19 agosto 2019
El 17-A desvela las
trabas para las víctimas psíquicas del terrorismo Interior ha estimado menos de
un tercio de las peticiones de asistencia por el atentado
Robert Manrique recuerda que solo a una de las víctimas del
atentado contra Hipercor en 1987 se reconoció una incapacidad permanente en exclusiva
por secuelas psicológicas. «Salió gritando de Hipercor y un chico de la Cruz Roja que acababa de
llegar la atendió. Le preguntó el nombre y por eso quedó en un listado. Si no
se lo hubiese preguntado, esa mujer no tendría ningún derecho», sostiene Manrique,
herido en la mayor matanza de ETA y asesor de la Unidad de Atención y
Valoración a Afectados por Terrorismo (UAVAT), surgida tras el ataque yihadista
del 17 de agosto de hace dos años en La Rambla de Barcelona y Cambrils. La entidad, que
ha socorrido a 210 personas, ha colaborado cursando 208 solicitudes de
reconocimiento de víctimas y otro tipo de auxilios; calcula que el 82% de las
peticiones de asistencia psicológica que conoce se han desechado.
A tenor de los últimos datos, el Ministerio del Interior –a
quien le compete declarar la condición de víctima y conceder prestaciones– ha
desestimado casi la mitad de los más de 400 expedientes de ayuda que ha
resuelto de 549 relacionados con el 17-A. El departamento del ministro Fernando
Grande-Marlaska ha reconocido a 96 personas como víctimas de los atentados de
hace dos años y ha aceptado menos de un tercio de las demandas de asistencia
sanitaria y psicológica, un 31%.
«Ha pasado igual que en Hipercor. ¿Nos podemos fiar de los
listados oficiales? ¿Debes tener un tajo en la mano y no en el cerebro para que
te reconozcan? Y el se- ñor que tiene un corte, ¿sabe qué tiene que hacer para
reclamar sus derechos? Es con lo que luchamos cada día», señala Manrique.
«Una lesión física o una psicológica son, al final, heridas
por igual. La diferencia es que las psicológicas no sangran. Como no lo hacen,
son más fáciles de obviar», repara Elisa Micciola, psicóloga y coordinadora de la UAVAT. La organización
ha avalado con informes médicos la necesidad de financiar asistencia
psicológica a 104 personas que, en gran parte, fueron testigos de los ataques.
Como una trabajadora de un kiosko de flores La Rambla , que se echó dentro
de la tienda para esquivar la furgoneta conducida por el terrorista Younes
Abbouyaaqoub antes de que diera un volantazo.
Es uno de los ejemplos que la entidad cita sobre peticiones
que Interior ha rechazado alegando motivos que Micciola considera que «no
responden a criterios técnicos y clínicos»; en el caso mencionado, el
Ministerio replica que la solicitante no se hallaba en la trayectoria del vehí-
culo, según los informes policiales.
«Muchas víctimas psicológicas vieron toda la barbarie, los
muertos y heridos, los socorrieron… Físicamente no les pasó nada y les costó
identificarse como víctimas, pero al volver a casa revivieron imágenes,
empezaron a no salir e iniciaron una depresión o un estado postraumático»,
afirma la psicóloga, que observa que «gran parte de las solicitudes no
prosperan porque existe una definición errónea en la ley de lo que es una
víctima directa».
«Si tramitamos una solicitud de ayuda psicológica es porque
se detecta una afectación desadaptativa», continúa Micciola, que precisa que la
mayoría de casos padece de síntomas «postraumáticos»: «Flashbacks, revivir la
situación, estados de hiperalerta… Cada tipo de persona desarrolla la patología
de una forma u otra. Hay gente que se encierra en casa, genera conductas de
apatía. Hay quien no ha vuelto al centro de Barcelona o ha dejado de trabajar
porque lo hacía en La Rambla »,
completa Manrique, que se ha visto en la situación de tranquilizar a afectados
a las puertas de la
Delegación del Gobierno al presentar trámites, inquietos por
ver policías que los devolvían a los instantes posteriores al atentado.
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