12
marzo 2017
Las
operaciones en octubre de 2011, cuando ETA anunció el final del terrorismo, y
los arrestados están implicados en 65 asesinatos
El llamado “cese definitivo de la violencia” que ETA
anunció el 20 de octubre de 2011 –en realidad la constatación de su derrota por
el Estado de Derecho– no ha dado paso a la impunidad de los terroristas. Desde
ese día, solo la
Comisaría General de Información de la Policía ha detenido a 35
etarras en el extranjero con reclamaciones judiciales en vigor –el último el
sanguinario Ángel María Tellería Uriarte, arrestado en México–,
responsables de 65 asesinatos.
Francia es el país donde más
operaciones se han producido, con un total de 17 capturados, pero también se
han hecho servicios muy relevantes tanto en el resto de Europa como en
Sudamérica. «La orden fue ir a por ellos allá donde se encontrasen, y eso es lo
que se ha hecho», dicen fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por ABC.
Y además hay que hacerlo a veces contra el reloj, porque en ocasiones las
causas judiciales en las que están implicados corren el peligro de prescribir.
Por medio mundo
Las detenciones, que comenzaron el
mes en el que la banda abandonó
la «lucha armada», han sido posibles gracias a la colaboración entre la Comisaría General de Información con
policías y servicios de inteligencia de buena parte del mundo. Probablemente el
Cisen mexicano –el servicio secreto de ese país– sea con el que se ha trabajado
más estrechamente todos estos años, pero tampoco le van a la zaga la Subdirección Antiterrorista
francesa (SDAT) y, en menor medida, pero también de forma destacada, la Ucigos italiana. Además, el
CNI ha prestado una ayuda muy valiosa.
«En este tipo de operaciones Interpol es menos útil y
muchas veces es preferible trabajar directamente, sobre el terreno, con los
compañeros de cada país», precisan las mismas fuentes. Para eso es fundamental
tener relaciones estrechas con todos ellos, pues la Policía no puede detener
fuera de España, sino que lo tienen que hacer las Fuerzas de Seguridad de esos
lugares. Cada investigación se enfoca de forma distinta en función del
objetivo, de modo que unas veces se judicializa en donde se encuentran éstos y
en otras el trabajo es solo de inteligencia.
Una de las grandes dificultades es
que muchos de los etarras, sobre todo los más sanguinarios, se han desmarcado
completamente de ETA, por lo que ni tienen contacto con ella y ni siquiera
utilizan ya la documentación que la banda les proporcionaba hasta no hace
mucho. De hecho, alguno ha llegado a comprar una partida de nacimiento falsa
para hacerse con una cédula de identidad. Algunos jueces extranjeros, al
constatar que esa documentación no les ha sido proporcionada por la
organización terrorista, consideran que no queda acreditada su pertenencia a
ella y deniegan su extradición a España.
Aislados del resto
Además, buena parte de los
históricos de la banda tampoco se relacionan con el resto de terroristas huidos
en el país en el que se encuentran, a los que incluso desprecian, de modo que hay
que trabajar líneas de investigación alternativas. La clave, en muchos casos,
es identificar a personas con las que previsiblemente puedan ponerse en
contacto, bien ellos directamente o los familiares con los que vive. El control
sobre esos allegados con los que pueden entablar contacto da en ocasiones
pistas importantes.
Complica mucho las pesquisas el
hecho de que las únicas fotografías que se tienen de algunos terroristas son de hace décadas, por lo que su
aspecto físico puede haber cambiado mucho, hasta el punto de que sea difícil
identificarlos visualmente. Por tanto, se puede dar el caso de que en algún
momento la Policía
llegue hasta el lugar donde está el terrorista y no se percate de que está al
lado de él. No obstante, la gran especialización de los agentes salva estas
situaciones.
Y cuando se superan todos los
obstáculos de la investigación, en algunas ocasiones aún quedan los judiciales.
Es paradigmático el caso de Antonio Troitiño Arranz, detenido por primera vez
en 2012 en Londres y por última en esa misma ciudad en febrero de 2016, que en
la actualidad se encuentra en libertad. Tras interponer todos los recursos
posibles contra su extradición, que ha perdido sucesivamente, se ha aplazado su
entrega a España y está pendiente de la celebración este mismo mes de la
próxima vista.
Sacrificio personal
La misma situación se da con Alberto Plazaola,
implicado en dos asesinatos y detenido en 2015 en Ciboure, en Francia. Quedó en
libertad al rechazar el juez instructor del Tribunal de Apelación de Pau la
euroorden en su contra al considerarla improcedente. Asimismo, otra decena de
etarras están en libertad en distintos países, algunos de ellos con medidas
cautelares y otros, como Natividad Jáuregui en Bélgica, cuya extradición ha
sido denegada. También alguno está libre en España, bien por haber cumplido
condena, como Joaquín Aranalde, o por decisión de la Audiencia Nacional ,
como Oroitz Gurruchaga.
Los investigadores de la Unidad Central de
Información Interior de la
Policía no han escatimado esfuerzos para conseguir estas
detenciones. Valga como ejemplo que para poder capturar en 2014 en México a Jesús Narváez Goñi,
alias Pajas, responsable de 14 asesinatos, y a su pareja, Itziar Alberdi Uranga,
implicada en ocho, fue necesario que varios policías pasaran la Nochebuena de 2013 en
el país centroamericano. Sin duda, esta operación, junto a la última, que acabó
con el arresto del sanguinario Ángel María Tellería en ese país, han sido dos
de las que más satisfacción han provocado en la citada unidad antiterrorista.
Opinión:
Es evidente que la detención de cualquier delincuente es
una buena noticia. El hecho de que la banda terrorista ETA haya cesado definitivamente
su actividad no debería implicar ningún tipo de rebaja en las condenas ni en la
persecución del delito. Este argumento ya lo utilizamos algunas víctimas en
nuestros contactos de 1998 y 1999 cuando el Presidente del Gobierno dijo la
famosa frase de que “habría que ser generoso con quien abandonara la violencia”.
Está escrito, no me lo invento.
Otro tema sería que quien tanto interés pone en detener a
los terroristas debería poner el mismo interés en intentar que víctima y
asesino no se encontraran “contra su voluntad”… como por ejemplo, en la cola
que se forma antes de entrar en un juicio en la Audiencia Nacional.
Evidentemente eso solo nos interesa a muy poca gente
envuelta en el asunto. El resto del público está mas interesado en no molestar
a ciertos políticos con propuestas que, por lo visto, son de imposible
cumplimiento debido a su escasa altura de miras.
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