11
junio 2017
Las víctimas de 'La Tigresa' claman por su libertad: "¿Qué clase
de perdón ha pedido?"
La sangrienta etarra abandonará la cárcel el 13 de junio.
Tres víctimas del atentado de la plaza de la República Dominicana ,
donde murieron 12 guardias civiles, relatan su "dolor"
“Perdona”, se disculpa Manuela Lancharro. Es la tercera vez que rompe a llorar.
Han transcurrido más de 30 años del asesinato de su hermano, el guardia civil
Antonio Lancharro, pero el paso del tiempo no impide que se derrumbe al
recordar lo sucedido. La emoción es inmensa. “Creía que iba a ser más fuerte”, se excusa nuevamente (¡como si tuviera
que disculparse por algo!). “Me he desahogado contigo”, bromea en un intento de
restar dramatismo a sus palabras. Esboza una ligera sonrisa que se impone a las
anteriores lágrimas.
Manuela es la hermana de uno de los 12 guardias civiles que fallecieron en la masacre que
perpetró ETA en la plaza de la
República Dominicana de Madrid al hacer
estallar un coche bomba al paso de un convoy de vehículos de este cuerpo procedente
de la Escuela
de Tráfico y que también provocó 56 heridos de diversa consideración. Los
efectos de la bomba siguen sacudiendo el cuerpo de Manuela, que no ha dejado de
cargar con esta pesada carga. Ahora, una de las autoras del asesinato, la sangrienta Idoia López Riaño, alias ‘La Tigresa ’, va a quedar
liberada de toda carga con su excarcelación este mismo
martes 13 de junio. Es la diferencia. La asesina sale de la cárcel y la víctima
sigue encerrada en aquel 14 de julio de 1986.
Todos los sueños que podía tener una
adolescente de 17 años saltaron por los aires con la furgoneta-bomba que
enterró a su hermano. “Me arruinó la vida. Nos arrebató todo”, asegura. Ahora, la explosión sacude
el dolor más hondo de su corazón, el de la rabia y la indefensión. Las cuentas
son muy sencillas. ‘La Tigresa ’
cometió 23 asesinatos y saldrá de prisión 23 años después. Un año por asesinato para quien engrosó el sanguinario
Comando Madrid junto a De Juana Chaos, Soares Gamboa o Antonio Troitiño o el activo 'talde' Ekaitz junto al
histórico Urrusolo Sistiaga. Un año por asesinato a quien fue condenada a más de 2.000 años de
cárcel. “El dolor es muy profundo. Duele que te digan
que ya ha pasado mucho tiempo porque
no se dan cuenta de que para mí es como si fuera ayer. Lo tengo grabado a
fuego”, replica a quien le pide que deje de lado el odio.
Con la salida de la cárcel de ‘La Tigresa ’, todos aquellos que participaron en el
asesinato de su hermano van a estar en la calle (el Comando Madrid estaba
conformado en ese momento por De Juana, Gamboa, Troitiño y López Riaño). “Es
increíble”, clama una y otra vez. Burla, vergüenza, puñalada, perverso pisoteo
a las víctimas… Su indignación es patente. Manuela jamás olvidará las “sonrisitas” de la etarra en televisión durante el juicio
por el brutal atentado de la República Dominicana , el tercero más sangriento
de ETA después de la Cafetería
Rolando de Madrid (13 muertos) e Hipercor (21). Por ello, no se cree el
arrepentimiento o el perdón a las víctimas, circunstancias que le han acortado
la pena por buen comportamiento, y que ya le permitieron gozar de un permiso
penitenciario de tres días en abril del pasado año. “Las muertes de este
comando [Madrid] me duelen en lo más profundo del alma y aún más por no haber
podido hacer nada por evitarlas”, señaló López Riaño en un escrito remitido al
Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional
para lograr el permiso.
“¿A quién ha pedido
perdón? A mi familia no.
¿Qué clase de perdón ha pedido? ¿Dónde está esa carta? ¿A qué víctimas les ha
llegado? Yo la quiero ver”. Su batería de preguntas no tiene fin. “¿Qué clase
de perdón es este? ¿Dónde está el arrepentimiento si no colabora con la Justicia ?”, clama.
Manuela desconfía de todo. Hasta duda de que la etarra redactara
de su puño y letra la “supuesta carta” para limitarse a estampar su firma. ‘La Tigresa ’, expulsada de ETA
en 2011 tras arrepentirse para acogerse a la Vía Nanclares , tan solo ha
reconocido dos de los 23 asesinatos y
los ha justificado por ser los fallecidos un traficante de drogas y un miembro
del GAL. Además, su currículum asesino no paró con la caída del Comando Madrid,
del que ahora reniega, ya que se mantuvo operativa siete años más hasta su
detención en 1994 en Francia.
