viernes, 2 de agosto de 2019

01 agosto 2019 (7) publico.es

01 agosto 2019



Imán de Ripoll: una inverosímil cadena de errores y negligencias de la Seguridad del Estado



Con las bien medidas filtraciones de documentos a La Vanguardia se ha buscado rebatir cada una de las pruebas esgrimidas por este diario sobre las relaciones del CNI con el imán de Ripoll –como confidente de doble cara– y sobre los seguimientos del servicio secreto a la célula yihadista que capitaneó Abdelbaki es Satty. Las entregas han presentado fragmentos escogidos de diferentes informes policiales, de la Guardia Civil y de Instituciones Penitenciarias para invalidar las conclusiones extraídas de los numerosos extractos que hemos publicado de las notas reservadas elaboradas por el Centro Nacional de Inteligencia para el equipo multidisciplinar de investigadores de los atentados de Las Ramblas y Cambril hace dos años.
La última entrega de esta campaña de descrédito, aparecida este 1 de agosto, presenta una elaborada explicación en torno al evidente desconocimiento que tenían los Mossos d’Esquadra sobre los antecedentes de Es Satty; un currículum que por supuesto lo tenía que haber descalificado como aspirante a imán del oratorio de Ripoll… igual que debería haber provocado su deportación inmediata a Marruecos tras su puesta en libertad después de cumplir más de cuatro años de prisión por narcotráfico. Ninguna de esas dos gravísimas decisiones irresponsables –revocar su orden de expulsión y aceptar su nombramiento como imán de oratorios– han sido explicadas razonablemente, salvo como parte de una inverosímil y larguísima cadena de errores y negligencias en la Seguridad del Estado que le permitieron protagonizar una trepidante carrera de actividades delictivas, complicidades con células yihadistas, radicalización y vínculos con presos extremistas en la cárcel, viajes ilimitados a los centros neurálgicos del salafismo en Bélgica y finalmente adoctrinamiento de su propia célula terrorista, que se trasladaba incesantemente de un extremo a otro de Catalunya para fabricar un tremendo polvorín de explosivos al tiempo que el cabecilla predicaba sermones incendiarios en su oratorio de Ripoll. Y todo ello, nos dicen, durante más de diez años pero sin llamar la atención de ninguna unidad de lucha antiterrorista.
En cualquier caso, es necesario precisar el contexto de la última aseveración con la que titula La Vanguardia («Los datos policiales y penales del imán de Ripoll nunca fueron borrados»), por lo que aparenta de desmentido absoluto de un hecho cierto: los Mossos fueron mantenidos al margen y en absoluto desconocimiento de las peligrosas inclinaciones yihadistas de Es Satty a pesar de que se había afincado en Catalunya y predicaba islamismo salafista desde su púlpito. Veamos:
Lo de que sus datos policiales y penales nunca fueron borrados se sitúa en el contexto de la llamada que hizo a los Mossos desde Bruselas un policía belga durante el primer viaje de Es Satty allí, a primeros de 2016, para alertar a la policía autonómica catalana, que no halló antecedente policial ninguno de Abdelbaki (aunque sí de un tal Mustafá Es Satty). Se aporta una larga explicación sobre que los Mossos no consultaron la Base de Datos de Señalamientos Nacio­nales (BSDN) donde habrían encontrado los antecedentes, porque sólo miraron en sus archivos locales catalanes, que estaba vacíos. Así que dieron la respuesta de «no hay nada» a los belgas y así se explicaría que después de los atentados recuperasen aquella respuesta informal de año y medio antes para incluir en su primer atestado: «Sin registro de detenciones por ningún cuerpo policial». Según han revelado «fuentes consultadas por este diario [La Vanguardia]», tanto el entonces jefe de los Mossos, Ferrán López, como el comisario jefe Manel Castellví reconocieron ese error en sesión secreta de la comisión de investigación del Parlament de Catalunya.
En cambio, en nuestra exclusiva decimos que la ocultación de los antecedentes se produjo un año antes, cuando había que dar referencias positivas de Es Satty a la comunidad islámica de Ripoll para que lo aceptasen como imán, al llegar recomendado allí en marzo de 2015 y obtener plaza en el oratorio Al Fath de esa localidad. Lo habitual en estos casos es que se haga un repaso del historial del «recomendado» y, como declaró a Público un alta fuente policial hace ya año y medio, «imanes con antecedentes como éste sólo hay una decena en toda España y los tenemos a todos vigilados». Pero a la comunidad musulmana de Ripoll les presentaron un currículo limpio, incluso con buena nota. Y ese mismo periódico barcelonés reconoce: «En aquellas fechas, para que los Mossos pudieran acceder a las bases de datos de antecedentes policiales de la Policía Nacional y Guardia Civil, debían solicitar la información a través del servicio de comunicaciones que existe entre cuerpos. De ahí la explicación de que inicialmente los Mossos sólo pudieran tener información de las posibles detenciones previas por parte de su propio cuerpo policial».
