01 agosto 2019
Imán de Ripoll: una
inverosímil cadena de errores y negligencias de la Seguridad del Estado
Con las bien medidas filtraciones de documentos a La Vanguardia se ha buscado rebatir cada una de las
pruebas esgrimidas por este diario sobre las relaciones del CNI con el imán de
Ripoll –como confidente de doble cara– y sobre los seguimientos del servicio
secreto a la célula yihadista que capitaneó Abdelbaki es Satty. Las entregas
han presentado fragmentos escogidos de diferentes informes policiales, de la Guardia Civil y de
Instituciones Penitenciarias para invalidar las conclusiones extraídas de los
numerosos extractos que hemos publicado de las notas reservadas elaboradas por
el Centro Nacional de Inteligencia para el equipo multidisciplinar de
investigadores de los atentados de Las Ramblas y Cambril hace dos años.
La última entrega de esta campaña
de descrédito, aparecida este 1 de agosto, presenta una elaborada explicación
en torno al evidente desconocimiento que tenían los Mossos d’Esquadra sobre los
antecedentes de Es Satty; un currículum que por supuesto lo tenía que haber
descalificado como aspirante a imán del oratorio de Ripoll… igual que debería
haber provocado su deportación inmediata a Marruecos tras su puesta en libertad
después de cumplir más de cuatro años de prisión por narcotráfico. Ninguna de
esas dos gravísimas decisiones irresponsables –revocar su orden de expulsión y
aceptar su nombramiento como imán de oratorios– han sido explicadas
razonablemente, salvo como parte de una inverosímil y larguísima cadena de
errores y negligencias en la
Seguridad del Estado que le permitieron protagonizar una
trepidante carrera de actividades delictivas, complicidades con células
yihadistas, radicalización y vínculos con presos extremistas en la cárcel,
viajes ilimitados a los centros neurálgicos del salafismo en Bélgica y
finalmente adoctrinamiento de su propia célula terrorista, que se trasladaba
incesantemente de un extremo a otro de Catalunya para fabricar un tremendo
polvorín de explosivos al tiempo que el cabecilla predicaba sermones
incendiarios en su oratorio de Ripoll. Y todo ello, nos dicen, durante más de
diez años pero sin llamar la atención de ninguna unidad de lucha
antiterrorista.
En cualquier caso, es necesario
precisar el contexto de la última aseveración con la que titula La Vanguardia («Los datos policiales y penales del
imán de Ripoll nunca fueron borrados»), por lo que aparenta de
desmentido absoluto de un hecho cierto: los Mossos fueron mantenidos al margen
y en absoluto desconocimiento de las peligrosas inclinaciones yihadistas de Es
Satty a pesar de que se había afincado en Catalunya y predicaba islamismo
salafista desde su púlpito. Veamos:
Lo de que sus datos policiales y penales nunca fueron
borrados se sitúa en el contexto de la llamada que hizo a los Mossos desde
Bruselas un policía belga durante el primer viaje de Es Satty allí, a primeros
de 2016, para alertar a la policía autonómica catalana, que no halló
antecedente policial ninguno de Abdelbaki (aunque sí de un tal Mustafá Es
Satty). Se aporta una larga explicación sobre que los Mossos no consultaron la Base de Datos de
Señalamientos Nacionales (BSDN) donde habrían encontrado los antecedentes,
porque sólo miraron en sus archivos locales catalanes, que estaba vacíos. Así
que dieron la respuesta de «no hay nada» a los belgas y así se explicaría que
después de los atentados recuperasen aquella respuesta informal de año y medio
antes para incluir en su primer atestado: «Sin registro de detenciones por
ningún cuerpo policial». Según han revelado «fuentes consultadas por este
diario [La Vanguardia ]»,
tanto el entonces jefe de los Mossos, Ferrán López, como el comisario jefe
Manel Castellví reconocieron ese error en sesión secreta de la comisión de
investigación del Parlament de Catalunya.
