18 marzo 2017
Un anuncio desde el pasado
Los vascos y el resto
de los españoles hace más de cinco años que disfrutamos de una paz conquistada
cuando derrotamos a ETA
Hace más de cinco años que ETA anunció su
decisión de abandonar definitivamente la violencia. Lo hizo porque ya no podía
seguir. Aislada social y políticamente, acosada por las fuerzas de seguridad,
la banda terrorista optó por poner a fin a décadas de horror, de crímenes, de
extorsión y de chantajes. Hoy, alguien en su nombre nos ha informado de que los
terroristas van a entregar las armas, las que les quedan. Tiempo habrá de
comprobar la veracidad de esa entrega. Algunos episodios recientes nos
aconsejan ser cautelosos hasta conocer si esta vez va en serio, o se trata de
una pantomima más de una banda necesitada de presencia pública, que se resiste
a desaparecer.
Cuando escribo estas líneas recuerdo el
estupor que los presos que se acogieron a la denominada vía
Nanclares manifestaban
invariablemente al volver a la cárcel, después de algún permiso de fin de
semana. Su extrañeza ante la relevancia social y política de las instituciones
vascas, la sorpresa que les producía la normalidad con que los ciudadanos de
Euskadi vivían en democracia, hablaban su lengua y veían sus símbolos
respetados. No conocían cómo pensaban los vascos, cómo vivían, cuáles eran sus
anhelos y sus aspiraciones. No sabían nada del pueblo al que pretendían liberar.
En eso, los actuales dirigentes no han cambiado. No se han
dado cuenta de que viven en un mundo que no existe. Intentarán convertir su
entrega de armas en un gran acontecimiento. Dirán que es una decisión
unilateral para contribuir al final de conflicto. No han comprendido que los
vascos y el resto de los españoles hace más de cinco años que disfrutamos de
una paz que conquistamos cuando les derrotamos.
Hoy anuncian lo que debieron hacer hace cinco años. Pero se
resisten a desaparecer. Sin duda, es mejor que entreguen las armas a que las
conserven, que se disuelvan a que sigan existiendo. Pero lo relevante es que,
como hicimos después de noviembre del 2011, no les vamos a esperar. Seguiremos
conviviendo en libertad, acompañando a las víctimas de su barbarie, trabajando
para cerrar definitivamente las heridas que sus crímenes infligieron a la sociedad
vasca, orgullosos de la fortaleza de una democracia que supo vencer al terror.
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