07
septiembre 2017
“Sobrevivir a
la violencia también te hace violento”
Tras su ensayo sobre cultura y
memoria en torno a ETA, Edurne Portela salta a la ficción con el retrato de una
familia vasca en los años de plomo del terrorismo y la heroína
Aquí
está. Edurne Portela generó una gran polémica hace un año con su ensayo El
eco de los disparos al
señalar la culpabilidad colectiva de la sociedad vasca en el conflicto y
al defender el papel catártico de la cultura como herramienta de cambio frente
a la complacencia. Analizaba de forma muy crítica algunos libros y películas
—en especialOcho apellidos vascos—
por pasar a la carcajada saltándose la reflexión. Ahora, es ella quien se pone
en la picota con su propia novela, Mejor la ausencia (también
en Galaxia Gutenberg), la primera de esta doctorada y profesora de Literaturas
Hispánicas en EE UU nacida en Santurce (Vizcaya), en 1974.
“El
ensayo me permitió abordar el tema desde la reflexión, pero al acabarlo quería
explorar más, y hacerlo con las herramientas de la imaginación”, cuenta
Portela. “Ha sido un proceso largo, no espontáneo, de mucho trabajo. Tuve que
desechar las primeras 80 páginas porque no me creía lo que estaba haciendo,
avanzaba con torpeza, hasta que encontré la mirada de Amaia, que se convirtió
en narradora”.
Amaia
Gorostiaga es la voz que crece en 234 páginas lo que se tarda en crecer una
vida, la distancia entre los chispazos de realidad que percibe una niña que ve
empujones, lloros y ausencias cuando solo quiere pensar en los Reyes Magos; que
luego ve síndromes de abstinencia cuando debería estar haciendo los deberes, o
la cara morada de su madre cuando lo que quiere es la merienda. Las lagunas
convierten la vida misma en un inmenso tabú donde la oscuridad es siempre más
amplia que la luz. Su voz cambia con la edad, como su conocimiento, y su
crecimiento va consistiendo en huir para volver a ratos para intentar
comprender. A veces sabiendo, en general sin saber.
“Quien
ejerce la violencia normalmente instaura un silencio con ella. Cuando eres
víctima no eres capaz de hablar de ella, ni como persona ni como sociedad,
porque estás traumatizada. Y se convierte en tabú. Lo que sí podemos hacer
después de un tiempo es afrontarla de la mejor manera posible, cada uno a
través de sus herramientas, para intentar romper ese tabú”.
Paro y desindustrialización
En
la familia de Amaia dejan muescas el paro, la desindustrialización y la heroína
que afectaron a la margen izquierda del Nervión en los años ochenta, como a
tantas zonas de España, pero también el conflicto vasco, los odios de
proetarras otxakurras. Y cada
cual sobrevive como puede: a las agresiones que los culpables imponen y las
víctimas también en su propio acto de supervivencia. “Amaia es una víctima y a
veces también ejerce sus propias violencias en su reacción de autodefensa. Cada
uno sobrevive como puede y algunos en esa supervivencia dejan otras víctimas
detrás. A diferencia de la política, que ve el mundo blanco o negro, la ficción
nos da las herramientas para presentar la complejidad de una sociedad en la que
todos hemos contribuido a crear un silencio brutal que nos ha hecho cómplices.
Defenderte de la violencia genera tus propias violencias”.
Portela
—adolescencia de Kortatu, la Polla Records y el resto del rock radikalvasco
y algún porrazo que ya describió en El eco de los disparos— también huyó de su País Vasco,
como su personaje y como tantos asqueados de la violencia. Hoy puede regresar y
ver una región transformada donde
la margen izquierda también ha cambiado muchísimo “claro que menos que la
derecha”, ríe.
Amaia,
como la propia Portela, encuentra en la escritura su forma de buscar
respuestas. “Escribir para ella es una forma de conocimiento, de procesar
intuiciones, memorias rotas de vivencias que no ha podido procesar bien; es la
forma de intentar entrar en un pasado muy oscuro y traumático. Ella misma es
incapaz de saber si realmente pasó lo que imagina. ¿Lo que escribe es una forma
de intentar salir de esa oscuridad o la está creando mientras la escribe?”. Portela
intenta convencernos de que no es Amaia, pero reconoce que escribe desde una
sensibilidad a flor de piel. “Tal vez es más íntima, más desde dentro y hacia
adentro. Meterme en esa niña y verlo desde ella me pone en esa tesitura, pero
también en una posición de sensibilidad y vulnerabilidad muy fuerte. Con esta
novela me he despellejado un poquito, te vas quitando esas capas y te quedas en
piel de bebé”.
Solo
hay que ver la portada. Al menos reconoce que el peluche roto que la ilustra sí
está basado en un personaje real.
Opinión:
Otra historia más sobre la banda
terrorista ETA, una vez ya ha abandonado su histeria criminal.
Aunque leyendo lo de “sobrevivir a
la violencia también te hace violento” me parece una frase absolutamente
estúpida. Hay cientos de personas que hemos sobrevivido a la violencia
(violencia terrorista, se entiende) y no somos en absoluto violentos. Recuerdo
una frase de 1990 de un gran amigo “Roberto, si una buena persona sufre un
atentado, se transformará en mejor persona pero si un “hdp” sufre un atentado
no hay garantía de que cambie”. Qué razón tenía.
Y ya se qué libro no me compraré.
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