01 mayo 2018
“Mira para atrás y verás a otros dos con metralleta”
Roberto Lertxundi caminaba por el casco
viejo de Bilbao el 3 de abril de 1981 cuando le pararon dos veinteañeros con
gafas oscuras y le entregaron un papel. "Tu mujer y tu hijo están en
nuestro poder", rezaba aquella nota que leyó el entonces secretario
general del Partido Comunista de Euskadi, antes de preguntar "¿Va en
serio?" a los terroristas y mientras uno de ellos le insinuaba con un
gesto que llevaba una pistola en el bolsillo. "Mira para atrás y verás a
otros dos con una metralleta", le respondieron. A su espalda, dos jóvenes
aguardaban con una bolsa de la que sobresalía lo que parecía el cañón de un
arma.
"He repasado muchas veces aquellos
momentos. Era una acción de propaganda de un comando que aspiraba a entrar en
ETA militar, que aun no lo había conseguido como tal, pero que ya había hecho
muchas barbaridades: atracado a joyeros en Barakaldo, explosionado bombas en
alguna central eléctrica...", recuerda Lertxundi, casi cuarenta años
después de que le condujeran hasta el último piso de un chalé semiderruido del
barrio de Neguri, en Getxo (Bizkaia). Allí, rodeado por pintadas donde se leía "Vosotros,
los reformistas, sois los terroristas" o "Gora ETA Militar", le
interrogaron. "Fue la constatación de la ignorancia absoluta. El
terrorismo etarra siempre ha sido despreciable. Entre otras cosas, por su bajo
nivel intelectual. Y estos chavales no tenían ni puta idea de nada. No tenía ni
pies ni cabeza lo que preguntaban", rememora.
Su relato forma parte de otro de los capítulos más cruentos
de la historia de ETA: los 86 secuestros que perpetró la banda, según los datos
recopilados por Francisco Llera y Rafael Leonisio, investigadores de la Universidad del País
Vasco (UPV), en el informe Los secuestros de ETA y sus organizaciones afines.
Este documento radiografía una práctica que dejó imágenes tan impactantes como
la liberación de José Antonio Ortega Lara, que pasó casi dos años encerrado en
un zulo, y episodios tan crueles como el asesinato en 1997 de Miguel Ángel
Blanco, edil del PP de Ermua al que dispararon dos tiros en la cabeza tras dos
días de cautiverio. Fue el último secuestro de la organización.
27 años antes habían cometido el primero. El 30 de octubre
de 1970, ocho integrantes de ETA entraron en la casa de José Ángel Aguirre,
director de la sucursal del Banco Guipuzcoano en Elgoibar (Gipuzkoa), y le
retuvieron toda la noche para que les abriera la caja fuerte de la oficina a la
mañana siguiente. Se llevaron unos cuatro millones de pesetas. "La gran
mayoría de secuestros tuvieron una motivación económica", concluye el
estudio de la UPV ,
donde se expone que 67 de estas víctimas eran empresarios, directivos,
profesionales de empresas o sus familiares. “Se buscaba el cobro de un rescate
o la apertura de alguna caja fuerte de un banco”, continúa el informe, que
apostilla: "Pero no solo servían para recaudar dinero, sino también como aviso para los empresarios que eran
reticentes a pagar la extorsión terrorista". Los investigadores calculan
que la banda recaudó, al menos, 6.420 millones de pesetas (38,6 millones de
euros) con estos delitos.
"El secuestro de
Ortega Lara fue tortura pura y dura"
Pero ETA también buscó castigar y presionar políticamente a
través del cautiverio. "El secuestro de Ortega Lara, por ejemplo, fue
tortura pura y dura", sentencia Rafael Leonisio. Fue el secuestro más
largo. Duró 532 días. "Pero, dentro de lo que cabe, acabó bien",
apostilla el investigador. En diez casos, los terroristas mataron a sus
víctimas. Y en 14, las liberaron tras pegarle un tiro en la pierna.
"En los heridos prevalece después el estrés
postraumático", explica Natalia Moreno, psicóloga de la Asociación de Víctimas
del Terrorismo (AVT), que detalla cómo algunos estímulos —como encontrarse
solos o en habitaciones pequeñas— puede desencadenar ese estrés. "Y, en el
caso de los familiares de personas a las que mataron tras su secuestro, no
observamos enormes diferencias de las víctimas de atentados. Sí que en algunos
puede aparecer la pregunta de qué habrá pasado durante esos días de cautiverio
o de si se podría haber hecho algo más. Pero la conclusión al final es que le
mataron", apostilla, antes de relatar cómo el apoyo social resulta
determinante en su tratamiento: "Y, claro, en los setenta y ochenta, ese
apoyo no existía".
"Esta gente se movía con una impunidad absoluta en
aquellos años", rememora Lertxundi, militante de ETA a finales de los
sesenta, que también fue secuestrado durante unas horas en 1980, antes de
encontrarse con el presidente Adolfo Suárez. Le capturaron cuando se dirigía a
su coche. En 1981, después de aparcar. ¿Temió por su vida? "Sí. Pero no de
una forma principal".
"Encuadro mi secuestro en el contexto de la militancia
en el Partido Comunista de Euskadi, del que era secretario general",
continúa Lertxundi, antes de relatar cómo se liberó de las cuerdas con las que
le ataron las manos y tobillos dentro de un saco de dormir, y le unieron a una
viga del edificio donde le abandonaron. Hace 37 años. ¿Y cómo valora ahora los últimos
comunicados de la banda? "Bienvenido
que se vayan. El tema del perdón y la retórica no me importa. Hay una
responsabilidad y tienen que cumplir sus penas. Lo que yo quiero es que la
sociedad esté orgullosa de haberles ganado la batalla. ETA ya no le importa a
la sociedad vasca".
Tres décadas de secuestros
Los más duraderos: José Antonio Ortega Lara sufrió el
secuestro más largo. Su cautiverio se prolongó durante 532 días. El de José
María Aldaya, 342. El de Emiliano Revilla, 249. Y el de Cosme Delclauz, 232.
El peor año: En 1980 se contabilizaron 18
secuestros.
Localización: El 79% de los secuestros se
perpetraron en Vizcaya y Guipuzcoa. En Navarra y Alava, el 11,7%: "Esta
diferencia refleja la fortaleza que ha tenido ETA en cada territorio, ya que el
secuestro requiere cierta logística para la cual se hace necesaria una mínima
infraestructura", subraya el informe de la UPV.
Desenlace: 54 víctimas fueron liberadas sin
daños por los terroristas (62,8%); 15, liberadas con un tiro en la pierna
(16,3%); 6, liberadas por las fuerzas de seguridad (7%); 10, asesinadas
(11,6%); y dos escaparon (2,3%).
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