Santiago Busquets era, a sus 19 años, uno de los
guardias civiles que esquivó la muerte en el atentado de la República Dominicana.
Muchos años después, en 2004 le dieron la baja psicológica. Hasta entonces,
nunca había pensado que el no poder dormir y el miedo a los
autobuses o a las aglomeraciones estuviera relacionado con el
atentado. “No era consciente de que tenía estos efectos por estrés
postraumático. Ni lo llegué a pensar”, admite pese a las ‘evidencias’. ¿El
motivo? “No te queda más remedio que tirar para adelante y seguir viviendo. No
puedes encerrarte en casa”, justifica.
Lo vivido aquel día fue “muy duro”. Tanto que nunca ha vuelto a Madrid por trabajo (solo
para visitar a su madre). Manuela, por el contrario, “siempre que puede” acude
al lugar del crimen. Reconoce que puede resultar un contrasentido, pero se
siente “liberada” en ese lugar que abandera las
fotografías del horror de ETA. “Es como si estuviera mi hermano”, afirma.
Manuela y Santiago mantienen el contacto.
Familiares de algunas víctimas y guardias civiles que vivieron el horror en
primera persona conservan la comunicación por
teléfono o encuentros presenciales. De vez en cuando quedan para alguna cena o comida, como en fechas señaladas. Procuran
dejar de lado el atentado (hay quien piensa que es “duro” hablar de ello, si
bien hay quien defiende que “no viene mal” recordarlo), pero estos últimos días
es inevitable hablar de ‘La
Tigresa ’. O más bien de la “no justicia” en
España. “Todo el mundo está de uñas. Es más duro lo que está pasando ahora que lo que sufrí en su día”,
ejemplifica Santiago. Ya vivió con “rabia” el permiso de tres días del año
pasado o sus salidas regulares de la cárcel alavesa de Zaballa para poder sacarse el carné
de conducir, y ahora le “hierve la sangre” al ser consciente de
que en unos pocos días López Riaño recobrará la libertad para siempre. “Los
verdugos tienen todo tipo de facilidades y a las víctimas nos ponen todo tipo
de impedimentos”, denuncia quien, a día de hoy, es uno de los pocos guardias
civiles que sigue sin una condecoración al mérito a pesar de la batalla judicial.
El 13 de junio está marcado en rojo en
todos los calendarios. Santiago admite que estos días están siendo “raros” e
“intranquilos”. Ni sabe qué hacer ni qué decir a sus conocidos. “Intentas saber
lo menos posible para vivir lo más tranquilo”, señala. Por ello, va a intentar no ver ese día la televisión. No quiere encontrarse ante
el plasma a ‘La Tigresa ’
con una sonrisa de oreja a oreja, algo que no duda que
sucederá. Manuela, por su parte, renegará de la
“maldita” Vía Nanclares, que “ha hecho más daño si cabe a las
víctimas”, porque “solo ha supuesto premios para los terroristas”. Y lo hará desde la soledad que
en muchas ocasiones acompaña a las víctimas. Ella lo ha vivido en sus carnes,
ya que tuvo que “tragar con el silencio”. No olvida que en los años posteriores
al atentado hubo “gente muy cruel” y que la familia “no podía hablar con nadie
de los problemas”. Incluso, tiene muy presente los reproches en la calle a su
padre por dejar a su hijo ingresar en la Guardia Civil. “Le
gente le decía que si ya sabía dónde se iba a meter por qué le dejaba ir
adelante. ¿Cómo le vas a quitar el sueño de ser guardia civil a tu hijo?”,
señala. En todo caso, se siente una “privilegiada”. Otros de los compañeros de su hermano “no tuvieron ni la posibilidad de un entierro decente”.
Soledad pasada y soledad presente. Cuando
no desprecio. “Nos han tratado fatal a las víctimas”. Ángel
fue otro de los jóvenes guardias civiles que iba en aquel autobús. Prefiere
ocultarse en un nombre ficticio para “proteger” a sus
hijos, quienes no saben nada de aquel 14 de julio de 1986 ni
de las secuelas físicas y psicológicas que padece desde entonces. “Quiero que
mi familia no sufra ni les miren raro por ser allegados de una víctima de ETA”,
argumenta para justificar este silencio. “Mis hijos no saben nada porque quiero que tengan una vida normal. Te ves obligado a
vivir en un mundo paralelo para protegerles”, enfatiza Ángel,
quien tiene muy claro que “la condición de víctima es una rémora”.
