17
agosto 2019
Heridas abiertas
Dos años después de los atentados
yihadistas de Cataluña, el independentismo debería dejar de explotarlos como
arma arrojadiza contra el Estado
El
segundo aniversario de los atentados yihadistas perpetrados en Las Ramblas de
Barcelona y en Cambrils se celebra hoy en un clima enrarecido por la enfermiza
obsesión del independentismo en buscar ré- ditos políticos en la masacre y por
la fractura entre las víctimas, que participarán por separado en actos
distintos y sin discursos. Los 16 muertos y 137 heridos que serán homenajeados
merecen el recuerdo y la sincera solidaridad de todos los ciudadanos. Resulta
repugnante que su dolor y el de sus familias sea utilizado de forma impúdica
como arma partidista arrojadiza para manipular conciencias y ahondar la
profunda brecha abierta en la sociedad catalana con un cóctel de mentiras
descaradas y demagogia sin escrúpulos. En esta tentación han caído Quim Torra y
otros líderes del secesionismo. Todos ellos darían una muestra de sensibilidad
si en los actos previstos se volcaran en honrar la memoria de las víctimas y
reconfortar a sus allegados, quejosos por su instrumentalización política y por
el «abandono» que sienten de las instituciones. Y si, de paso, dejaran de
utilizar la matanza como un ariete contra el Estado. Las investigaciones sobre
ella en la
Audiencia Nacional han entrado en su recta final. Como suele
suceder en los grandes atentados, es probable que no aclaren por completo
algunas lagunas que aún persiste. El hecho de que la mayoría de los miembros de
la célula yihadista fueran abatidos por los Mossos d’Esquadra ha dificultado
las pesquisas. Aún así, las circunstancias que rodearon los atropellamientos
masivos en Las Ramblas y en el paseo marítimo de Cambrils, así como la
identidad de sus autores materiales, inspiradores y principales colaboradores
están suficientemente demostradas. También su vinculación con el terrorismo
integrista que pretende dinamitar las libertades y la convivencia democrática.
El mismo fanatismo salvaje del 11-M que tenía a España en su punto de mira
desde entonces, aunque sus planes para causar nuevas sangrías se vieran
frustrados hasta los fatídicos 17 y 18 de agosto de 2017 en Cataluña. Todo
atentado rebela fisuras en los mecanismos de prevención y de seguridad asignados
a la Policía
y a los servicios de inteligencia, que deben ser detectados y corregidos. Pero
media un abismo entre constatar esta obviedad y la delirante teoría de la
conspiración azuzada por el independentismo, según la cual los aparatos del
Estado habría consentido voluntariamente la masacre o incluso la habrían
propiciado para combatir así el ‘procés’. Una calenturienta invención carente
de prueba alguna que refleja una bajeza moral sin límites.
Opinión:
Bajeza moral es mezclar temas tan delicados como el dolor de cientos de
víctimas asistidas desde la
UAVAT con temáticas politicas e ideológicas que son
utilizadas en los discursos en ciertos actos que son, supuestamente, de
recuerdo y homenaje a las víctimas.
Y puestos a recordar, en el acto del Ajuntament de Barcelona, al que
han asistido más de 70 víctimas de los atentados de agosto 2017… ni una
pancarta, ni una bandera, ni un grito ni un himno ni un solo discurso… solo
abrazos, sentimientos, algunas lágrimas de dolor o de alegria por el reencuentro
y, por encima de todo, una enorme dosis de DIGNIDAD.
Justo lo que les falta a otros porque ¿quién politiza el qué?
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