18 marzo 2015
José María Calleja
El etarra Lasarte, en libertad; sus asesinados siguen muertos
Duele ver a
Lasarte en la calle, pero es la ley. Ha cumplido y por muchos más años de
cárcel que cumpliera no nos devolvería con vida a los que asesinó
El día de su cumpleaños se fue a cenar con la
familia, era julio y hacía calor en San Sebastián. La última copa la tomaron en
la Unión Artesana ,
al lado de casa. Allí vio a José Manuel Olarte, Plomos de alias, estaba jugando
a las cartas con la cuadrilla. V. Lasarte clausuró súbitamente el cumpleaños y
se fue a casa, allí tenía una pistola de avancarga, de tiro olímpico, con una
sola bala, la banda no le proporcionaba otras armas. Con los vapores de la
sobremesa, un 27 de julio de 1994, hizo lo que le pedía el instinto: volvió a la Unión Artesana y
allí mismo le pegó un tiro en la nuca a Olarte. La sangre, la baraja
desparramada, los colegas estupefactos, el serrín, la ruptura abrupta de la
breve normalidad.
Otro día, el 23 de enero de 1995, V. Lasarte se
plantó en el bar Barandiarán, en el Boulevard, esquina con Mayor. Desde allí se
veía a los que salían del Ayuntamiento de San Sebastián por la calle Ijentea.
Sobre las dos y media pasadas, y eso que en Donosti se come pronto, salió
Gregorio Ordóñez acompañado, entre otros, de su colaboradora, María San Gil. V.
Lasarte les vio pasar, anduvo detrás de ellos un par de calles, Mayor y 31 de
Agosto, les siguió hasta el bar al que iban a comer, La Cepa. Una vez que se
sentaron, V. Lasarte se fue hasta el barrio de Gros, nada más pasar el puente
del Kursaal, allí avisó a sus conmilitones que estaban en un piso –entre ellos,
García Gaztelu–, les dio la información calentita.
Los etarras estaban aún en horario de oficina, uno
de ellos entró en el bar, con la cabeza tapada por la capucha del chubasquero,
Gregorio comía de espaldas a la puerta, cuando estuvo a su altura, casi a cañón
tocante, Gaztelu disparó en la nuca a Ordoñez. Marca de la casa. Muerto en el
acto. Llovía mucho.
Otro día, y van tres, V. Lasarte y los suyos
esperaron a que Fernando Múgica saliera, como casi todos los días, sobre la una
y media de la tarde de un 6 de febrero de 1996, de su despacho de abogados en
la calle Prim, al lado del Buen Pastor. Fernando y uno de sus hijos, José
María, iban por la calle San Martín. José María se quedó rezagado, quería
comprar tabaco en el bar Café con leche, García Gaztelu miró primero a la cara
de Fernando Múgica, para cerciorarse de que era él, luego se puso detrás y le
disparó en la nuca. Salió corriendo y se cruzó con José María, le ofreció un
tiro si seguía mirándole. V. Lasarte esperaba en un coche para huir a ese triángulo
oscuro en el que durante demasiado tiempo se escondían los asesinos después de
asesinar en Gipuzkoa.
Hay más. Santamaría, exjugador de la Real , defensa central, fue
asesinado en la misma calle que Ordóñez y Olarte, le pegaron un tiro mientras
cenaba de espaldas a la puerta de Gaztelupe en la noche de San Sebastián, el 19
de enero de 1993. El asesino llevaba un gorro blanco de cocinero, V. Lasarte
señaló a la víctima y Olarra disparó. Tres asesinados en una misma calle, en
menos de cien metros.
Hay más asesinatos en los que V. Lasarte estuvo
implicado. Los del sargento de la policía municipal Alfonso Morcillo, del
brigada Mariano de Juan Santamaría, del policía Enrique Nieto.
Cuando detuvieron a Lasarte, su padre dijo: “Tiene
sus cosas”. Lasarte tenía un bar en el que han tomado vinos alguno de sus
asesinados, Múgica, y otros que pudimos ser asesinados por él.
Un día, mediados de los ochenta, paseaba yo por el
Boulevard de San Sebastián con Josep Martí Gómez y Campreciós, dos periodistas
de La
Vanguardia que
hacían in situ el enésimo reportaje sobre el
terrorismo de ETA. Me preguntaban cómo estaban las cosas. Con entusiasta
optimismo, les contaba que iban mejor, que ETA retrocedía y los demócratas
avanzábamos. Nos cruzamos con V. Lasarte, con su cara de homínido, empujaba el
carrito de un niño y mostraba esos brazos que parecían la pata de un elefante.
En uno de ellos tenía tatuada una ikurriña. Nada más verme me espetó: “Calleja,
facista” . “Que es con ese”, le contesté. Me chafó el relato que trataba de
enhebrar ante los colegas catalanes y percibí una parte de la envergadura de la
amenaza.
Después de 19 años de cárcel, Lasarte ha salido a la
calle, en libertad definitiva. Se ha arrepentido, ha rechazado la violencia, ha
pedido que ETA se disuelva y deje las armas, ha sido expulsado de la banda, ha
renegado del terrorismo, ha seguido una vía individual, fuera de la manada, ha
pagado a las víctimas una parte de la indemnización establecida en las
sentencias. Le condenaron a 400 años de cárcel, pena que el juez sabía que no
cumpliría. Lasarte se ha entrevistado en la cárcel con Consuelo Ordóñez,
hermana de uno de los que ayudó a asesinar.
Cárcel y arrepentimiento que, ¡ay!, no devuelven la
vida a los asesinados. Es lo que tiene el asesinato, que es irreversible.
Duele ver a Lasarte en la calle, pero es la ley. Ha
cumplido y por muchos más años de cárcel que cumpliera no nos devolvería con
vida a los que asesinó. Es preferible, en cualquier caso, que alguien que hizo
del asesinato un horario de oficina, reconozca su error, reniegue de su pasado
y pida perdón. Es mejor que salir y decir lo volvería a hacer, aunque el
arrepentimiento no nos devuelva la vida de los que asesinó.
Opinión:
Excelente opinión de José Maria
con la que coincido plenamente. Pese al dolor que causa ver a los
delincuentes en la calle no podemos caer en la demagogia interesada en la que
otros se mueven como pez en el agua...
La legislación marca la línea y
es curioso que haya quien plantee ahora estas opiniones contrarias a la legislación
y la Constitución
que tanto defienden... mientras no explican ni presentan otras propuestas.
Esta mañana en el juzgado me
comentaba un abogado una reflexión, muy certera por cierto. El año 2034, cuando
salgan los autores del 11M... ¿volveremos a vivir estos momentos de perplejidad
del ministro de Justicia y de silencios del ministro de Interior? ¿o habrán
aprendido a explicar la legislación a los ciudadanos en lugar de asistir al
palco en los partidos de Champions?
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