24 abril 2015 (23.04.15)
“El foro ciudadano de Azpeitia nos
ha enseñado a entender el sufrimiento ajeno”
Tras un año de reuniones discretas,
once azpeitiarras víctimas de distintos tipos de violencia logran un relato
compartido
Alaitz Aguado, Jexux Aizpurua, Eneritz Albizu, Miren
Alcedo, Jabier Altuna, Joxe Arregi, Felipe Murillo, Miren Odriozola, Manoli
Uranga, Eneka Urbieta y Mertxe Urtuzaga. Son las once personas, hombres y
mujeres de Azpeitia, que en marzo del pasado año recogieron el guante lanzado
por las tres formaciones políticas representadas en el Ayuntamiento de la
localidad (Bildu, PNV y Hamaikabat) y se animaron a participar en un foro
ciudadano impulsado con la finalidad inicial de conocerse y entenderse.
Ese objetivo, que a priori puede
parecer sencillo, se antojaba muy difícil de conseguir; toda vez que esas once
personas acudían a la cita con la pesada carga que supone el hecho de haber
padecido durante años las consecuencias de alguno de los diferentes tipos de
violencia que ha sufrido este pueblo durante largas décadas.
Apoyados por personal de Lokarri,
los integrantes del foro comenzaron a reunirse “una vez al mes” en unos
encuentros marcados por “la discreción y la confidencialidad”.
Las reuniones se han prolongado
durante un año y ayer por la tarde los participantes en la iniciativa
comparecieron ante la ciudadanía para dar a conocer el relato compartido que
han conseguido extraer del proceso que han protagonizado en el marco del foro
ciudadano de Azpeitia.
Mertxe Urtuzaga, Jabier Altuna,
Miren Odriozola y Alaitz Aguado fueron las personas encargadas de proceder a la
lectura de un relato que, a pesar de las lógicas dificultades, ha posibilitado
un importante acercamiento entre vecinos de un mismo pueblo y que hasta la
puesta en marcha de esta iniciativa habían estado enfrentados. Y es que la
experiencia del foro azpeitiarra bien puede considerarse un ejercicio muy
válido de cara a avanzar hacia una convivencia real entre personas de
diferentes ámbitos y trayectorias vitales.
El relato compartido
Los participantes en el foro ciudadano de Azpeitia
reconocen que la mayoría de ellos acudieron al primer encuentro “nerviosos,
inseguros, escépticos, pensando que pudiera tratarse de una cuestión política o
temiendo que la experiencia pudiera agravar sufrimientos en vez de curarlos”.
Ninguno sabía claramente a qué había sido invitado, con qué clase de personas
se encontraría ni cómo se desarrollaría la experiencia. Pero se animaron a
asistir a la reunión “por curiosidad, por la necesidad de tales foros, por la
motivación personal o por la seriedad de la invitación” cursada desde el
Consistorio.
Pronto se percataron de que se
encontraban en un espacio de “diferentes vivencias, edad, origen y formas de
violencia”.
En cualquier caso, para todos ellos
el proceso vivido ha sido “mejor y más fecundo de lo esperado”. Superado el
recelo inicial de que los partidos políticos quisieran utilizarles para lavar
su imagen, los participantes en el foro sienten que han sido los protagonistas
de “un proceso personal en el que se ha impuesto la humanidad”.
A pesar de que sus vivencias y las
lecturas de lo sucedido no eran iguales, se sentaron juntos una vez al mes,
compartieron sus propias vivencias y escucharon con respeto las ajenas. Y es
que, según destacan, “cada uno ha expresado a fondo sus sufrimientos,
reconociendo los del otro y escuchándolos con respeto”.
El de Azpeitia ha sido un grupo en
el que la palabra de todos sus miembros ha tenido “la misma importancia”. Eso
ha posibilitado que en las reuniones todos se sintieran “a gusto y cada vez más
relajados”. Y eso que “a veces teníamos miedo a ser malinterpretados o a que
nuestras palabras pudieran resultar hirientes”; algo probable cuando se ponían
sobre la mesa “historias que nos removían por dentro y que había que digerir”.
En algunos momentos “tampoco resultaba fácil escuchar” y “el hecho de hablar y
desahogarse suponía revivir ante desconocidos experiencias dolorosas”. Pero
precisamente el hecho de haber compartido esas situaciones de sufrimiento
vividas “nos ha unido aún más”.
Del proceso vivido, los miembros
del foro ciudadano de Azpeitia destacan los momentos difíciles y emotivos;
también los buenos y divertidos que han compartido “mientras contábamos las
vivencias más duras, sin suavizar ni mitigar nada de modo artificial, pero
siempre sin dureza de ningún tipo, sin odio ni resentimiento”.
El suyo ha sido “un ejercicio de
sinceridad y de respeto”; un proceso que “nos ha enseñado que también los otros
han sufrido como nosotros”. Para ello, los azpeitiarras participantes en la
iniciativa “nos hemos puesto en el lugar del otro, hemos ejercitado la empatía
y hemos reconocido el dolor del otro como parte de nuestra realidad más
amplia”.
Todo ello ha propiciado un
acercamiento entre personas que hasta ahora habían estado alejadas entre sí. Y
es que, a pesar de toda la diversidad, “nos hemos comprendido y acercado los
unos a los otros, hemos sido capaces de hablar, hemos visto que las barricadas
no son inevitables y hemos tenido la oportunidad de conocer y de respetar las
razones y las conductas de personas que en otro tiempo considerábamos
enemigas”.
Reconocen que el proceso no ha sido
fácil “pues ha puesto de manifiesto nuestros límites”, pero han concluido que
pueden vivir juntos, sin renunciar cada uno a sus puntos de vista, siempre que
uno no imponga el suyo a los demás”. Son conscientes de que deben “asimilar una
nueva cultura política, mirar el pasado de manera crítica y cambiar las
actitudes que tengamos que cambiar”.
Los participantes en la experiencia
reconocen que el proceso vivido les ha brindado “una ocasión única a nivel
personal para hablar sobre tantos temas y sentimientos que llevamos dentro,
para sentir que alguien tiene interés en escucharlo y para saber que sobre estos
temas se puede y se tiene que hablar”.
Mensaje a la ciudadanía
Los participantes en el foro
aprovecharon la comparecencia de ayer para decir a los azpeitiarras que “si
nosotros, que no somos los mejores, hemos sido capaces de hacer lo que hemos
hecho, también lo es el pueblo de Azpeitia y toda Euskal Herria”. También
quisieron destacar que “para encontrar una salida a la historia de violencia
que ha vivido y vive nuestro pueblo, es más importante la responsabilidad que
la culpa, el sufrimiento que la ideología, el empeño por construir un futuro
mejor compartido que la asignación de las culpas del pasado”. Y para ello creen
imprescindible “caer en la cuenta de que hay que confiar tanto en uno mismo
como en el otro; y mostrar la humanidad que nos une”.
Todo ello porque, al fin y al cabo,
“hemos de mirar adelante, sin necesidad de olvidar el pasado y sin odio”. Y
eso, “porque las nuevas generaciones deben conocer lo sucedido... para que no
se repita”.
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