18 marzo 2017
ETA
entrega las armas
Las noticias que llegan del País Vasco, durante
años marcadas a sangre y fuego por el terrorismo de la banda ETA, suelen ser en
los últimos tiempos positivas. Incluso muy positivas. Ayer recibimos otra de
este signo. Poco después de mediodía, ETA anunció su desarme unilateral e
incondicional, que debería completarse antes de un mes, concretamente el
próximo 8 de abril.
Esta operación de desarme tiene en buena medida
un carácter simbólico, toda vez que ETA anunció ya el cese de la lucha armada
en el 2011. Además, se estima que el arsenal todavía en manos de los
terroristas es reducido y lleva años en desuso. Pero no por ello es menos
significativa. El anuncio de ETA llega después de un cambio de estrategia de la
banda, que al parecer ha renunciado a su intención inicial de escenificar una
entrega de armamento en la que participaran representantes del Estado español y
del francés. La posición de España es, en este punto, firme. Así se probó por
ejemplo el pasado diciembre, cuando fuerzas policiales desbarataron el montaje
de unos intermediarios que se disponían a filmar la inutilización de parte del
arsenal etarra. Desde que llegó al poder en diciembre del 2011, el Gobierno del
PP ha dicho por activa y por pasiva que la única noticia que espera de ETA es
la de su disolución. Mientras eso no suceda, no entrará en negociaciones sobre
el acercamiento de presos etarras –unos 400– al País Vasco, principal
reivindicación de la banda. Y menos aún si no media el arrepentimiento expreso,
la petición de perdón a las víctimas y el resarcimiento del daño causado, que
también exige el Gobierno a ETA.
La política de firmeza gubernamental es comprensible,
tanto por el mucho dolor causado por ETA como por los buenos resultados que le
ha granjeado hasta la fecha. Dicho esto, no cabe ignorar que la inmensa mayoría
de los vascos –el 81%– se declara favorable a la reinserción de los presos
etarras, mientras que tan sólo un 8% es partidario de la política sin
concesiones, o con muy pocas, que exhibe el PP. El principal objetivo del
partido conservador no debe ser aquí sacar pecho y mantener una posición
arrogante, sino asegurarse de que acelera al máximo la desaparición de los
últimos rastros del terrorismo etarra. En esta tarea hallará todos los aliados
que quiera, incluyendo en este conglomerado a amplios sectores de la izquierda
abertzale, que fían sus futuras esperanzas parlamentarias al borrón y cuenta
nueva respecto de los años de plomo.
Hace ya casi seis años que ETA anunció el cese
definitivo de su actividad armada. Hace algo más de una docena que naufragó el
plan Ibarretxe, homónimo del lehendakari que lo impulsó. Dicho plan perseguía
una reforma del Estatuto vasco sobre pilares como el reconocimiento de Euskadi
en cuanto que pueblo europeo con identidad propia y con derecho a la autodeterminación.
Fueron tiempos de gran tensión, todavía marcados por la violencia. Ahora, en
cambio, con el lehendakari Iñigo Urkullu al timón, los tiempos son más
templados en términos de reivindicación nacional y Euskadi vive un periodo de
paz y prosperidad. El zarpazo terrorista no es ya más que un recuerdo, de
huella indeleble, eso sí, pero recuerdo a la postre. En suma, Euskadi ha
apostado por el diálogo entre corrientes políticas, por la búsqueda de acuerdos
y por el respeto al orden legal; es decir, por la convivencia. Son muy buenas
noticias, como decíamos al principio, e indican el camino que conviene seguir.
Opinión:
Se puede decir más alto pero imposible decirlo
más claro. Lo suscribo al 100 %.
No hay comentarios:
Publicar un comentario