18 agosto 2019
Yolanda Ortiz Rua Testigo del atentado del 17-A en Las
Ramblas
«Logré apartar a mi
hijo del paso de la furgoneta que arrolló a dos personas delante de mí»
Ortiz asegura que el
Ministerio de Interior le negó ayuda psicológica después del atentado, alegando
que «no existía un nexo causal»
El 17 de agosto de 2017 Yolanda Ortiz Rua caminaba por el
paseo de Las Ramblas cuando sintió que «una avalancha de gente se le venía encima»
y vislumbró entre la multitud una furgoneta. Horas más tarde se enteró de que
había sido testigo de una serie de ataques terroristas –al día siguiente se
produjo un atentado en Cambrils– que en Barcelona dejó un saldo de 16 muertos y
130 heridos. En esa lista, sin embargo, faltan nombres. La Unidad de Atención y
Valoración de Afectados por Terrorismo (Uavat) asegura que un 82% de las
solicitudes de reconocimiento como afectados por estos atentados han sido
denegadas por el Ministerio de Interior.
–¿Qué estaba haciendo
el 17 de agosto de 2017 cuando ocurrió el atentado en Barcelona?
–Estaba paseando con mi madre y mis dos hijos, que tenían 4
y 10 años, cerca del Mercado de la
Boquería cuando noté que había mucho jaleo. Me encontré con
una avalancha de gente que se nos venía encima. La furgoneta apareció en medio
de esa multitud, pero me dio tiempo de resguardarme. No sé cómo lo conseguí,
pero logré estirar a mi hijo de la camiseta hacia atrás y le hice señas para
que se refugiara en una tienda cercana. Las dos personas que estaban delante
fueron arrolladas, destrozadas.
–¿Se escondió usted
también en la tienda?
–Sí, después de situar a mi madre y a mi hija. Me quedé
completamente sorda, supongo que por el estado de shock. Tengo las imágenes de
la gente en el aire y los ruidos de la furgoneta. Al cabo de un rato llegó la Urbana y nos informó que lo
que había ocurrido parecía un atentado.
–¿Usted, su madre y
sus hijos están reconocidos como víctimas?
–No. En la primera carta que nos llegó no solo no nos
reconocían como víctimas, sino que incluso nos negaban la ayuda psicológica,
alegando que no había un nexo causal entre el atentado y el tratamiento. Las cartas
son un copia y pega, simplemente cambian el nombre y ya está.
–¿Por eso decidió
buscar ayuda psicológica por su cuenta?
–No tenía otra opción. Al día siguiente del atentado noté
que mi hijo no hablaba y no había llorado. Me asusté. Por suerte, los psicólogos
que nos atienden en la
Seguridad Social son estupendos.
–¿Siente que algunas
víctimas del terrorismo se enfrentan a un olvido institucional?
–Al maltrato y al olvido. Yo estoy muy indignada porque una
cosa es que te ocurra a ti, que eres un adulto, y otra es que le ocurra a tus
hijos. La pequeñita no es consciente de todo lo que vio, pero mi hijo tiene los
recuerdos intactos y la imagen de los cadáveres en el suelo. Me he visto con él
en la madrugada en el balcón de casa en pleno invierno con una crisis de
ansiedad. Esto pasó hasta que le pusieron medicación.
–¿No se le ha
ofrecido ayuda de parte de organizaciones?
–A excepción de la
Uavat –Robert Manrique, víctima de Hipercor, es uno de los
asesores– no hemos recibido ningún tipo de ayuda. Hace poco me enteré de que en
Barcelona hay una asociación de víctimas del terrorismo. De cara a los medios
vende, y encima recibe subvenciones.
–¿Cree que algunos
políticos instrumentalizan a las víctimas?
–Sí, sobre todo cuando se acerca el aniversario. Durante
resto del año solo se utiliza a las víctimas de ETA. Pero también ha habido
políticos que se han molestado en saber cómo estamos, han cerrado la puerta y
dentro no ha habido ninguna cámara, ningún periodista.
–¿Todavía le molesta
el ruido?
–Cuando oímos sirenas, acelerones de coche, frenazos, nos
quedamos paralizados, sudamos, nos da taquicardia. No vamos a centros
comerciales donde haya mucha gente. Cuando vamos a algún sitio, mi hijo siempre
localiza dónde está la salida de emergencia. Está hipervigilante, no suelta a
su hermana e incluso la llega a agobiar. Evitamos las multitudes porque no
disfrutamos.
–¿Qué opina de
algunas noticias que hablan de un «vínculo» entre el CNI y el imán de Ripoll?
–Me enfada. Desconfío de todos. Si el CNI no cometió ningún
error, ¿por qué los partidos están vetando una comisión de investigación? Ellos
te obligan a que dudes.
–¿Ha vuelto a Las
Ramblas?
–Solo una vez. El año pasado mi hijo quiso llevar unas
flores. Este año el minuto de silencio se hizo allí, pero nosotros esperamos en
el Ayuntamiento por prescripción psicológica. Regresaremos en otro momento.
Todavía no estamos preparados.
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