“ETA está perdiendo
el tiempo en escenificaciones que solo retrasan las soluciones para sus presos”
Urrosolo cree que mientras ETA y su mundo no asuman de
verdad la realidad y se refugien en escenificaciones triunfalistas en lugar de
hacer una crítica de la violencia, la salida de sus presos se retrasará y
complicará
Joseba Urrosolo Sistiaga (Donostia, 1957) quedó en libertad
hace poco más de dos años tras haber pasado 19 en la cárcel. Entró en ETA en su
juventud y fue miembro de los comandos Barcelona y Madrid en el periodo que se
conoció como los años de plomo. A finales de los años 80 y comienzos de los 90
del siglo pasado fue uno de los miembros de la organización armada más buscados
por la Policía
hasta el punto de que incluso le apodaron como el hombre de las mil caras por su habilidad para sortear a la Policía. Pero no
solo quitó el sueño a las fuerzas de seguridad, también a la propia dirección
de la banda. Fue muy contestatario con la decisión de ETA de romper las
negociaciones de Argel con el Estado español a finales de los 80. Protestó por
la falta de debate interno y de información y ya entonces asomó su discurso
favorable a aprovechar la negociación para poner fin a la actividad armada
frente a los que han apostado siempre por dar una patada a seguir hasta la
derrota final. Esas y posteriores discrepancias con la cúpula le llevaron a
abandonar la banda en 1994. Tras pasar casi tres años en un pueblo de Francia
oculto bajo otra identidad fue detenido por la Policía francesa en 1997.
Fue condenado a 449 años de prisión por su participación en varios asesinatos y
dos secuestros, entre ellos el del empresario Emiliano Revilla. Junto con
Carmen Gisasola, Kepa Pikabea y José Luis Álvarez Santa Cristina, Txelis, fueron los pioneros en
expresar una reflexión autocrítica primero dentro de la organización y como
miembros del colectivo de presos y luego, una vez fuera de este, como presos
disidentes de ETA, conformando lo que se ha conocido como la vía Nanclares. Urrosolo
Sistiaga sigue al milímetro la actualidad política y en especial los últimos
pasos de la que fue su organización antes de que desaparezca.
Han pasado seis años
y medio desde que anunció el fin de los atentados. ¿Está tardando mucho ETA en
disolverse o es normal este ritmo?
-No es normal. La decisión importante fue dejar la lucha
armada. En aquel momento deberían haber cerrado el ciclo con su desaparición y
con una reflexión crítica sobre la utilización de la violencia. Pero en lugar
de asumir su propia realidad están perdiendo el tiempo en escenificaciones que
solo retrasan las difíciles soluciones para sus presos.
-¿Cómo debe echar el
cierre?
-A estas alturas su desaparición, como ocurrió con el
desarme, políticamente no aporta nada nuevo. Es solo simbólico. No tiene mayor
interés que el de la reflexión que vayan a hacer. O siguen como hasta ahora
utilizando el lenguaje para no poner el pasado en cuestión, para seguir
orgullosos de su trayectoria, lo que será otra oportunidad perdida; o hacen una
reflexión que sirva realmente para la convivencia y el futuro.
-Se habla de una desmovilización. ¿Le parece
apropiado ese término?
-Me parece que es ridículo hablar de desmovilización de
ejércitos o guerrillas que no existen. Jugar con esos conceptos no ayuda, solo
sirve para chapotear en el fango de las reflexiones propias de la fase que se
quiere superar.
-¿Habrá algo que
celebrar/escenificar ese día?
-Solo espero que el contenido de la reflexión que se haga
sea realmente una novedad positiva. Porque al día siguiente se habrá terminado
ETA, con todo lo que significaba. Y no puede dejar unas víctimas con un plus de
sufrimiento por su última valoración y unos presos abandonados en las cárceles
con otro plus a hacer frente a nivel personal.
-¿Por qué cree que
ETA ha decidido cerrar la persiana ahora y no antes si Euskadi no es hoy más
independiente o más socialista de lo que era hace cuatro o tres décadas?
-Porque convirtieron la subsistencia de la organización en
su principal objetivo. ETA y la izquierda abertzale estaban controladas por los
sectores empeñados en seguir con la lucha armada. Con una mentalidad con la que
despreciaron todas las oportunidades de salida negociada y la llevaron a su
derrota como organización armada. Sin apoyo práctico ni de sus bases, controlada
en gran parte por la Policía
a quienes terminaron entregándoles las armas a cambio de nada, con los presos
en la cárcel sin ninguna perspectiva.
-¿Quién toma una
decisión de ese tipo: los dirigentes de la organización?, ¿sus militantes?, ¿el
mundo político que les da soporte?, ¿todos ellos?
-La decisión la tomaron los que podían dentro de los
aparatos de la izquierda abertzale. Lo penoso es que solo lo hicieron cuando en
su situación personal se encontraron con menos riesgos ante una ETA débil y un
futuro de largos años en prisión. Pero la capacidad la tenían antes también.
