20 febrero 2016
"No
tengo ningún problema en que los asesinos de mi padre cumplan las penas en
Euskadi"
"La izquierda
abertzale debe asumir que estuvieron apoyando una estrategia violenta que
estuvo mal, que no valía la pena y que, además, fue inútil", reclama la
hija del que fuera vicelehendakari Fernando Buesa, asesinado por ETA en
2000
"Aplaudo y me
alegro mucho de que las víctimas de abusos policiales tengan su
reconocimiento", subraya Sara Buesa
"En materia de paz y
convivencia y del final definitivo de ETA tiene que haber coordinación por
parte de los Gobiernos central y vasco. Sentarse a hablar e ir de la mano en
esto. Y llegar a acuerdos", sugiere.
Sara Buesa, hija del dirigente socialista vasco y
exvicelehendakari, Fernando Buesa, revive estos días el asesinato hace ahora 16
años de su "aita" (padre) y de su escolta, Jorge Díez Elorza, a manos
de la organización terrorista ETA. Ha llevado su testimonio de deslegitimación
de la violencia a las aulas y ha compartido también espacio y discurso con
otras víctimas de los GAL o de los abusos policiales y tortura en la iniciativa
Eraikiz. Considera que, a día hoy, tanto construir un "relato veraz"
de lo ocurrido con el terrorismo en Euskadi, como que la izquierda abertzale
asuma que aplaudir, apoyar a ETA "estuvo mal" y tanta muerte
"fue inútil", siguen siendo tareas fundamentales.
Contesta a las preguntas de
eldiarionorte.es un día después del acto
que anualmente se realiza en la capital alavesa en memoria de su padre. Doctora
en Psicología, Sara Buesa reflexiona más desde la ética que desde la política,
pero no rehuye ninguna pregunta. Sin atisbo de odio en sus palabras y con las
ideas muy claras sobre la justicia y el Estado de derecho, apunta que "no
tiene ningún problema en que los asesinos de su padre cumplan las penas en
cárceles de Euskadi. " Lo que me parecería mal es que hubiera impunidad o que salieran a la
calle todos", apunta, al tiempo que aplaude que las víctimas de los abusos
policiales o de la tortura "tengan su reconocimiento" institucional y
su reparación, como el que ha tenido lugar este sábado. Y
ahora que Arnaldo Otegi, secretario general de Sortu, va a salir de prisión
considera que sería "estupendo" que enviara a su mundo y a la
sociedad vasca un discurso nítido de reconocimiento del daño causado, de que
"matar estuvo mal" y de revisión crítica del pasado de la izquierda
abertzale.
En la actualidad es
Directora de Políticas Sociales del Ayuntamiento de Vitoria con el alcalde
peneuvista Gorka Urtaran. Sara Buesa sugiere que en materia de paz y
convivencia, los Ejecutivos español y vasco deben sentarse a hablar, llegar a
acuerdos e "ir de la mano" para cerrar definitivamente los 50 años de
terrorismo de ETA. Y pone deberes a los partidos para "afianzar la
confianza": tendrían que actuar y "movilizarse no en función de lo
que hace el otro, sino fijándose en lo que tiene que hacer cada uno".
Estas fechas tienen que ser duras
para la familia Buesa y para la de su escolta Jorge Díez Elorza.
Son días de recuerdo de lo que
sucedió y tienen siempre un sabor agridulce. Tristeza por revivir el asesinato
de mi aita y al mismo tiempo es bonito hacer ese recuerdo y ese homenaje.
Emocionalmente, intenso.
Recordaba el pasado jueves en el
'in memoriam' de este año, en el que ha participado también el periodista Iñaki
Gabilondo, que "aquello no tuvo nada de heroico, ni de patriótico".
Está claro, pero como en determinados
momentos ha habido personas que en su ideario justificaban los asesinatos de
otras personas por patriotismo, matar por el pueblo vasco, me parecía
importante recalcar también ese mensaje. Matar a una persona no tiene nada de
heroico, ni nada positivo.
16 años del asesinato de su padre
Fernando Buesa, más de cuatro del final del terrorismo de ETA, ¿cuál es la foto
fija de la sociedad vasca en materia de convivencia? Hablaba de que
vivimos un tiempo de "impasse".
La foto que empleamos en la
invitación de este año pretendía también explicar cómo vemos la situación: esa
imagen de un estanque que está aparentemente en calma, pero es un agua que se
queda estancada y es necesario removerla y hacer cosas. La sensación de que
todo el mundo está mirando desde la orilla, mirándose los unos a los otros, y
no se termina de dar pasos y de afianzar nuestra convivencia.
