19 agosto 2019
«¿Cómo no voy a volver a Cambrils? Aquí cumplo dos años de vida»
Rubén y Núria, víctimas de los atentados, denuncian olvido pero superan poco a poco secuelas físicas y mentales
Su DNI dice que nació en Buenos
Aires hace 56 años y que vive en Barcelona. Pero Rubén Guiñazú ahora siempre lo
corrige: «He seguido volviendo a Cambrils. Y ahora, ¿cómo no voy a venir? Si
cumplo dos años». Él piensa que, en realidad, nació
de nuevo aquella madrugada ante el Club Nàutic. «Estoy
recuperándome poco a poco, retomando la vida normal, el trabajo…», dice, junto
al Memorial per la Pau ,
donde él y su pareja, Núria Figueras, asistieron ayer al homenaje a las
víctimas, con la presencia del president de la Generalitat , Quim
Torra.
Rubén disfruta de esos dos años de
vida, después
de haber estado a punto de perderla. Aquella noche fue operado
durante más de cinco horas en maxilofacial de Joan XXIII de las graves heridas
que le provocó una hoja de 14 centímetros de un cuchillo que le seccionó partes de la lengua,
las amígdalas y las cuerdas vocales. Dejó el hospital
tarraconense después de ocho días, la mayor parte en la UCI , y estuvo en la Vall d’Hebron hasta el 5 de
septiembre.
Hoy lucha por volver a su día
a día normal, con una mezcla de sentimientos extraños, que
juntan el progreso cotidiano con la sensación de abandono como afectados.
«Pienso que me salvé por algo, así que cumplo mi segundo año de vida. Estoy
mejor este año que el pasado. Es un mal recuerdo, pero no te puedes quedar con
eso, porque hay cosas mejores en la vida. El miedo no pasa, pero lo vas
asimilando», explica Rubén.
Tanto él como Núria volvieron el
año pasado. Lo hicieron para la ceremonia de homenaje pero también una semana
antes, el momento decisivo. «Fue cuando vimos si estábamos preparados para
venir. Costó un poco», recuerda él. Necesitó incluso reconstruir aquellos pasos
del itinerario previo al ataque que sufrió junto al Nàutic a manos de los
yihadistas que sembraron
el terror aquella noche de verano en la villa marinera.
«No nos poníamos de acuerdo con la
distancia. Ella, Núria, decía una y yo, por estar herido, otra. Pierdes la
noción. He vuelto a pasar por el mismo lugar. Reconstruimos lo que hicimos,
cómo fue… he vuelto a pasar por el mismo sitio, recuerdo que veníamos paseando
por el Nàutic, caminamos por ahí y en la
primera papelera nos atacó el terrorista», rememora él. «De
alguna forma, aprendes a convivir con tu nueva situación», dice ella.
Una nueva vida
Atrás queda aquella noche de
pesadilla que siempre cuesta recordar: «Yo mismo me quité el cuchillo que me
clavaron y, con la adrenalina del momento, mi
primera intención era tirárselo a él –al
atacante– después, pero ya comenzó a salir tanta sangre que me empecé a ahogar.
Yo le decía a Núria que me moría», relata él.
Rubén se adapta hoy a esa nueva
vida, en la que cumple dos años, con alguna secuela física en el rostro, como
un menor parpadeo del habitual, un labio algo más caído de lo normal y una
cicatriz de varios centímetros en la cara que, con el paso del tiempo, se irá
borrando.
Luego queda la batalla psicológica, larga y
dura, que aún se libra. «En mi caso, en el mes de marzo no es
que me dieran el alta, pero me dijeron que no podían hacer nada más ya.
Entonces, yo pienso: ‘¿Qué pasa si en medio año tengo un bajón?’. Por ejemplo,
a Rubén le pasó más tarde», explica Núria.
A él puede que en septiembre la
revisión psicológica le permita poner fin a ese tratamiento, al menos en un
principio. Entre otras circunstancias, Rubén señala uno de los aspectos que más
le exigieron en su recuperación: «A mí me
costó mucho reconocerme como víctima. Yo pensaba que me habían herido,
sí, pero eso fue algo muy rápido, me faltaba dar ese paso y reconocerme como
una víctima. No me di cuenta hasta al cabo de tres o cuatro meses,
prácticamente hasta final de año».
Rubén explica la razón: «Me costó
asumir que aquello no había sido casualidad, porque yo viví la parte de dentro
del hospital directamente. A las horas yo estaba en el hospital y mi vida fue
dentro de una camilla. No es lo mismo un herido como el que yo fui que un
testigo, que lo vio más o menos de cerca, le impactó, se fue a su casa, le dio
vueltas…».
Descontentos con el trato
Ambos están muy descontentos con el trato que han
recibido como afectados. En el acto de ayer tuvieron
oportunidad de hablar con Quim Torra. «Al presidente le he dicho que las
víctimas tienen nombre y apellidos pero ni en Barcelona ni en Cambrils veo que
estén. En Madrid, por el 11-M, hay nombres y apellidos, por no hablar del
11-S... pero aquí no.
