14 abril 2015
La inhibición de los imanes impide la recuperación de los
menores yihadistas
Adolescentes detenidos en operaciones
antiterroristas no reconocen a psicólogos o pedagogos que les asisten
«Hay combatientes que retornan de Siria e
Irak a sus países de origen. La mayoría con el propósito de atentar, y unos
pocos porque han desertado. Pero los que marcharon siendo menores de edad...
esos no han regresado. Ninguno. Allí, en zonas en conflicto, tienen una
esperanza de vida de pocas semanas. No los quieren para combatir, sino para
ponerles un cinturón de explosivos y lanzarlos al martirio». Así
describe un agente con experiencia en investigaciones antiyihadistas el drama
que hoy en día representan los cientos de adolescentes que en Occidente caen en
las garras del Estado Islámico. Y mientras, los líderes «moderados» de la
comunidad musulmana mantienen un silencio, que se hace cómplice, sobre este
obsceno tráfico humano.
Y lo peor, según comentan a ABC fuentes de
los distintos Servicios de Información, es que los países occidentales,
incluida España, carecen de una metodología para desenganchar del integrismo
islamista a los menores que tienen la inmensa fortuna de ser detenidos a tiempo,
antes de marchar al infierno de Alepo o Mosul. En apenas ocho meses, Policía,
Guardia Civil y Mossos de d’ Esquadra han detenido a cinco menores. Hasta la fecha, ninguno de los que fueron recluidos en centros
reformatorios se ha arrepentido. Ni tan siquiera ha quedado acreditado que se
hayan desenganchado del proceso de radicalización al que los sometieron los
adoctrinadores. Cumplido el tiempo de internamiento ordenado por el
juez, quedan de nuevo expuestos al entorno radical.
Los sicólogos, sin autoridad
En los centros en los que quedan recluidos
son tratados por psicólogos, pedagogos, educadores... pero como cualquier otro
adolescente que ha delinquido. El recientemente aprobado Plan Estratégico
Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta trata de prevenir o actuar
sobre personas, menores o adultos, que han incitado al odio, la violencia o la
xenofobia. Pero no prevé un método específico para
aquellas personas imbuidas por el integrismo yihadista.
Pero ¿a los menores, por ejemplo, se les intenta
hacer ver que el Corán u otros textos no ordenan las masacres que a diario
comete el autodenomidado Estado Islámico? «No, ni tampoco se les explica que una
interpretación correcta del islam prohíbe la violencia -comentan a ABC fuentes
de los Servicios de Inteligencia-. Los
profesionales, como psicólogos, pedagogos, educadores, policías... trabajan
sobre ellos como con cualquier adolescente que está recluido en estos centros
por incitación al odio o la xenofobia. No hay un plan específico para los adolescentes
reclutados por el Daesh».
El problema de los menores reclutados por
células yihadistas es relativamente nuevo. No solo en España, sino en el
conjunto de Europa. «Y nos supera», reconocen los responsables de la lucha
contra el terrorismo internacional. «Si a estos menores alguien que consideran un
líder espiritual les ha dicho que Dios llama a matar al infiel, que permite la
decapitación del enemigo... ¿va a ir luego un policía para decirles que eso es
mentira, que les han manipulado? Un
agente o un psicólogo no tienen para ellos la más mínima autoridad ni capacidad
de liderazgo».
La prevención, clave
Entonces, una vez en libertad tras seis meses
de internamiento, ¿están condenados a reincidir? «En todo caso, habría alguna esperanza de que dieran marcha atrás en ese
radicalismo si un líder de la comunidad musulmana, con la suficiente autoridad
religiosa, les explicara que el Corán no dice lo que interpreta el Estado
Islámico... Igual habría
alguna esperanza», comentan responsables antiterroristas. «Pero también es
verdad que los imanes no se implican. Además, en España tampoco es que abunden
aquellos que tengan en la comunidad musulmana influencia y preparación
suficiente». La división en esa comunidad musulmana, la
ausencia de un interlocutor claro con la Administración que sea reconocido por
todos los líderes, agrava el problema. «Muchos se resisten a colaborar en la
contranarrativa para desmontar la propaganda del Estado Islámico porque temen a
lo que puedan pensar otros líderes o imanes. Que si colaboran para recibir
subvenciones a cambio u otros beneficios...».
Desde el punto de vista occidental, causa
perplejidad que un menor esté dispuesto a matar. «Lo que ocurre -comentan desde los Servicios de Inteligencia- es que a
esas edades se es muy fácilmente manipulable, sobre todo si sufres desarraigo
social. No digamos ya si en el colegio se ríen de tu religión o hay
antecedentes de radicalismo en tu entorno o familia. Además, quienes los captan
les transmiten unas ideas muy básicas. El sueño de un califato islámico en el
que no van a estar marginados, todo lo contrario. O que el infiel es el
culpable de todas sus penurias...».
Los expertos consideran, por todo ello, que
la clave está en actuar sobre estos menores en el «antes» y en todo caso en el
«durante» que contempla el plan contra la radicalización, que aún está en fase
de desarrollarlo. Así, en esa labor preventiva, se trataría de
hacer estudios de campo para detectar el foco de radicalismo y trabajar sobre él.
Comprobar cuáles son sus responsables, si son los padres, el entorno o el
centro escolar. Si el motivo está en la marginación o hay episodios de
racismo...
Opinión:
Publicaba
ABC hace unos días que “los psicólogos trataran de desprogramar a los menores”…
con una actitud positiva encomiable pero con una base científica muy pobre… en
poco mas de una semana ¿ya han visto que no es tan sencillo? Pues habrá que
esforzarse más para tener éxito en ese proyecto de “desprogramación”, aunque me
decían que quizás hayan psicólogos que hipnoticen a sus pacientes…
Y ahora
más en serio, porque el tema lo requiere. Parece que poca gente nos damos
cuenta de que nos enfrentamos a un tipo de delito para el que no caben las
estrategias médicas y/o psicológicas mas al uso… porque cuando el concepto
religión es el origen del problema, no se pueden utilizar los sistemas que
creemos comunes.
No es lo
mismo delinquir por “ideales” políticos que hacerlo por “ideales” religiosos.
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