04 mayo 2018
Análisis de Roberto
Manrique: "Levantar la mano para cambiar la vida"
Opinión sobre el final de ETA del expresidente y portavoz
de la Asociación
Catalana de Víctimas del Terrorismo
La organización terrorista ETA
ha hecho pública su última declaración, la que ha confirmado el "final de
su trayectoria" y su "disolución" definitiva, una vez
"desmantelado totalmente el conjunto de sus estructuras".
El comunicado más esperado pone
fin a una trayectoria de seis décadas de violencia terrorista en el País Vasco
que ha dejado un saldo de más de 850 personas asesinadas y miles de heridos,
además de otras muchas otras víctimas entre amenazados y exiliados por culpa de
la intimidación terrorista.
Fin de ETA
Fue el 30 de
julio de 2009 ETA cometió sus dos últimos asesinatos en España al matar a dos
guardias civiles en Palma de Mallorca y el 16 de marzo de 2010 se cobró su
última víctima, un policía francés.
Finalmente, tras varios
anuncios parciales, el 20 de octubre de 2011, bajo el Gobierno de José Luis
Rodríguez Zapatero, la banda terrorista decretaba "el cese definitivo de
su actividad armada".
El análisis de Roberto Manrique
En un artículo de opinión que reproducimos a continuación,
Roberto Manrique, expresidente y portavoz de la Asociación Catalana
de Víctimas del Terrorismo, reflexiona sobre el final de ETA y el daño causado
por la banda terrorista.
Levantar la mano para cambiar la vida.
Los injertos de las manos y del brazo derecho no resistían
el trabajo manual ni el frío de las cámaras, pero yo insistía en intentar la
recuperación laboral. Desde finales de 1987 y hasta marzo de 1990 solo pude
conocer a las víctimas con las que coincidía entre operación y curas mientras
intentaba recuperar mi destreza como carnicero en Hipercor. Pero antes llegó
octubre de 1989 y asistí al juicio como público observador, con
la indeseable obligación de compartir espacio con los amigos de los
acusados. Llegó noviembre y tuve en mis manos la sentencia contra Troitiño y
Ernaga en un juicio que más bien fue una pantomima y junto a los abogados
decidí localizar todos aquellos nombres y apellidos.
Aquel
marzo de 1990 asistí a mi primera reunión de la que muchos aún conocemos como
“antigua” Asociación de Víctimas del Terrorismo.
Aquel día me sorprendió comprobar la enorme cantidad de
personas que habían sufrido los ataques del terrorismo y que todo aquella era
información desconocida para la inmensa mayoría de la ciudadanía. Por esa
razón, cuando alguien desde la mesa propuso a los llegados de fuera de Madrid
si podrían colaborar para ayudar a la central de Madrid, un muelle invisible me
hizo levantar la mano. Descubrí que era el único catalán presente en la sala.
Sin saberlo, la vida me cambiaba de nuevo... y lo hizo aún
más cuando Juan Antonio Corredor se acercó y me dijo una frase que aun resuena
en mi memoria: “tenemos dos objetivos: que las bandas
terroristas abandonen su actividad para evitar mas dolor y que las victimas
tengamos toda la asistencia necesaria. Bienvenido al barco”.
Desde entonces y durante los peores años, aquellos en los
que ni siquiera había una legislación que ofreciera una mínima cobertura, nos
esforzamos junto a otras víctimas y un excelente equipo de profesionales del
derecho y la psicología por conseguir esos objetivos. El primer objetivo todavía dejó
en el camino mas dolor, mas lágrimas y más muertes. Para complicar más las cosas, muchas
víctimas tuvimos que desmarcarnos del uso partidista que algunos hicieron de
nuestro dolor. Pero llegó octubre de 2011 y el primer objetivo se alcanzó.
Ahora vivimos la certificación de que nadie mas sufrirá ningún otro atentado de
la banda terrorista ETA.
El
segundo objetivo, en cambio, todavía no se ha conseguido.
No me alargaré reseñando todos y cada uno de los temas que
aun están pendientes de solución. Jurídicos, penales, médicos, psicológicos...
Pero sí planteo una propuesta: ahora que ETA se disuelve, que la administración
competente no olvide que sus víctimas seguimos ahí, con nuestros problemas
diarios, reales y anónimos. Por ello, el hecho de que ETA desaparezca tras
décadas de terror no puede ser sinónimo de la continuación del abandono que
tantas víctimas seguimos padeciendo.
Es ahora cuando el Estado y sus representantes deben aunar
esfuerzos para solucionar los asuntos pendientes. Son muchos pero si existe
interés, muchos tendrán solución. Para que nadie mas tenga que levantar la mano
y pasarse mas de media vida realizando una labor que se supone debería hacer el
Estado.
NOTA: Estas palabras son mi humilde
homenaje a todas aquellas víctimas y excelentes profesionales con las que he
tenido y todavía tengo el honor de colaborar para lograr el segundo objetivo.
Gracias a todos.
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