29
marzo 2015
El terror
etarra, ante la ONU
A
la espera de que la
Audiencia Nacional resuelva el recurso de las víctimas del
terrorismo para que los delitos cometidos por la banda etarra sean tipificados
como de lesa humanidad, con lo que serían imprescriptibles, una de las
asociaciones de víctimas –Dignidad y Justicia, presidida por Daniel Portero– ha
abierto una nueva vía jurisdiccional ante las Naciones Unidas, remitiendo al
relator especial para las «Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias»
la documentación relativa a los 377 asesinatos cometidos por ETA entre 1960 y
2003 que siguen sin resolverse y que representan el 44 por ciento de todos los
crímenes con víctimas mortales atribuidos a la banda. La intención última es
que el organismo internacional denuncie el hecho de que ETA se niega a cumplir
las condiciones mínimas de reconocimiento a unas víctimas que, amparadas por
las leyes internacionales, tienen derecho a conocer la verdad y a que las
familias de los asesinados y desaparecidos obtengan las correspondientes
justicia y reparación. Una declaración en este sentido por parte de la ONU ayudaría sensiblemente a
las autoridades judiciales españolas a mantener abiertos los procedimientos y
la investigación de unos asesinatos que o bien resultaron amnistiados en 1977 o
han prescrito. La cuestión en juego es determinante porque no sólo se trata de
la debida satisfacción a las víctimas, sino de evitar que ETA y su entorno
político consigan el objetivo de manipulación histórica que pretenden,
desvirtuando el hecho irrefutable de que sus delitos buscaban, como dejaron
establecido los etarras en su manifiesto fundacional, «barrer» a todas aquellas
personas que se opusieran a sus fines, con independencia de su estatus social,
edad o sexo. El recurso al terror indiscriminado contra civiles y el asesinato
individual de representantes democráticamente elegidos constituyen elementos
indisociables del delito de lesa humanidad y así está recogido en la
legislación internacional y en nuestro Código Penal, que no puede ser más
claro: «El ataque sistemático contra la población civil o contra una parte
(...) por razón de pertenencia de la víctima a un grupo perseguido por motivos
políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género o
discapacidad». La barbarie etarra entra, pues, de lleno en el campo de los
delitos de lesa humanidad y como tal debe ser tratada a efectos judiciales. No
es una cuestión, como aducen los sectores que siempre han mantenido posiciones
de equidistancia, de llevar a cabo una venganza, sino de que se cumpla la Ley y se impida la ignominia
de ver a unos criminales impunes, amparados en los plazos de prescripción,
mientras la banda sigue sin disolverse, sin entregar las armas y sin mostrar el
menor signo de arrepentimiento.
Una sola víctima que preside una asociación con una
representatividad en el mundo asociativo de víctimas del terrorismo de solo un
0’45 % ha hecho todo este trabajo, ... sin duda, alguien que aprovecha los 23.125
euros de las subvenciones que se ofrecen para entidades que “trabajen por las víctimas
del terrorismo”.
Daniel, enhorabuena.
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