24 abril 2018
Euskadi, mi Euskadi
Teresa Díaz Bada, hija de Carlos Díaz Arcocha,
superintendente de la
Ertzaintza asesinado por ETA el 7 de marzo de 1985, recuerda
tras el comunicado la «miserable» trayectoria de la banda
Miserables asesinos que no sois capaces más que de exhalar
mentiras y odio cada vez que decís algo. Miserables asesinos que habéis
conseguido durante 50 años sembrar en Euskadi un odio y una tristeza que
todavía rezuma en la sociedad.
Miserables asesinos que habéis matado a hombres buenos,
niños, mujeres, a mujeres embarazadas y que paseaban con sus hijos sin que os
temblara un ápice vuestro miserable corazón.
Miserables asesinos que ni reconocéis ni pedís perdón, en
una retórica malvada y abyecta que si no fuera por lo terrible y doloroso
resultaría ridícula.
Miserables asesinos que como los nazis os creéis en el
derecho de clasificar a las personas por más humanas o no, dependiendo de
criterios xenófobos, ruines e inmorales.
Miserables asesinos que habéis dejado un poso de odio en
muchos jóvenes y no tan jóvenes en los pueblos de Euskadi, que como fieras
atacan e intentan linchar a ciudadanos que simplemente quieren vivir.
Miserables que os creéis los dueños de una Euskadi que con
vosotros lo único que ha conseguido es teñirse de sangre durante años, llenarse
de tristeza en cada calle, de miedo y de cobardía.
Miserables asesinos. Euskadi no es vuestra Euskadi. Euskadi
es la de tantos y tantos que, a pesar de vosotros, se atrevieron a salir a la
calle, a defender la libertad, a llorar por los asesinados y a seguir
desempeñando su trabajo a pesar de saberse en el punto de mira de vuestro
fanatismo, dando su vida por defender a los demás.
Euskadi, mi Euskadi, es la de los hombres y mujeres que
desde hace mucho tiempo, a pesar de todo lo vivido, se levantan para sobrevivir
cada día, sacar adelante a sus familias y vivir. Simplemente vivir.
Euskadi, mi Euskadi, es la de mi bisabuelo, que iba a
caballo atendiendo en los caseríos a los enfermos que requerían sus servicios
de médico.
Aquel que recorría los caminos en Zestoa, con la certeza de
hacer bien su trabajo, respetando al prójimo. La Euskadi de mi abuelo que
desde el hospital en el que trabajaba en Bilbao atendía a sus pacientes y
recogía en casa y escondía a un arrantzale de Bermeo, al que, por ser
republicano, cada 18 de julio iban a buscar.
Euskadi, mi Euskadi, es la de mi padre, que a pesar de la
oposición de sus compañeros y de saberse amenazado, lideró la creación de la Ertzaintza , creando una
Policía por y para el pueblo.
La de Luis Mari Uriarte, alcalde y empresario, que no hacía
otra cosa más que cuidar al pueblo de donde era y creaba trabajo.
La de Txema Aguirre, ertzaina que gracias a su buen hacer
como persona y policía impidió que el museo Guggenheim volara por los aires.
Euskadi, mi Euskadi, es la de los hombres buenos, que
ayudan, que intentan vivir en paz y atender al prójimo.
La del tendero, ertzaina, abogado, guardia civil, policía
municipal o político, que intentan hacer su trabajo y respetar a los demás.
Esa es mi Euskadi. La Euskadi de todos, la que siempre fue, hasta que
aparecisteis vosotros.
La vuestra, esa a la que aludís, no ha existido nunca;
simplemente fue creada en vuestra mente malvada y retorcida de fanáticos
asesinos para justificar vuestros abyectos crímenes.
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