20 marzo 2015
La policía tunecina detiene a nueve personas mientras crece la indignación y trata de blindarse contra el yihadismo
Los dos terroristas, que fueron descritos en el
audio como “caballeros del Estado Islámico”, efectuaron el ataque con armas
automáticas y con granadas de mano en el Museo del Bardo, ubicado en el
complejo de Seguridad del Parlamento, según el EI. La grabación añade que los
dos yihadistas cercaron allí a un grupo de personas de “países cruzados”,
además de “sembrar el terror entre los infieles”. Indica que la operación causó
la muerte de “decenas de cruzados y apóstatas” hasta la irrupción de las
fuerzas de seguridad. La organización radical concluyó su audio con una amenaza
de que llevará más ataques en la “tierra musulmana de Túnez” y que esto no ha
sido más que el principio: “No disfrutaréis ni de paz de seguridad”. Además, en
ella advierten de que es “la primera gota de la lluvia”, según el portal de
seguimiento de información yihadista SITE.
Mientras tanto, la indignación por lo sucedido y por
el objetivo elegido por los terroristas -la industria turística, clave para la
estabilidad democrática y la recuperación económica del país- se mezclaba ayer
con un sentimiento de pesimismo en la capital tunecina. “¿Cómo es posible que
haya sucedido algo así? ¿Por qué no se puso más vigilancia?”, se preguntaba
Munira, una joven de 27 años que como cientos de tunecinos se acercaron al
lugar de los hechos para mostrar su solidaridad con las víctimas y expresar su
repulsa al terrorismo. “Había muchas señales. Atentados semanas atrás y
numerosas detenciones”, criticaba por su parte un periodista local que prefirió
no ser identificado.
Pese a la reivindicación difundida a través de una
grabación de audio, las autoridades tunecinas mantienen abierta una
investigación de la que se filtran pocos datos. Fuentes de Seguridad
confirmaron que se han practicado nueve detenciones y que se interroga a cuatro
personas por su presunta participación en los hechos y a otras cinco por haber
dado apoyo y cobertura a la célula.
Los agentes no descartan que los terroristas
tuvieran apoyo logístico del grupo yihadista local Ansar al Sharia, que tiene
sus bastión en la región de Kasserin, una zona abrupta y montañosa pegada a la
frontera con Argelia. Allí, a mediados del pasado mes de febrero, un grupo de
terroristas abrió fuego contra un puesto de control de la Guardia Nacional
y mató a cuatro agentes.
Desde entonces, la Policía y el Ejército
tienen abierta una gran operación para capturar a los autores y controlar un
territorio de unos cien kilómetros cuadrados de exclusión militar donde se
concentran yihadistas provenientes de varios países del Sahel. El mismo
miércoles, el padre de uno de los presuntos terroristas abatidos explicó que
desconocía el paradero de su hijo y que creía que había viajado a Irak y Siria
para sumarse al combate del autodenominado Estado Islámico.
Reunión
especial de seguridad
Ante esta situación, el gobierno convocó ayer una
reunión especial de Seguridad para implantar nuevas medidas que blinden el país
y eviten los efectos nocivos del islamismo radical, principal amenaza para la
nación que mejor ha sabido salir de las denominadas primaveras árabes. Túnez es
el país que más yihadistas ha exportado a Siria e Irak, unos tres mil
voluntarios según fuentes de la lucha antiterrorista, y su regreso al país es
una de las principales preocupaciones del recién estrenado primer gobierno
posterior a la transición.
Mientras la investigación avanza, los expertos
forenses tratan de identificar los cadáveres de los turistas muertos. Fuentes
médicas indicaron que ya se conoce la identidad de doce de los turistas de
media docena de nacionalidades que murieron en el ataque, entre ellos la de dos
ciudadanos de Colombia y dos jubilados de Barcelona.
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