-¿Cómo quedarán los
militantes de ETA que viven en la clandestinidad una vez de que se disuelva en
los próximos meses?
-Pues seguirán como hasta ahora. Algunos esperando que en
su situación jurídica la prescripción de los delitos que se les imputan les
permita volver pronto a casa y otros esperando que no les detengan porque saben
que lo tienen más complicado.
-¿Qué le pareció el
desarme de hace un año?
-Me pareció una forma de solucionar, cinco años después, el
callejón sin salida en el que se metieron por intentar escenificar algún
acuerdo a cambio de las armas.
-¿Cómo debió hacerse?
-Cuando ETA dejó la lucha armada debió de ser una decisión
total, que incluyera su desaparición. Las armas no eran un problema. Podían
destruirlas en los zulos y zanjar el tema. No necesariamente entregarlas. La
credibilidad está en la reflexión que se hace y en la voluntad de deshacerse de
ellas, de no utilizarlas.
-¿Están todas las
armas entregadas? Algunos dudan de ello.
-Habrá armas que los que quedan en ETA ni saben dónde están
y otros zulos controlados por la Policía. Pero eso no es un problema.
-¿Qué queda de la vía Nanclares? ¿Tiene hoy algún
tipo de vigencia?
-Queda como la referencia del último marco flexible para la
aplicación de la política penitenciaria que el PP por desgracia frenó. Ojalá se
recupere porque no creo que se consiga otro marco, ni por supuesto otro marco
más favorable.
-El EPPK ha levantado
el veto a los presos del ETA y ahora aceptan salidas individuales y beneficios.
¿Facilitará eso su reintegración?
-El problema es que lo hacen cuando no queda más remedio,
cuando no hay otra salida y cuando han llevado las cosas a unos términos desde
los que avanzar ya solo depende de la situación y la actitud personal de cada
preso.
-Sin ese veto durante
décadas, ¿se hubieran acogido más presos de los que lo han hecho a esa vía?
-La política penitenciaria que la propia izquierda
abertzale ha impuesto a sus presos ha supuesto, además de la vida de Yoyes, cientos y cientos de
años de cárcel de más a muchos presos. Y un sufrimiento añadido para presos y
familiares que se desmarcaban. También para muchos que permanecían en el
Colectivo sin atreverse a dar pasos, en contra de lo que realmente pensaban.
-Los presos del EPPK
aceptan las vías individualizadas, pero, salvo alguna excepción, todavía no han
pasado a segundo grado penitenciario.
-Es que se han quedado sin otra opción que intentar
mejorar, en el contexto más difícil, su situación personal. Y no va a ser
fácil. Para pasar a una calificación de segundo grado y poder tener acceso a
permisos para salir fuera el fin de semana la dirección de la cárcel valora la
actitud del preso y va a tener que superar una serie de condiciones.
Recientemente un preso de ETA ha salido con uno de estos permisos y lo
relevante en este caso es saber qué es lo que ha declarado ante la junta de
tratamiento de la cárcel y ante el fiscal para que finalmente el juez de
Vigilancia Penitenciaria haya aceptado dejarlo salir de la cárcel un fin de
semana: un desmarque de la organización ETA y una autocrítica de los hechos
violentos que cometió. Así lo reflejará el auto del juez. Eso es lo que deben
saber el resto de los presos, el pronunciamiento que ha hecho para poder salir
de permiso. Y no lo saben, ni ellos ni los familiares de estos. Han estado
tanto tiempo pensando que va a haber una salida generalizada, primero tras la
entrega de las armas y ahora con la disolución de ETA, que viven en una
fantasía. La realidad es la que es y nada permite pensar por ahora que va a
haber una salida general fruto de un acuerdo político. En ese mundo no son
conscientes de que la fase de ETA ya se ha terminado. El día después, la semana
después, tendrá un eco mediático pero luego ya no quedará nada más que los
presos
-El Gobierno francés
ha empezado a acercar a presos de ETA. ¿Arrastrará al Gobierno español a que
haga lo mismo?
-Lo veo difícil. En Francia esos pasos siempre han tenido
una dimensión diferente a la de aquí. Allí se les entregó las armas y bueno… No
conviene sobrevalorarlo. No nos olvidemos que en el caso de Jon Parot, con 28
años de cárcel en prisiones francesas y que podía estar en libertad hace 10, le
acaban de denegar la libertad condicional.
-¿La disolución de
ETA hará cambiar al Gobierno español en política penitenciaria?
-Me temo que poco. En todo caso será la reflexión final que
haga ETA la que va a influir positiva o negativamente en los presos. Si no
sirve para generar aquí otro clima de convivencia los cambios serán lentos y
para largo. Pero eso ya lo saben los que controlan el Colectivo.
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