Si antes de registrar al imán de un oratorio donde va a predicar a jóvenes musulmanes, en España no se hace chequeo ninguno de su historial ni de su trayectoria, entonces ese fallo global de seguridad es mucho más que garrafal, puesto que ni los responsables del Al Fath, primero, ni los del Annour, después, supieron nunca que ya llevaba dos condenas, una de ellas por narcotráfico, así como antecedentes de relaciones con yihadistas antes y durante su encarcelamiento. De haberlo sabido, jamás lo hubieran aceptado como guía coránico de sus fieles. Y ese inmenso error no es atribuible a los Mossos, ya que no podían entonces acceder a las bases de datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), salvo pidiéndolo a otros cuerpos de seguridad, ni a los otros archivos de la coordinación central antiterrorista porque el Ejecutivo de Rajoy y el Ministerio de Zoiodo precisamente mantenían a los Mossos desinformados en asuntos de Seguridad del Estado, y les impedían integrarse en el sistema Europol. 
El informe de la Guardia Civil que cita el periódico barcelonés –mostrando un solo folio que afirman que data del 19 de agosto de 2017, aunque en ese fragmento no hay fecha ninguna– afirma que Es Satty «sufrió en prisión un profundo proceso de acercamiento a los postulados más rigoristas del Islam durante el cumplimiento de una condena por un delito relacionado con la salud pública» [es decir, narcotráfico]. «En el periodo de cumplimiento de condena mantuvo una relación estrecha con presos considerados como extremistas». Pues si eso lo sabían cuando apareció en Ripoll para ofrecerse como imán, ¿cómo no alertaron a las autoridades locales? Más aún, ¿por qué no avisaron de ello los agentes de la Policía Nacional que visitaron varias veces el oratorio mientras ya estaba allí predicando para preguntar por él?, como reveló Hamid Barbach en una comparecencia en la comisión de investigación del Parlament. Ambos cuerpos tenían acceso a todos los datos de Es Satty, pero los Mossos, no.
Además, según La Vanguardia: «No obstante, en la base de datos de la Guardia Civil sí constaba esa información y nunca dejó de estarlo. De hecho, diversas fuentes de distintos cuerpos policiales confirman, por un lado, que los datos de Es Satty nunca han sido borrados y, por otro, insisten en que estos, una vez recogidos e introducidos en el sistema, no pueden ser borrados sin dejar rastro». O sea, sabían sus antecedentes, incluso iban a vigilarlo de tanto en tanto, ¿y no avisaron a esa comunidad musulmana de su pasado yihadista? Para exculpar al CNI están dejando a las fuerzas de seguridad del Estado en muy mal lugar: son fallos continuados, a lo largo de años, en la obligada vigilancia de un sospechoso de yihadismo con antecedentes penales al que se le permite quedarse en España, viajar varias veces al centro neurálgico del salafismo en Europa, y adoctrinar a los jóvenes musulmanes de Ripoll durante todo ese tiempo. Inexplicable.
La Vanguardia reproduce otro párrafo fundamental de un oficio de la Guardia Civil –parecería ser el mismo, pero esta vez se da la fecha del 25 de agosto y no se muestra ningún fragmento–, en el que supuestamente se habla del primer viaje de Es Satty a Bélgica, a primeros de 2016, del que en Público hemos reproducido el fragmento del informe reservado del CNI que se refiere a ello. SegúnLV: «En este informe, de la jefatura de Información de la Guardia Civil, se explica que Es Satty viajó a Bélgica aproximadamente a principios del 2015, tras su salida de prisión, donde permaneció hasta su regreso a Barcelona el 13 de abril del 2016. “Durante su estancia en Bélgica habría tratado de ejercer como imán en alguna de las mezquitas de la ciudad de Vilvoorde. Su estancia en Bélgica también coincidió tanto con la ejecución de los atentados perpetrados en París el 23 de noviembre del 2015 como de los atentados llevados a cabo por la célula de Daesh (Estado Islámico) contra el aeropuerto y el metro de Bruselas el 22 de marzo del 2016”, recoge el documento. Esas visitas son las que motivaron la consulta de la policía local de Vilvoorde a los Mossos d’Esquadra, en marzo del 2016».
Público reprodujo el fragmento del informe reservado que redactó el CNI sobre ese mismo viaje:

