07 mayo 2018
Interior encuesta a
los funcionarios para frenar el yihadismo en las cárceles
Ha
elaborado un test de 39 preguntas en el que se cuestiona si los presos rechazan
al personal femenino o no toleran a los árabes no creyentes
El Ministerio del Interior no tira la toalla porque el
problema, lejos de estar bajo control, sigue en pleno auge a pesar de todos los
esfuerzos de Instituciones Penitenciarias. La expansión del radicalismo
yihadista en las cárceles es una realidad imparable. Los últimos planes para
intentar «desradicalizar» a los terroristas en prisión están fallando (solo
diez de los 146 presos yihadistas han participado en cursos de rehabilitación,
según la información oficial de Interior). Y la captación yihadista en prisión
no disminuye (76 reclusos comunes están siendo monitorizados por haberse
convertido, o al menos, acercado a la 'guerra santa' durante su estancia en la
cárcel).
La última apuesta de Interior para, cuanto menos, poder
tener información veraz sobre el alcance de este preocupante fenómeno es una
herramienta a modo de encuesta, el denominado «instrumento de evaluación del
riesgo de radicalismo violento» que ha comenzado a distribuirse en todos los
centros de la administración central en las últimas semanas.
En realidad, según la documentación a la que ha tenido
acceso este periódico, son 39 preguntas que los funcionarios deben responder
tras una observación minuciosa de los presos bajo sospecha. Hay dos apartados.
Doce preguntas dirigidas a calibrar el grado de integrismo que ya ha alcanzado
un recluso («riesgo de violencia radical») y 27 para determinar si el interno
está siendo reclutado en prisión («riesgo de proselitismo, captación o
radicalización violenta»).
En el primer bloque los funcionarios tienen que responder a
datos que los especialistas ven claves para detectar a un ya radicalizado:
«reciente entrenamiento físico», «rasgos psicopáticos», «intervención de
material extremista», «resistencia al cumplimiento de la normativa del centro»,
«antecedentes extremistas» o «medio social vinculado al radicalismo violento»,
son algunos de los apartados que los trabajadores tienen que valorar en una
escala de uno a tres.
En el segundo apartado, el de los posibles captados, las
cuestiones a tener en cuenta por los funcionarios son, entre otras, «no tolerar
la existencia de árabes no creyentes», «relaciones preferentes con musulmanes»,
«rechazo a las funcionarias o personal femenino», «tendencia al aislamiento»,
«interno influenciable» o «cambios recientes en su rutina diaria».
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