En cambio, en nuestra exclusiva decimos que la ocultación
de los antecedentes se produjo un año antes, cuando había que dar referencias
positivas de Es Satty a la comunidad islámica de Ripoll para que lo aceptasen
como imán, al llegar recomendado allí en marzo de 2015 y obtener plaza en el
oratorio Al Fath de esa localidad. Lo habitual en estos casos es que se haga un
repaso del historial del «recomendado» y, como declaró a Público un
alta fuente policial hace ya año y medio, «imanes con antecedentes como éste
sólo hay una decena en toda España y los tenemos a todos vigilados». Pero a la
comunidad musulmana de Ripoll les presentaron un currículo limpio, incluso con
buena nota. Y ese mismo periódico barcelonés reconoce: «En aquellas fechas,
para que los Mossos pudieran acceder a las bases de datos de antecedentes
policiales de la
Policía Nacional y Guardia Civil, debían solicitar la
información a través del servicio de comunicaciones que existe entre cuerpos.
De ahí la explicación de que inicialmente los Mossos sólo pudieran tener
información de las posibles detenciones previas por parte de su propio cuerpo
policial».
Si antes de registrar al imán de un oratorio donde va a
predicar a jóvenes musulmanes, en España no se hace chequeo ninguno de su
historial ni de su trayectoria, entonces ese fallo global de seguridad es mucho
más que garrafal, puesto que ni los responsables del Al Fath, primero, ni los
del Annour, después, supieron nunca que ya llevaba dos condenas, una de ellas
por narcotráfico, así como antecedentes de relaciones con yihadistas antes y
durante su encarcelamiento. De haberlo sabido, jamás lo hubieran aceptado como
guía coránico de sus fieles. Y ese inmenso error no es atribuible a los Mossos,
ya que no podían entonces acceder a las bases de datos del Centro de
Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), salvo
pidiéndolo a otros cuerpos de seguridad, ni a los otros archivos de la
coordinación central antiterrorista porque el Ejecutivo de Rajoy y el Ministerio de Zoiodo precisamente mantenían a los Mossos desinformados en asuntos de Seguridad del Estado, y les impedían integrarse en el sistema Europol.
El informe de la Guardia Civil que cita el periódico barcelonés
–mostrando un solo folio que afirman que data del 19 de agosto de 2017, aunque
en ese fragmento no hay fecha ninguna– afirma que Es Satty «sufrió en prisión
un profundo proceso de acercamiento a los postulados más rigoristas del Islam
durante el cumplimiento de una condena por un delito relacionado con la salud
pública» [es decir, narcotráfico]. «En el periodo de cumplimiento de condena
mantuvo una relación estrecha con presos considerados como extremistas». Pues
si eso lo sabían cuando apareció en Ripoll para ofrecerse como imán, ¿cómo no
alertaron a las autoridades locales? Más aún, ¿por qué no avisaron de ello los
agentes de la Policía
Nacional que visitaron varias veces el oratorio mientras ya
estaba allí predicando para preguntar por él?, como reveló Hamid Barbach en una
comparecencia en la comisión de investigación del Parlament. Ambos cuerpos
tenían acceso a todos los datos de Es Satty, pero los Mossos, no.
Además, según La Vanguardia : «No obstante, en la
base de datos de la
Guardia Civil sí constaba esa información y nunca dejó de
estarlo. De hecho, diversas fuentes de distintos cuerpos policiales confirman,
por un lado, que los datos de Es Satty nunca han sido borrados y, por otro,
insisten en que estos, una vez recogidos e introducidos en el sistema, no
pueden ser borrados sin dejar rastro». O sea, sabían sus antecedentes, incluso
iban a vigilarlo de tanto en tanto, ¿y no avisaron a esa comunidad musulmana de
su pasado yihadista? Para exculpar al CNI están dejando a las fuerzas de
seguridad del Estado en muy mal lugar: son fallos continuados, a lo largo de
años, en la obligada vigilancia de un sospechoso de yihadismo con antecedentes
penales al que se le permite quedarse en España, viajar varias veces al centro
neurálgico del salafismo en Europa, y adoctrinar a los jóvenes musulmanes de
Ripoll durante todo ese tiempo. Inexplicable.