Iñaki Gabilondo recordaba en el
acto a su aita que "la violencia de ETA ha envenenado a toda la sociedad
vasca" tras tantas décadas de terror.
Sí, sí, comparto esa idea
totalmente. Hemos convivido tantísimo tiempo con la simbología explícita de
exaltación del terrorismo, de la violencia en nuestro día a día que, al final,
te habitúas a vivir un poco con ella. Al final, moralmente todo eso repercute
en los valores que tiene una sociedad. Y desde el momento que te dejas de
horrorizar con estas cosas y empiezas a convivir con ellas como algo cotidiano
pues algo está sucediendo, ¿no?
Y, sin embargo, lo que hemos visto
en todas las víctimas es una enorme generosidad. Sin atisbo de odio, sin caer
en la tentación de tomarse la justicia por su mano.
Yo hago un poco lo que me sale
natural. Es una elección lo que cada uno hace con sus sentimientos, cómo te los
trabajas. Odio nunca he tenido, seguro que debido a mi familia, a la actitud
que hemos tenido, cómo hemos enfocado esto juntos. Siempre lo he tenido muy
claro: que a mi padre le hubiera gustado que fuéramos lo que somos, felices en
nuestras vidas y con un corazón limpio; y al final el odio lo que te hace es daño
a ti mismo. Y lo de la justicia ... es que bueno en ningún momento se me ha
pasado por la cabeza tomármela por mi mano. Estamos en un Estado de derecho,
hay unas normas, una justicia. Y si creemos en la democracia tendremos que
asumir las sentencias, algunas veces polémicas, y confiar en la justicia.
Tenemos que confiar en las reglas de juego que nos hemos marcado todos para
convivir.
De hecho, este año ha remarcado en
su intervención que cree "en la reinserción, en las personas, en los
procesos de cambio y evolución y en las segundas oportunidades". Eso
demuestra que la convivencia se construye día a día.
Sí. El ser humano es capaz de
lo mejor y de lo peor, y nadie es totalmente bueno o malo. Las personas tienen
capacidad de reflexionar, de darnos cuenta de las consecuencias que tiene lo
que hacemos. Yo tengo esa confianza. Cuando hablo de la reinserción no hablo a
nivel global, lo visualizo como caminos individuales de personas que son
capaces de darse cuenta de los errores terribles que cometieron y de las
consecuencias tremendas que tuvieron, de reconocer el daño causado y creo que
en esos casos hay que tender una mano.
Ha comentado incluso que no le
planteaba problema alguno que los asesinos de su padre cumplieran las penas en
prisiones cercanas a su domicilio, en Euskadi.
Es que no me importa. No tengo
ningún problema. Todo lo que sea dentro de la legalidad pues que así sea. Lo
que me parecería mal es que hubiera impunidad o que salieran a la calle todos.
Tiene que haber justicia, y yo en mi caso siento que hay una justicia. El
derecho de los presos a cumplir sus penas cerca de sus casas también está ahí.
Eso no me genera ningún inconveniente.
Cuando le plantearon la
posibilidad de participar en los encuentros restaurativos con los presos
arrepentidos de ETA de la vía Nanclares, no se animó a dar el paso. ¿Por qué?
No. Es verdad que me lo planteé y
lo estuve pensando. Lo que me frenó fue que tenía mucho miedo a poner mucho de
mí misma y exponerme mucho y tenía ese poso de duda de si ese arrepentimiento
sería ficción o no. Y con esto no quiero juzgar si lo es o no, que quede claro.
Era más esa inseguridad interna que tenía sobre si ese arrepentimiento iba en
serio o no, si era sincero, porque para mí eso es muy importante. La ambigüedad
en esos temas me genera mucho desasosiego, Y eso que yo soy confiada y creo que
hay que tender una mano, de verdad. Pero arriesgarse a ese desengaño, que no
sea real, fue ese miedo el que me paró. Había y hay aún discursos ambiguos y
ambivalentes en el ambiente por parte de determinados sectores en relación a
justificar el terrorismo de ETA. ¡Es que ensalzaban a personas que habían
cometido actos violentos! Y como no me dio la seguridad suficiente, no lo hice.
¿Todavía aprecia esas actitudes a
día de hoy? ¿Existe esa legitimación de ETA?
No se percibe abiertamente como en
otras épocas, hay una diferencia clara. Todos hemos escuchado declaraciones,
voces que reafirman su apuesta por la convivencia, en el presente, y por la no
utilización de la violencia. Pero cuando se habla del pasado hay bastantes
voces que apuntan que, bueno, eran otros tiempos, que en aquel momento igual sí
que fue necesaria la violencia, que ETA tuvo su valor y cumplió su función.
