de pasar a una
anónima contadora de chistes por los tribunales, porque ponen el acento en algo
anecdótico que no estimula el debate hacia el lugar que nos preocupa sino que
lo anula de raíz: a partir del momento en que una persona de 21 años puede
quedar marcada para siempre por una gracieta hay que manifestarse de inmediato
a su favor, eso es lo urgente, lo que debemos hacer.
La
consecuencia es que la sentencia nos aparta de los asuntos que debiéramos estar
debatiendo en estos años locos: cómo está interviniendo en la libertad de
expresión el salvajismo en la red y cómo nos hemos rendido a que los algoritmos
cibernéticos decidan sobre qué información nos llega y cuál no. El debate,
señorías, está en otro sitio: solo recibimos información masticada, sesgada, la
de nuestro equipo, partido o círculo de amigos. No estamos expuestos a lo que
nos incomoda, de tal forma que cuando algo nos ofende reaccionamos
desproporcionadamente exigiendo que quien nos “agredió” cierre el pico para
siempre.
No hay libertad posible porque nos han dado el caramelo de
la opinión inmediata, leemos torciendo el morro, en una pantalla diminuta y
pasando el cursor a toda leche, sin llegar hasta el final de una pieza
periodística, decididos desde la primera frase a entrar en cualquier red para
expresar una opinión a favor o en contra, marcados por la furia, el entusiasmo
o el desprecio, dispuestos a unirnos a una paliza verbal colectiva sin pensar
en que quien lo recibe está al otro lado, siente y padece. ¿Dónde queda en todo
esto, dónde queda, Carrero Blanco? Es tan ridículo en los tiempos de la
posverdad, de la exageración iluminada y sectaria, del partidismo fervoroso, de
la crueldad colectiva, que penalicen ustedes un puñetero chiste; es estúpido
para muchos de los que tratamos de estirar los límites de la libertad de
expresión a diario que una sentencia nos obligue a centrarnos en el hecho de
que una chica puede acabar estigmatizada judicialmente por 13 tuitssobre algo que
ocurrió hace más de cuarenta años. Aunque desde luego nos define como país: no
somos capaces de concentrarnos en lo esencial.
El debate de nuestros tiempos habría de centrarse en qué
tipo de personas saldrán de este universo de comunicación irreflexiva y
abrumadoramente reactiva, ¿serán capaces los que se exponen públicamente de
sobreponerse al miedo a ser vejados o malinterpretados? ¿Cómo podremos
defendernos de la información mentirosa, de los bulos masivos? Es tan
preocupante lo que nos pasa que la irrupción abusiva de la justicia solo
conduce a enmarañar aún más el presente.
Y otro día hablamos del humor juvenil inspirado en ETA. Da
para un ensayo.
Opinión:
Leyendo el artículo de Elvira Lindo he recordado una de las
canciones con mas segunda intención que recuerdo, interpretada por La Trinca. Precisamente
la canción “La faixa” tiene en la letra incluida la frase “Tres días hay en el
año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión ”. Y buscando
por Internet he encontrado el siguiente enlace
y al escuchar la canción he notado un “ligero cambio”. Se
puede escuchar en el minuto 03:13… ¿Se podría cantar hoy la letra que dice así?:
El "corsé" no està de moda, la cotilla va de
_baixa, per això els fabricants de faixes de
la indústria nacional convoquen per la tablilla el gremi de
la cotilla,
dimecres, a dos quarts d'onze: assemblea general.
La faixa està de rebaixa, no se'ls veu gaire optimistes
aquells fabricants de faixes, altrament dits: faixistes.
S'inaugurà la reunió i és tan gran l'esverament que per
calmar l'assemblea així parla el president:
"Clients de tota la vida ara ens estan fent el salt;
no s'exporta cap cotilla ni a Grècia ni a Portugal. Que tant acostar-se a
Europa! que tant canviar de "jaquetes"! Si no vetllem pel negoci,
anirem a fer punyetes.
Doncs, fent números, he vist, que si segueix anant de baixa
caldrà tornar a dir al país: o faixa... o caixa
Continuant la reunió es llegeix una "octavilla"
que, en contra de la cotilla, ha llançat l'oposició, on hi ha escrit:
"Companys, la faixa ens oprimeix i ens domina, cal cremar totes les faixes
i els faixistes de propina"
Deu cauen sota la taula víctimes d'un cobriment, mig
histèrics els que queden canten exaltadament: "Tres días hay en el año que
relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión ".
Faixistes, no busqueu més solucions, sabeu de fonts
fidedignes que la culpa és dels massons i dels jueus malignes.
Faixistes, sou del món occidental, reserva espiritual, sota
el mantell protector de la
Santa Inquisició.
Olé!
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