23
septiembre 2017
La censura y su mundo
Barcelona es una ciudad de libros
en la que ya no se habla
Tiene que existir alguna relación entre el auge cada vez
mayor de expertos en lenguaje no verbal y la caída en picado del valor de las palabras.
Lo dijo Max Aub con los ojos vendados como alguien que juega
a la gallina ciega, o como uno de los personajes que aparecen en la pintura
histórica 'Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga'.
(El título es largo, pero la historia es interminable). Lo que dijo Max Aub fue
que se es de donde se hace el bachillerato. Y así siento que soy de un COU nocturno (se trataba de otra oscuridad y la lucha era
por quitarse la venda), y entonces en los institutos nos tocaban profes de
lengua estructuralistas. El mío era maravilloso. Era el fonetista Eugenio Martínez Celdrán,
que explicaba a Saussure sentado en una silla sobre la
tarima, y al sentarse se tiraba de los pantalones para arriba y le dejaban los
calcetines a la vista y las canillas al aire, y mientras distinguía entre
lengua y habla parecía que estábamos en un rincón de su Murcia natal aquellas
noches suburbanas de la
Verneda con la comisaría enfrente y los autobuses con las
luces encendidas traqueteando por la avenida Guipúzcoa.
Las palabras por dentro y las palabras por fuera. Pero a esto
le llamaba nuestro profesor significado y significante. A mí me parecía que se
refería a lo mismo que Antonio Machado en
sus proverbios, en sus cantares, cuando decía que vivía en paz con los hombres
y en guerra con sus entrañas. Significante y significado, y sin embargo ahora
se diría que los significados se han volatilizado lo mismo que un alcohol viejo,
y como las palabras ya no significan nada cada cual las utiliza a su antojo sin
necesidad de detenerse a dar explicaciones. La democracia de uno no equivale a
la democracia de otro, la libertad de uno no termina donde empieza la libertad de
nadie, a una misma persona la han llamado traidora unos y sus contrarios, la
evidente censura contra
unos se entiende como negación de la evidente censura contra otros. Ahora no se
habla para comunicarse, ha quedado obsoleta la función comunicativa del lenguaje, que dijo Jakobson. Se
habla para tener razón, signifiquen las palabras lo que quieran significar.
Pero Jakobson también apuntó que eso de la significación era tierra de nadie.
Lo explicaba con un pasaje de 'Los viajes de Gulliver', donde un académico
sostenía que, como las palabras solo son el nombre que tienen las cosas, basta
con llevar encima las cosas de las que se quiere hablar y mostrarlas. Pero,
claro, otro académico le preguntó cómo lo iba hacer cuando fuese a hablar de
una ballena o, aun más, de todas las ballenas o, peor aún, de las ballenas
ausentes. Aunque, en realidad, creo que lo que mejor ejemplifica la idea de
tierra de nadie es el hecho mismo de aludir al libro de Swift, pues es el
relato de un viaje por mundos imaginarios donde
nos vemos totalmente reflejados.
Barcelona es una ciudad de libros en
la que ya no se habla. Lo de esta semana ha sido el colmo, no se ha hablado en
absoluto y por eso las cosas tomaban el lugar de las palabras. Por ejemplo,
cuando querían decir democracia enseñaban un guardia civil. Y
algunos en vez de decir nosotros enseñaban una bandera. Y cuando se ha invocado
la libertad de expresión ha aparecido una notificación del
Gobierno. Fue así como ha irrumpido el silencio, que es lo
inverso de la tierra de nadie, es decir, nadie en la tierra. Mientras decenas
de miles de personas gritaban en las calles protestando porque veían vulnerado
su derecho a opinar, los lugares creados para debatir fueron cerrando sus
puertas y cancelando y aplazando sus actos programados, uno tras otro en efecto
dominó. Pero ese era un silencio que no se oía, es decir, de verdad, pues el
verdadero silencio nunca se oye. Cada silencio, al igual que las palabras,
tiene su propio significante y su propio significado, y así se suspendieron
presentaciones en librerías, exposiciones fotográficas, actividades en museos y
centros de arte... Yo iba a participar en dos, y sobre la relación entre ambas
había pensado escribir esta crónica. De hecho, creo que lo estoy haciendo
aunque se trata ya de otra relación. El acto del miércoles 20 consistía en una
mesa redonda en el Col·legi de
Periodistes para
rajar sobre el 40º aniversario del atentado contra la revista 'El Papus', que se cumplía ese
mismo día. Intervenían Óscar, Ja, l'Avi, J. L. Martín y
Jordi Riera, un cartelazo. El jueves se trataba de un debate en
la Virreina
titulado '¿Quién nos censura?', con Gregorio Morán, José Martí Gómez,
Francesc Valls y Guillem Martínez.
También de aúpa. Entre martes y miércoles de una misma semana transcurrían
cuarenta años de una prensa escrita enfrentándose a sus censores. Este era el
asunto con el que tenía previsto hilvanar el artículo. Pero un silencio de
rabia e indignación en unos sitios, de prudencia en otros, de temor también en
otros, y fúnebre en general, se apoderó de la ciudad y las cosas se
convirtieron en metáforas de las palabras. Y su manera de decir censura fue
callar.
Opinión:
Tiene razón mi amigo Javier Pérez Andujar al hablar del acto del
miércoles, acto que no se pudo celebrar tal y como estaba previsto… y yo me sigo preguntando ¿quizás no
habían suficientes policías para asegurar el normal desarrollo del mismo?
¿quizás estaban por otros menesteres? Por lo visto hace unas horas, está visto
que la sospecha tenía visos de realidad…
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