Esas voces existen, son públicas y pasa muchas veces.
Ha habido un silencio cómplice en
Euskadi. ¿Es bueno que la izquierda abertzale que nunca ha condenado a ETA y
que la ha aplaudido reconozca el daño injusto causado?
Que matar estuvo mal, también
entonces. Siempre estuvo mal. Esa revisión del pasado la tienen aún pendiente,
la tienen que hacer. Es una mochila que llevan y que arrastran todavía.
¿Por qué cree que le está costando
tanto al mundo político que aplaudió la violencia de ETA quitarse esa mochila
definitivamente?
Pues no lo sé. Supongo que tendrán
sus historias internas, que reconocer eso supone asumir una responsabilidad
sobre el pasado. Asumir que estuvieron apoyando una estrategia violenta que
estuvo mal, que no valía la pena y que, además, fue inútil. Es un paso que
entiendo les debe costar pero que es completamente necesario.
Comentaba que durante años le había
acompañado el estigma de ser víctima. ¿qué quiere decir exactamente?
Esto le sorprende a mucha gente,
sí. Y es bastante habitual entre las víctimas de todo tipo. Es un sentimiento
irracional porque tú no tienes que sentirte avergonzado por nada. Lo que te ha
sucedido es algo malo, pero no es nada malo tuyo. La sensación de que te ha
pasado algo terrible, es como de vergüenza. Y todo está muy condicionado por el
entorno y la sociedad en la que se vivía. Yo tengo una anécdota de cuando
tenía 16 años y entre en un bar de la
Kutxi [calle del Casco Viejo de Vitoria-Gasteiz] y me
encontré con la foto en un cartel de mi aita con una diana encima. Mi
sentimiento fue de vergüenza: "Ay, que no me reconozca nadie". Ahora
lo pienso y digo, jo ¡qué terrible! Creo que todo estaba entonces muy
condicionado por el entorno.
Pero la vivencia es muy reveladora
de aquel ambiente que se vivía en los años de plomo.
Sí, sí. El propio entorno hostil de
alguna forma te hacía sentir que tú eras un bicho raro. Como que tuvieras algo
de lo que avergonzarte.
Como si tuviera que esconder su
apellido, cuando lo que tal vez le debería salir de dentro era arrancar de
cuajo aquel cartel, ¿no?
Sí, sí. No es fácil explicarlo de
manera muy racional, pero realmente era así.
¿Qué ha aprendido Sara Buesa
escuchando a víctimas de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación], de
torturas o de abusos policiales en la iniciativa Eraikiz?
Lo primero que me sorprendió fue
darme cuenta de los prejuicios y estereotipos que tenía, que todos tenemos. No
tengo ningún problema en sentarse a hablar con cualquier víctima de cualquier
tipo siempre y cuando compartamos unos valores comunes. Si yo voy a tener
enfrente una victima de los GAL que me va a justificar ETA y que mi aita era
culpable del "conflicto vasco" pues seguramente no me hubiera sentado
en esa mesa a hablar. Pero, de verdad, la sensación de conexión fue tan grande
y la sorpresa de compartir historias tan distintas que todas hemos vivido, pero
al final el punto al que habíamos llegado era el mismo: qué sinsentido tiene la
violencia y cómo valoramos todos la vida, la paz, los derechos humanos y eso lo
tenemos tan claro todas, así como el rechazo nítido de la violencia. Con eso se
abren todas las puertas. Me he dado cuenta al compartir estas historias que, al
final, las necesidades y derechos que tenemos como víctimas son los mismos y
que a todas nos duele el mismo tipo de cosas. Por eso es importante hacer un
relato veraz de lo ocurrido, deslegitimar claramente la violencia que hemos
sufrido. Yo denuncio esos discursos que a veces escuchamos legitimando la
violencia de ETA, pero entiendo también las sensación de Pili Zabala cuando
escuchó aquellas declaraciones de Rafael Vera [exsecretario de Estado para la Seguridad con Felipe
González] justificando de alguna manera el GAL, son las mismas sensaciones. Y
luego la importancia de que se haga justicia, de la reparación; nuestras
emociones y demandas nuestros derechos como víctimas son los mismos.