Resulta que son contradictorios los datos que ofrece la Guardia Civil con los que ofrece el CNI. Dice el CNI: «Entre enero y abril de 2016, Abdelbaki es-Satty viajó a Bélgica con el fin de obtener trabajo como imán en una mezquita denominada Youssef, localizada en la ciudad de Diegem, al noreste de Bruselas»… En cambio, la Guardia Civil (según LV) dice que Es Satty estuvo en Bélgica desde «principios del 2015, tras su salida de prisión, donde permaneció hasta su regreso a Barcelona el 13 de abril del 2016». No se muestra ese fragmento del informe, pero en todo caso es claramente erróneo: primero porque Es Satty salió en libertad el 29 de abril del 2014 (no de 2015) y de ninguna manera residió en Bélgica durante todo un año, porque estuvo predicando en el oratorio Al Fath de marzo a diciembre de 2015. Pero no sólo en eso está equivocado el informe de la Guardia Civil, puesto que dice que mientras estaba allí trató de «ejercer como imán en alguna de las mezquitas de la ciudad de Vilvoorde», cuando el mucho más detallado informe del CNI precisa que no es en Vilvoorde, sino en la mezquita Youssef de Diegem. Ante tales errores de bulto, ¿hemos de creer a pies juntillas el resto de un informe que tampoco se muestra íntegro?
Además, la Guardia Civil explica que la estancia de Es Satty en Bélgica, en el epicentro del yidahismo de toda Europa, coincide con «los atentados llevados a cabo por la célula de Daesh (Estado Islámico) contra el aeropuerto y el metro de Bruselas el 22 de marzo del 2016». Pero cuando regresa poco después a España, en abril, se le da luz verde para que predique en otro oratorio, esta vez el de Annour… y enseguida queda claro que hace sermones incendiarios, pero tampoco se actúa. La presunta cadena de fallos de las fuerzas de seguridad es abrumadora.
Más aún, en Público también reprodujimos este fragmento de otro informe reservado del CNI:

Se trata de otra visita a Bélgica, sólo cinco meses antes de los atentados, en la que recorre todas las mezquitas yihadistas del noreste de Bruselas, en una etapa en la que ya estaba preguntando por él la Policía Nacional en el oratorio de Ripoll; ya iban y venían desde Alcanar sus discípulos con el Audi A3, y ya empezaban a estar alarmados hasta los vecinos y familiares en Ripoll por el sesgo extremista que tenían sus discípulos. Pero tampoco sonó ninguna alarma ni se avisó a los Mossos. Y aquí es obligado recordar que José Antonio Nieto, quien era entonces el secretario de Estado de Seguridad, les espetó hace poco a los parlamentarios catalanes, con muy malos modos, que eran los Mossos los que debían haberse dado cuenta de que Es Satty se había radicalizado. ¡Pero si lo sabía la Guardia Civil desde el primer momento y así lo reflejan los informes de Instituciones Penitenciarias! Informes que también hemos reproducido en Público mostrando la versión redactada por el propio CNI.
Fue precisamente en el Centro Penitenciario Castellón I donde quedó más que patente su radicalización islamista, reflejada en informes internos a los que no sólo tuvieron acceso los agentes de la Guardia Civil T03083R y B93224U que visitaron a Es Satty en esa prisión tres veces en 2012 –justo cuando se detectó que cambiaba de actitud ante el temor de ser deportado a Marruecos al final de su condena–, sino también los agentes del CNI 7836 y 6917, que fueron a verlo en marzo de 2014, un mes antes de que fuera puesto en libertad y empezara a recibir apoyo letrado y recursos extraordinarios para lograr que fuera revocada la orden de la Subdelegación del Gobierno de expulsión de España.
Para terminar, hemos de recalcar que lo que señalan nuestras fuentes de Inteligencia es que, para avalar a Es Satty como fiable imán en Ripoll, “no podía quedarrastro de su largísimo historial de relaciones probadas con grupos yihadistas, así que se hicieron desaparecer esos antecedentes de los archivos policiales por si la comunidad islamica local solicitaba una revisión de su pasado”. Eso no quiere decir que los antecedentes penales y policiales fueran destruidos y eliminados por completo –cosa imposible–, sino que se ocultaron a los Mossos en aquel momento para proteger a un confidente que se quería infiltrar en círculos yihadistas. ¿De verdad estaban todos sus antecedentes fácilmente accesibles en la BSDN durante los más de dos años que predicaba en Ripoll y levantaba suficientes sospechas como para que la Policía Nacional fuera a preguntar por él? Y tampoco a ese cuerpo se le ocurrió mirar la base de datos, claro.
Y, una vez más, todo esto no es una teoría conspirativa, sino una gran suma de indicios y pruebas más que preocupantes de que los servicios secretos cometieron un descomunal fallo y/o negligencia con respecto al imán de Ripoll.


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