22 agosto 2019
Cuando
"recordar, duele": la lucha de las víctimas psicológicas del
terrorismo por ser reconocidas por el Estado
Interior negó el reconocimiento de los
daños psicológicos del 82% de atendidos por la UAVAT. La mayor parte de
los perjudicados están en estado de alerta constante y sufren depresión
postraumática. "Es rara la noche en el que no tengo sueños recurrentes,
revivo los gritos", explica uno de los damnificados.
Es 17 de agosto de 2017. Miguel López y su hija salen de la calle Boquería que da a las Ramblas. Escuchan gritos. Él piensa que son los manteros que están siendo interceptados por los Mossos. De golpe, con un ruido ensordecedor, una furgoneta se dirige hacia ellos. Desde su silla de ruedas Miguel empuja a su hija para salvarla. Lo consigue. Él piensa que va a morir: cierra los ojos. Justo después el mismo vehículo engancha a otra persona que desvía su trayectoria. El cadáver de la atropellada cae sobre el cuerpo de Miguel. Todo ocurre en cuestión de segundos.
Es 17 de agosto de 2017. Miguel López y su hija salen de la calle Boquería que da a las Ramblas. Escuchan gritos. Él piensa que son los manteros que están siendo interceptados por los Mossos. De golpe, con un ruido ensordecedor, una furgoneta se dirige hacia ellos. Desde su silla de ruedas Miguel empuja a su hija para salvarla. Lo consigue. Él piensa que va a morir: cierra los ojos. Justo después el mismo vehículo engancha a otra persona que desvía su trayectoria. El cadáver de la atropellada cae sobre el cuerpo de Miguel. Todo ocurre en cuestión de segundos.
Dos años después el miedo sigue
acosándole. "A día de hoy, para conciliar el sueño, tengo que tomar
medicación. En el momento en que me quedo dormido es rara la noche en el que no
tengo sueños recurrentes: revivo el momento, los gritos, la persona que quedó
abrazada a mí...", explica Miguel a 20 minutos.
El último episodio ocurrió este miércoles.
Saliendo del ambulatorio que tiene al lado de su casa, se encontró con un
vehículo de Telefurgo, un Fiat blanco. Había tres personas dentro. "Me
quedé completamente paralizado. Después pasé toda la tarde bastante fastidiado.
Esta noche, incluso con medicación, me ha costado mucho dormir. Lo pienso y
digo: es irracional".
Sin embargo, para las administraciones,
Miguel no fue una víctima del atentado de Las Ramblas: sus síntomas no figuran
dentro de los criterios del Ministerio del Interior utilizados para reconocer a
las víctimas del 17-A.
No es el único: la Dirección General
de Apoyo a Víctimas del Terrorismo, dependiente de este ministerio, negó el
reconocimiento de los daños psicológicos del 82% de los 77 atendidos por la Unidad de Atención y
Valoración de Afectados por el Terrorismo (UAVAT). Al ser rechazadas estas
solicitudes, la UAVAT
ha solicitado a las administraciones una "profunda reflexión" a la
hora de definir los criterios que valoran si una persona es víctima o no.
Sara Bosch, directora de la UAVAT , explica que los
requisitos que utilizan las administraciones para determinar si las personas
afectadas son víctimas "están muy alejados a la realidad psicológica"
y por lo tanto hacen "muy difícil" que estas personas puedan
recuperarse del shock. Los criterios fundamentales que maneja el Ministerio del
Interior, según Bosch, son cuatro.
El primero exige un informe que verifique
que las personas fueron atendidas el día del atentado o en días posteriores muy
inmediatos. Para Bosch este criterio "se contradice con las
reacciones de las personas" porque, al estar muy confusas, pueden procesar
lo vivido mucho más tarde. "Les cuesta mucho hablar del tema porque
recordar, duele".
Además, su nombre tiene que figurar en los
listados de los heridos aportados por la Generalitat de Catalunya. Sin embargo, la mayoría
de las personas que ha tratado la
UAVAT no estaban apuntadas. Bosch augura que los
listados "los cerraron antes de que esas personas entraran en
tratamiento".
El tercer criterio es el espacial. En
función del lugar en el que el afectado se encontrase en el momento del
atentado, puede ser considerado o no como víctima. Como Miguel no estaba dentro
de la trayectoria de la furgoneta, no se le considera víctima, por mucho que
uno de los cadáveres cayera sobre su cuerpo.
El cuarto y último criterio que
Bosch considera que complica con creces la situación de los afectados es
el de "exclusividad": si aún habiendo vivido el atentado, la persona
ya padecía un trastorno psicológico, entonces no será valorada como víctima.
"El malestar psicológico del afectado debe de ser únicamente el del
generado por el atentado", aclara la presidenta de la UAVAT.
Depresión
postraumática y estado de alerta
La mayor parte de las personas que han
vivido el atentado sufren un estado de alerta constante. El miedo nunca
desaparece. "Ellos tienen la continua sensación de que algo va a
pasar". El cerebro nunca descansa, siempre permanece atento. Esto produce
"cambios de humor, de personalidad" y les vuelve "frágiles y
sensibles".
Por otra parte, aquellas personas cuyos
familiares murieron en el atentado suelen padecer depresión postraumática.
Bosch explica que los afectados se autoculpan e imaginan cómo pudo morir
su hijo, padre, abuela, hermano... Estas personas "reviven la muerte"
y "sienten el dolor y terror de sus familiares".
Opinión:
Y ahora, a esperar la reacción de la Dirección General
de Apoyo a Víctimas del Terrorismo de la que, por cierto, estamos esperando
respuestas a nuestras diez preguntas presentadas hace unos días…
Mientras tanto, nosotros seguimos trabajando pese a estar a
mediados del mes vacacional por excelencia…
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