03 abril 2017 (01.04.17)
El desarme de ETA no
es como el del IRA o las FARC
El procedimiento, sin
contrapartidas, se basa en la propuesta del Gobierno vasco de diciembre de 2014
El proceso de desarme de ETA es atípico. No sigue el patrón
de los referentes más conocidos y recientes como el del IRA en Irlanda del
Norte o el de las FARC en Colombia. Su
diferencia fundamental estriba en que estos procesos fueron fruto de una
negociación y acuerdo de paz. No es este el caso del desarme de ETA”, señalan
expertos en estos procesos de entrega de armas.
“El desarme de ETA, a diferencia de los del IRA o de las
FARC, no ha sido negociado con los Gobiernos español y francés, como pretendía
la banda armada, y carecerá de contrapartidas. Será unilateral”, confirman
fuentes del Ejecutivo vasco. ETA se ha comprometido a entregar las armas, cuyos
depósitos están en Francia, a la justicia gala a través de intermediarios como
el Comité Internacional de Verificación y representantes de la sociedad
vasco-francesa.
Por el
contrario, en el caso del IRA, el Gobierno irlandés, los partidos y la
organización armada pactaron crear una comisión de desarme. Una representación
internacional lo verificó en presencia de sendos enviados de las partes
enfrentadas, un cura católico y otro protestante. Por su parte, el desarme de
las FARC está calificado como “conflicto armado interno”, sometido al derecho
internacional humanitario, y la entrega de armas se está haciendo ante un
equipo de la ONU. Sin
embargo, el desarme de ETA no se ubica como proceso final de un conflicto
armado interno.
El modo de
entrega de las armas es otro rasgo diferencial del desarme de la banda
terrorista vasca. “Al entregar el armamento a la justicia francesa, ETA se
compromete con la legalidad a no destruir las armas que los jueces analizarán
para descubrir posibles delitos cometidos con ellas. Las armas del IRA y las
FARC fueron destruidas”, señalan las mismas fuentes. El procedimiento de
entrega del armamento de ETA le aproxima al proceso de desarme seguido por el
Ejército Revolucionario Bretón (ARB), señalan los expertos. El ARB fue un
pequeño grupo nacionalista radical que realizó algunos atentados con explosivos
en Francia y cuya acción más conocida fue el robo de ocho toneladas de
explosivos en colaboración con ETA en Plevin en 1998. El ARB se desarmó en
2000, entregando a la justicia los explosivos robados que controlaba y el
escaso armamento del que disponía.
Una tercera
diferencia radica en la administración de las entregas. “El desarme de ETA será
completo, definitivo y a través de un único acto”, asegura el Gobierno vasco.
“No fue así el del IRA, que realizó una entrega en cuatro plazos de tiempo. Ni
será el de las FARC, que ha realizado recientemente su primera entrega”,
aseguran las fuentes consultadas. Aunque se desconoce el número de armas de ETA
—se especula entre 200 y 300 unidades entre fusiles, subfusiles y pistolas,
además de material explosivo—, resulta evidente que el armamento del que
disponía el grupo terrorista irlandés y la guerrilla colombiana es muy
superior.
ETA, cuando
declaró el cese definitivo del terrorismo en octubre de 2011, pretendió
realizar un proceso de desarme similar al del IRA y las FARC. Trataba de
materializarlo a través de un sellado de su armamento y su inutilización,
supervisado por verificadores internacionales enviados oficialmente por los
Gobiernos español y francés. La banda terrorista vasca rechazaba una entrega de
armas y que estas pudieran ser analizadas para sortear el riesgo de que la
justicia abriera nuevas causas. Asimismo, pretendía un desarme a plazos para
difuminar la imagen de derrota y ofrecer una escenografía bilateral con los
Gobiernos español y francés. Por ello, tras el cese definitivo del terrorismo,
mantuvo una delegación en Noruega para negociar las condiciones del desarme.
Ambos Gobiernos se negaron y en febrero de 2013 el Ejecutivo del PP logró la
expulsión de la delegación etarra del país nórdico. Pese a ello, ETA mantuvo su
posición. Tampoco la cambió cuando en diciembre de 2014, ante la persistencia
del bloqueo, el Gobierno vasco le ofreció la creación de un “comité para el
desarme” con representantes de las instituciones vascas, la sociedad y el
Comité Internacional de Verificación. El Ejecutivo vasco se comprometía, a su
vez, a avalar la legalidad del desarme ante el Gobierno del PP.
Esta
propuesta del Gobierno de Iñigo Urkullu es básicamente la que, finalmente, ha
asumido ETA. Para ello han tenido que pasar más de dos años en los que la banda
ha interiorizado la imposibilidad de un desarme bilateral con los Ejecutivos
español y galo e, incluso, el riesgo de que la sucesiva incautación de
depósitos por la policía francesa dejara el desarme reducido a la mínima
expresión. Sobre la base de la propuesta del Gobierno vasco, ETA ha otorgado
mayor protagonismo a los intermediarios de la sociedad vasco-francesa como
receptores de la geolocalización de su armamento. Pero ha asumido de dicha
propuesta el papel de los verificadores internacionales; la presencia de las
instituciones vascas y navarras; y la legalidad del proceso de desarme al ser
la justicia francesa la destinataria del armamento.
A su vez,
el Gobierno de Rajoy está dejando hacer. Al realizarse el desarme en territorio
francés no le acarrea ningún coste y cumple su exigencia básica: que ETA
entregue la geolocalización de sus arsenales y que la justicia sea su
destinataria. En la no beligerancia de Rajoy cuenta, también, la pérdida de la
mayoría absoluta. Necesitado del PNV, ha establecido una buena relación con el
lehendakari Urkullu, convertido en garante del proceso y comprometido a
informarle de su marcha.
Opinión:
Estos días he leído opiniones de diferentes personalidades,
algunas hablando “en nombre de las” víctimas sin, evidentemente, haber
consultado previamente nuestra opinión. Y me da la impresión de que en algunas
ocasiones esas declaraciones se basan más en impresiones personales a las que,
seguramente, este reportaje podrá aportar más luz en la oscuridad.
Que una banda terrorista causante del muchísimo dolor
durante 50 años se vea en la obligación (para mi la causa de la misma ya no es
lo más importante) de entregar las armas me parece crucial. Y que estas armas, por lo que se ve, puedan
ser revisadas para intentar esclarecer muchos atentados todavía por aclarar aún
me parece mucho más importante.
Por razones obvias entiendo perfectamente que el dolor
causado ya no tiene vuelta atrás. No hay solución para el dolor recibido. Pero por
estas razones y con el único objetivo de evitar que muchas otras personas
puedan sufrir lo que tantas otras ya hemos sufrido, entiendo que una banda
terrorista sin armas, sin explosivos y sin arsenales no es ni banda ni es nada.
Justamente, lo que tantos hemos deseado y por lo que tantos
hemos trabajado, que la banda terrorista ETA se convirtiera en nada.
Y lo que más me alegra es que muchísimas víctimas coincidimos
en estos planteamientos.
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