Público reprodujo el fragmento del informe reservado que
redactó el CNI sobre ese mismo viaje:
Resulta que son contradictorios los datos que ofrece la Guardia Civil con
los que ofrece el CNI. Dice el CNI: «Entre enero y abril de 2016, Abdelbaki es-Satty
viajó a Bélgica con el fin de obtener trabajo como imán en una mezquita
denominada Youssef, localizada en la ciudad de Diegem, al noreste de Bruselas»…
En cambio, la Guardia
Civil (según LV) dice que Es
Satty estuvo en Bélgica desde «principios del 2015, tras su salida de prisión,
donde permaneció hasta su regreso a Barcelona el 13 de abril del 2016». No se
muestra ese fragmento del informe, pero en todo caso es claramente erróneo:
primero porque Es Satty salió en libertad el 29 de abril del 2014 (no de 2015)
y de ninguna manera residió en Bélgica durante todo un año, porque estuvo
predicando en el oratorio Al Fath de marzo a diciembre de 2015. Pero no sólo en
eso está equivocado el informe de la Guardia Civil , puesto que dice que mientras
estaba allí trató de «ejercer como imán en alguna de las mezquitas de la ciudad
de Vilvoorde», cuando el mucho más detallado informe del CNI precisa que no es
en Vilvoorde, sino en la mezquita Youssef de Diegem. Ante tales errores de
bulto, ¿hemos de creer a pies juntillas el resto de un informe que tampoco se
muestra íntegro?
Además, la
Guardia Civil explica que la estancia de Es Satty en Bélgica,
en el epicentro del yidahismo de toda Europa, coincide con «los atentados
llevados a cabo por la célula de Daesh (Estado Islámico) contra el aeropuerto y
el metro de Bruselas el 22 de marzo del 2016». Pero cuando regresa poco después
a España, en abril, se le da luz verde para que predique en otro oratorio, esta
vez el de Annour… y enseguida queda claro que hace sermones incendiarios, pero
tampoco se actúa. La presunta cadena de fallos de las fuerzas de seguridad es
abrumadora.
Más aún, en Público también reprodujimos este fragmento de
otro informe reservado del CNI:
Se trata de otra visita a Bélgica, sólo cinco meses antes
de los atentados, en la que recorre todas las mezquitas yihadistas del noreste
de Bruselas, en una etapa en la que ya estaba preguntando por él la Policía Nacional
en el oratorio de Ripoll; ya iban y venían desde Alcanar sus discípulos con el
Audi A3, y ya empezaban a estar alarmados hasta los vecinos y familiares en
Ripoll por el sesgo extremista que tenían sus discípulos. Pero tampoco sonó
ninguna alarma ni se avisó a los Mossos. Y aquí es obligado recordar que José
Antonio Nieto, quien era entonces el secretario de Estado de Seguridad, les
espetó hace poco a los parlamentarios catalanes, con muy malos modos, que eran
los Mossos los que debían haberse dado cuenta de que Es Satty se había
radicalizado. ¡Pero si lo sabía la Guardia Civil desde el primer momento y así lo
reflejan los informes de Instituciones Penitenciarias! Informes que también hemos reproducido en Público
mostrando la versión redactada por el propio CNI.
Fue precisamente en el Centro Penitenciario Castellón I
donde quedó más que patente su radicalización islamista, reflejada en informes
internos a los que no sólo tuvieron acceso los agentes de la Guardia Civil
T03083R y B93224U que visitaron a Es Satty en esa prisión tres veces en 2012
–justo cuando se detectó que cambiaba de actitud ante el temor de ser deportado
a Marruecos al final de su condena–, sino también los agentes del CNI 7836 y
6917, que fueron a verlo en marzo de 2014, un mes antes de que fuera puesto en
libertad y empezara a recibir apoyo letrado y recursos extraordinarios para
lograr que fuera revocada la orden de la Subdelegación del Gobierno
de expulsión de España.
Para terminar, hemos de recalcar
que lo que señalan nuestras fuentes de Inteligencia es que, para avalar a Es
Satty como fiable imán en Ripoll, “no podía quedarrastro de su largísimo historial
de relaciones probadas con grupos yihadistas, así que se hicieron desaparecer
esos antecedentes de los archivos policiales por si la comunidad islamica local
solicitaba una revisión de su pasado”. Eso no quiere decir que los antecedentes
penales y policiales fueran destruidos y eliminados por completo –cosa
imposible–, sino que se ocultaron a los Mossos en aquel momento para proteger a
un confidente que se quería infiltrar en círculos yihadistas. ¿De verdad
estaban todos sus antecedentes fácilmente accesibles en la BSDN durante los más de dos
años que predicaba en Ripoll y levantaba suficientes sospechas como para que la Policía Nacional
fuera a preguntar por él? Y tampoco a ese cuerpo se le ocurrió mirar la base de
datos, claro.
Y, una vez más, todo esto no es una
teoría conspirativa, sino una gran suma de indicios y pruebas más que
preocupantes de que los servicios secretos cometieron un descomunal fallo y/o
negligencia con respecto al imán de Ripoll.
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