La iniciativa de víctimas Eraikiz
fue un aldabonazo a la clase política en relación a la necesidad de revisión
del pasado, de construir una memoria inclusiva, de la importancia del relato
veraz y la deslegitimación del terrorismo. Pero el 10 de noviembre pasado, en
el Día de la Memoria ,
no hubo unidad en los partidos políticos, la ponencia de Paz y Convivencia
sigue atascada en el Parlamento vasco, etc. Usted planteaba en su intervención
una pregunta ¿A qué esperamos?
Yo soy muy poco política; me centro
mucho en el plano humano y ético. Pero, desde ese punto de vista, me parece tan
incomprensible algunas cosas. Hay dos planos en juego: el tema de los derechos
de todas las víctimas, y ahí todas somos iguales, y hay que seguir avanzando en
el reconocimiento de otras víctimas. Y otro plano es la deslegitimación clara
del terrorismo de ETA, que todavía está pendiente por hacer. Y eso exige hacer
un análisis independiente de lo que ha supuesto el terrorismo de ETA sin
mezclarlo con otras situaciones. Y mientras ese análisis independiente no se
haga seguirán los recelos y desconfianzas a planteamientos que incluyen mezclar
víctimas. Hay gente que lo puede vivir como que se están mezclando realidades
precisamente para eludir responsabilidades, pretender que todo fue lo mismo y
no asumir lo que pasó. Algo así como que todos hemos sufrido mucho y ya está, y
nos quedamos en esto. Es necesario ese análisis independiente del terrorismo de
ETA y que se asuman responsabilidades. Y eso quitará muchísimos recelos por
parte de otras personas. Creo que eso está bloqueando muchas cosas. Pero
tampoco eso debe justificar que no se reconozcan otros sufrimientos y otras
víctimas.
Imagino entonces que saluda la
iniciativa, que ya comenzó con el Gobierno socialista de Patxi López, del
reconocimiento que ha habido ahora a 187 víctimas de los abusos policiales y el
acto institucional de este fin de semana con el lehendakari Urkullu a la
cabeza.
Yo todo eso lo aplaudo, por su
puesto que sí, y me parece muy bien. Y me alegro mucho de que tengan ese
reconocimiento. Creo que desde el Gobierno vasco se está haciendo un trabajo
muy importante poniendo en el centro los derechos humanos, avanzar en el
reconocimiento del sufrimiento que ha habido en diferentes víctimas y en la
reparación, en sacar esos testimonios a la calle... y me parece importantísimo.
Pero creo que desde el Gobierno vasco, desde las instituciones no se está
abordando la otra parte de la deslegitimación, el análisis específico del
terrorismo de ETA. Y es fundamental, la echo en falta.
¿Cómo se debería superar esa zona
de confort en la que parece estar la clase política en Euskadi?
No lo sé. Cada uno tiene que ver lo
que hace y lo que tiene pendiente. Y hay partidos que tienen más
responsabilidad que otros. Y movilizarse no en función de lo que hace el otro,
sino fijándose en lo que tiene que hacer cada uno. No entiendo eso de si tú das
pasos en esto, entonces yo reconozco esto otro. Es que no lo entiendo.
¿Cree que estaría bien por ejemplo
que una persona como Arnaldo Otegi, que va a salir de la cárcel en unas
semanas, hiciera una reflexión pública en ese sentido?
Sería estupendo, claro. Estupendo.
Sí.
Ya sé que lo suyo no es la
política, pero ¿qué le pediría al futuro Gobierno de España en materia de paz y
convivencia para cerrar definitivamente el ciclo de la violencia terrorista de
ETA?
Buff, vaya pregunta. Soy poco
política. (silencio) Creo que hay una cosa fundamental: tiene que haber
coordinación por parte de los Gobiernos central y vasco. Sentarse a hablar e ir
de la mano en estos temas. Y llegar a acuerdos. Y si me preguntas en relación a
la política penitenciaria te diría que el hecho de que se cerrara la vía
Nanclares me pareció una pena.
Recuperar esa vía sería bueno,
incluso igual hasta Sara Buesa se animaba a hacer el encuentro restaurativo
pendiente con un terrorista arrepentido, ¿no?
Bueno, eso ya lo veríamos. (Risas).
Opinión:
Las declaraciones de Sara Buesa son
una muetsra más de la pluralidad que existe en el inframundo de “LAS” víctimas
del terrorismo. Es muy agradable comprobar que hay víctimas con las que hace
tiempo que no conversas pero con las que coincides plenamente en sus
planteamientos.
Y además no se esconden, al
contrario de lo que hacen otras “víctimas” que lanzan mensajes absolutamente
contrarios a las que son sus acciones reales. Algunas hasta intentan esconder algunos
de sus encuentros, pero las hemerotecas están para ser consultadas.
Sara, un abrazo.
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