07 abril 2017
El ministerio público
presenta una denuncia para acceder a los datos del arsenal para resolver
atentados
La Fiscalía
de la Audiencia
Nacional pretende investigar el arsenal de armas que
ETA tiene previsto entregar el próximo sábado 8 en Bayona (Francia) a través de
un grupo de intermediarios, y que supondrá el desarme definitivo de la
organización terrorista. El ministerio público quiere comprobar si la banda
cometió con esas armas alguno de los más de 300 asesinatos que continúan sin
resolver.
El ministerio público busca que el juez envíe una comisión
rogatoria —solicitud de auxilio judicial entre Estados— para que Francia
proporcione a las autoridades españolas detalles sobre el contenido de los
zulos cuya ubicación ETA lleva comunicando desde el pasado 17 de marzo, cuando
anunció su intención de desarmarse. El juez Velasco admitirá a trámite la
denuncia previsiblemente hoy viernes, según fuentes judiciales.
Fue la
Guardia Civil la que, a principios de esta semana, se dirigió
a la Fiscalía
de la Audiencia
Nacional para solicitar esta comisión rogatoria a Francia. No
obstante, es dudoso que el examen de las pistolas, fusiles, explosivos y demás
armamento que ETA todavía conserva sirva para esclarecer los más de 300
asesinatos de la banda que permanecen sin resolver, ya que se prevé que los
terroristas solo hagan entrega de armas sin detonar. La organización terrorista
asesinó entre 1968 y 2010 a
un total de 829 personas, de las cuales 486 eran miembros de cuerpos policiales
y de las Fuerzas Armadas.
Casi la mitad de los más de 300 crímenes de ETA que no han
llegado a juzgarse por falta de autor conocido han prescrito ya. La mayoría
corresponden a la época más sangrienta de la banda, los años setenta y ochenta
del siglo pasado, que tenían un plazo de prescripción de 20 años. La reforma
del Código Penal de 2010 estableció que los asesinatos con carácter terrorista
no prescriben.
343 presos
El desarme completo, unilateral e incondicional de ETA será
supervisado por el Comité Internacional de Verificación, que coordina Ram
Manikanningam y que se constituyó a finales de 2011, tras anunciar la banda el
cese definitivo de la violencia.
El proceso de desarme, que culminará el sábado, reabrirá el
debate en la banda sobre su futuro. Según medios abertzales,
ETA tiene tres opciones: proseguir como organización socio-política desarmada,
disolverse poco a poco sin comunicarlo públicamente o anunciar su disolución.
En los medios abertzales se
da por descartada la continuidad de ETA como organización.
La desaparición total —comunicada o paulatina— de ETA
previsiblemente facilitará que el mayor activo actual de la organización, sus
presos, se acojan a medidas individuales de reinserción. En la actualidad,
según datos de la organización Etxerat, ETA tiene 343 reclusos, de los cuales
265 están en prisiones españolas, 75 en Francia y los tres restantes en Reino
Unido, Suiza y Portugal. Sobre algunos de ellos, autores de los atentados
finales de la banda, pesan condenas de
40 años de cumplimiento íntegro entre rejas.
La jornada del sábado en Bayona constará de dos fases. La
primera, desde la madrugada, consistirá en la operación de desarme propiamente
dicha, que se realizará fuera de la ciudad vascofrancesa, de forma discreta y
con medidas de seguridad para garantizar que la entrega de armas sea “total,
verificable y verificada”, según un comunicado de los autodenominados Artesanos
de la Paz. El
Gobierno vasco insiste en añadir otro adjetivo a este desarme: “legal”, en
referencia a la seguridad jurídica de la entrega de armas.
La segunda parte de la jornada, en la que no tomará parte
el Ejecutivo de Iñigo Urkullu, comienza a las 10:30 en Bayona al margen de la
operación de desarme. Desde esa hora se celebrarán conferencias y debates con
expertos en resolución de conflictos armados y miembros de la izquierda abertzale.
Entre ellos figura Joseba Azkarraga, portavoz de la plataforma Sare de apoyo a
los presos de ETA y exconsejero vasco de Justicia.
A partir de las tres de la tarde se ha convocado una “gran
concentración plural” de recuerdo “al sufrimiento experimentado por cada una de
las partes del conflicto”. Esta terminología, que presenta al terrorismo etarra
como una guerra entre dos bandos, es habitual de la izquierda abertzale,
que lleva días tratando de capitalizar el desarme en su provecho.
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