12 marzo 2017 (11.03.17)
Una víctima del 11-M:
“Es hora de que el PP pida perdón”
Cuando se cumplen 13 años de los atentados de Atocha, las
víctimas reclaman que se entierren definitivamente las teorías de la
conspiración
El dolor de quienes perdieron a un ser querido aquel
terrible 11 de marzo no entiende de tiempos. Han aprendido a vivir con él,
mientras el reloj ha seguido marcando minutos, horas, días, meses. Y así, 13
años después de la masacre, los responsables van saliendo de prisión, frente a
la indignación de quienes van seguir para siempre encarcelados en el duelo.
En febrero quedaba en libertad Youssef Belhadj, cerebro de los atentados y el 21 de este mismo
mes será Hamid Ahmidan quien
deje la cárcel.
“Respeto la justicia y las
sentencias”, dice con convicción a ELPLURAL.COM
Isabel Casanova, que perdió a su Jorge aquel fatídico día. Sin embargo, “es doloroso saber que ellos están en la calle disfrutando de sus familias y mi hijo
no puede hacerlo”. Por unas cosas u otras, lo cierto es que “no pasa un
11 de marzo en que estemos tranquilos”, confiesa.
Las últimas informaciones
publicadas en algunos medios pro teorías conspiranoicas tampoco ayudan a
mantener los ánimos serenos en fechas tan complicadas. Isabel cuenta a esta
medio que recientemente en una inauguración de una exposición fotográfica sobre
el 11-M en Alcalá de Henares, “el
Ministro, cogiéndome las manos me dijo: ’ya sólo hay una verdad’”.
Aunque agradece el gesto, para
Isabel es necesario que estas declaraciones que se hacen en la intimidad se
hagan públicas y se digan bien alto.
“Los ciudadanos han de saber por
voz del Partido Popular que sólo hay una verdad”. Del mismo modo,
cree que ya ha llegado la hora de que el PP pida perdón por todas las mentiras vertidas aquellos primeros días.
Que lo hagan los responsables entonces o en su nombre los de ahora”.
Isabel quiere dejar claro, además, que ella y sus compañeros “se han sentido siempre arropados por la
sociedad. "Si hay otros que no, es su problema, que
sigan buscando su verdad”, afirma tajante.
María
José Campos, como Isabel, sabe bien lo que es
perder un hijo. En su caso se llamaba Sonia y tenía 25 años. “Jamás se olvida”
insiste, pero “cuando llegan estas fechas se hace todavía más duro”. Habla
serena y sin silencios, pero, sin embargo, su voz delata el sufrimiento de
quien vive “porque tenemos que vivir”. Trece años después de la tragedia todo
ha cambiado. Ya es abuela. Su hijo Marcos lo que le dado un aliciente más para
aferrarse a la vida.
Saber que los autores de los
crímenes están en la calle le hace sentirse impotente. “Nosotros somos lo
que hemos perdido. Ellos salen y pueden hacer lo que quieren. Sus condenas, no
son nada”.
Ante las noticias que se han hecho
públicas en las últimas semanas responde con indignación. “No quiero ni oírlas. Es
hacernos daño de forma gratuita. Al principio nos dijeron unas cosas, luego en
el juicio fueron otras y ahora pretenden volver a cambiar”.
Este tipo de informaciones, subraya
“para las víctimas son peor”. ¿Qué quieren que pensemos?, se pregunta.
“Sólo ayudan a aumentar nuestra pena”.
Opinión:
En el transcurso del Master que el sábado 11 de marzo estábamos
impartiendo Sara Bosch y un servidor en la Universidad de Girona
me llegaron mas de 70 contactos relacionados con los actos y noticias en
homenaje a las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.
Una de las noticias es la que publico en esta entrada. Y la
publico porque recuerdo los años de lucha social, administrativa, jurídica y
psicològica colaborando con tantas y tantas personas afectadas por aquella
masacre y porque entre ellas estaba Isabel Casanovas.
Veo que el paso de los años no le ha anulado ni un ápice su
exigencia de justicia y de reconocimiento por lo que vivieron a partir de aquel
día. Y me honra ver que coincidimos en tantas cosas con tantas otras víctimas.
Por ello me tomé la libertad de explicar en el master
algunas de las numerosas vivencias compartidas con aquellas víctimas que, a los
pocos días de lo ocurrido, pedían colaboración para organizarse y luchar por
sus derechos y por la verdad. Fue un honor compartir tantas horas con ellas
mediante visitas a Madrid o por vía telefónica, intentado ayudarles en todo lo
posible junto a Sara, Marta, Rita, Dolors, Rubén, Natxu…
Y, a decir verdad, sigue siendo un honor continuar en esa
labor trece años después. Y lo que haga falta…
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