Aquí hemos sabido decir ‘no tenim
por’, lo hemos verbalizado, pero no hemos sabido hacerlo efectivo», cuenta
Núria, que añade: «Falta un recuerdo con el nombre, y hablo de la gente a la
que le quitaron la vida. No podemos cosificar las cosas, estamos hablando de personas.
No puede ser que nadie se acuerde de Pau Pérez. La gente que fue asesinada
tiene que tener nombre y apellido».
Núria también reclama «una
única ley de víctimas de terrorismo para Europa»: «Estoy en
contacto con las víctimas de Bataclan –la sala de conciertos de París atacada
por yihadistas en noviembre de 2015– y el trato que han recibido no es el mismo
que el nuestro, no tiene nada que ver».
Atrás queda un periplo muy duro
hasta el reconocimiento como víctimas. Núria denuncia las dificultades: «Hay
gente a la que no consideran víctima porque no estaban en la dirección de la
furgoneta. ¡Claro! ¡Si lo estuvieran habrían muerto! Otra cosa
es que te vienen a ver desde Interior. ¿Cuándo se considera el momento cero?
¿Cuando te vienen a ver o cuando se hacen efectivas las necesidades que
tienes?», se pregunta, y lamenta: «A veces te sientes un número de un
expediente. Cuando te pasa algo así, te ves desbordada. Tienes que saber de
leyes, de médicos…».
«Lo veníamos denunciando»
También denuncian que no se les haya
notificado oficialmente desde
la administración la organización del
homenaje de ayer. «Es una muestra de que las víctimas de
Cambrils éramos de segunda. Es algo que veníamos diciendo nosotros desde hacía
tiempo y esto lo confirma», recalca Rubén.
«Nos hemos enterado por la prensa y
por la asociación de víctimas, por Robert Manrique –en relación al asesor de la Unitat d’Atenció i
Valoració d’Afectats pel Terrorisme (UAVAT)–. Desde el Ayuntamiento de Cambrils
nos decían que no habían organizado nada, prácticamente que era una cosa
personal del President. Y yo me pregunto: ‘¿Viene Torra y no es un acto
institucional? ¿Qué es, entonces? Yo puedo entender los problemas de partidos
entre PDeCAT y ERC, porque a veces todo queda reducido a eso, y puedo
comprender que no vayan de la mano, ¿pero no
pueden ellos empatizar con nosotros como víctimas?», se cuestiona
Figueras.
Ambos reivindican la relevancia que
tuvo Cambrils en los trágicos sucesos. «Aquí se abatieron a cinco terroristas.
Eso lo vimos nosotros. ¿No se acuerdan de eso? Me da rabia», añade Núria. Denuncian la falta de
comunicación. «Nos lo ponen todo muy difícil. Tampoco ha venido
esta vez la familia de Zaragoza. ¿Por qué no nos lo comunican y ya decidiremos
si vendremos o no?», explican ellos, que en el acto de ayer avisaron al
protocolo de Torra de que eran víctimas de los atentados para poder dirigirse a
él.
A pesar de los sinsabores y de esos
olvidos denunciados en reiteradas ocasiones por las víctimas, Núria y Rubén
luchan por seguir adelante y se quedan con lo bueno. «Estoy contenta de ver que
se puede pasar página y de que las ciudades tiran adelante», dice ella. Él,
intentando dejar atrás las secuelas, habla de sus agresores sin rencor: «No
siento odio hacia ellos, sino más bien lástima. Eran unos
chicos jóvenes que se dejaron embaucar, les comieron la cabeza». Rubén culmina:
«Me da pena que haya gente que siga cayendo en esto de los falsos profetas. Es
una especie de ejército oculto. Tendrían que buscar y perseguir a la gente que
les hace eso, que les come la cabeza así».
Opinión:
Rubén y Nuria fueron las primeras víctimas de las que se tiene
constancia que contactaran con algún medio de comunicación para denunciar el
abandono en el que se encontraban. Era diciembre de 2017. Y lo hicieron con
tanta educación y cortesía que en lugar de hacerlo “a tumba abierta” decidieron
hablar con Teresa Pérez, amiga de Núria y periodista en El Periódico de
Catalunya.
Teresa tuvo el detalle de ponerles en contacto con un
servidor y a partir de ese momento se inició la búsqueda de otras víctimas que
estuvieran en situación parecida. Aunque pueda parecer increíble, ninguna
asociación de víctimas se había puesto en contacto con ellos y ese fue el
germen para la creación de la
Unitat de Atenció i Valoració a Afectats per Terrorisme
(UAVAT).
El resto de la “historia” y el trabajo que efectuamos, es
de sobras conocido… por quien quiere tener la información real.
En cambio, quienes solo desean que les regalen los oídos
para vivir del dolor ajeno ya sabemos donde están.
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