Se le revuelve el estómago al saber que ‘La Tigresa ’ recobrará la
libertad. Exhibe “tristeza” pero, al mismo tiempo y aunque pueda resultar
“paradójico”, no puede criticar esta decisión porque “son las leyes que tenemos en España”. Son pocos, "sí". Se podía pedir que estuviese en la cárcel
40 años, "mejor". Pero “es la ley y no hay nada más que decir al
respecto”. Ahora bien, pone de manifiesto que quiere "creer que su
excarcelación no obedece a una hoja de ruta pactada en
su momento, que ha cumplido su condena y que no hay ley por la que pueda
permanecer más tiempo en prisión”. Manuela no comparte este ‘triunfo’ del
Estado de Derecho. “En España no tenemos justicia”, protesta. “Las víctimas no dejamos de sufrir nunca. Vamos de varapalo en
varapalo. ¿Superarlo? No se puede cuando están continuamente haciéndote caer
cuando tratas de levantarte”, ahonda en su denuncia.
Como Santiago y Manuela, Ángel “ni olvida ni perdona”.
Tampoco quiere el perdón de una “psicópata” que “siempre ha sido muy consciente
de lo que hacía” por mucho que hace unos años asumiera la vía del
arrepentimiento. “No me lo creo. Son palabras huecas”,
expone. “¿Por qué la dejan salir si no ha cumplido las condenas que le fueron
impuestas? ¿A quién ha pedido perdón? A mí no”, asevera, por su parte,
Santiago, “harto” de “todos los beneficios que se aplican a los terroristas” y
“al momento”. Y pone un ejemplo. “Les faltó tiempo para poner en la calle a los
etarras tras la Doctrina Parot ,
que además no era de obligado cumplimiento”, censura.
Hubo quien tras el atentado dejó la Guardia Civil.
Santiago, jubilado desde 2007, siempre quiso continuar en el cuerpo. Solo
hubiera habido un motivo de divorcio. “Si me hubieran
destinado al País Vasco me hubiera ido. Con todo el dolor de mi
alma, pero lo tenía muy claro”, señala quien en su correo electrónico tiene
incluido el número 86, el año del atentado de la plaza de la República Dominicana.
“Es el año de mi segundo nacimiento”, se justifica.
Opinión:
Nuevamente tenemos
que hablar de excarcelaciones de terroristas con condenas centenarias. Cientos
de años de condena que quedan reducidos a unos mínimos 23 años…
Pero para ser
ecuánimes también tenemos que conocer la realidad legal de este país llamado
España. Y los que llevamos casi tres décadas en la temática de asistencia
social, jurídica, psicológica, administrativa o burocrática sabemos muy bien
que el origen para esta situación que ahora se vuelve a denunciar se inicia en
el Código penal de 1973, en época de la dictadura.
Por tanto, aquella
legislación de 1973 era la vigente para todos los atentados ocurridos desde
1968. Ese Código Penal recogía que toda condena que superara los 30 años se
reducía hasta un máximo de 30 años en prisión a la que había que aplicar
beneficios penitenciarios. Esa es la razón LEGAL por la que tantos delincuentes,
incluidos los terroristas) están saliendo al cumplir 23 años en prisión. Ese
Código Penal de 1973 estuvo vigente hasta 1995, año en el que un pequeñísimo
grupito de víctimas conseguimos (junto a otro pequeñísimo grupito de abogados)
que el Código Penal se modificara para que, aunque la condena máxima seguiría
siendo de 30 años, al menos NO SE APLICARIAN los beneficios penitenciarios.
Esta es la cuestión
LEGAL.
Ahora pasamos a la
problemática moral:
1- ¿es moral que el
responsable de 23 asesinatos sea puesto en libertad a los 23 años?
Evidentemente, no. Pero es legal…
2- ¿Es moral que solo
cumpla un año de condena por cada víctima asesinada? Evidentemente, no. Pero es
legal…
3- ¿Es moral que el
asesino de una sola persona también cumpla 23 años? En comparación a los otros
casos, seguramente no… pero es legal…
4- ¿Se arreglaría eso
con la implantación de la cadena perpetua o la pena de muerte, como algunas
víctimas exigen? Esta pregunta tiene una respuesta más sencilla: no se
contempla en la legislación actual.
¿Algún partido se
atrevería a presentar las propuestas de la pregunta número 4?
Para terminar, dos
apuntes más.
El primero tiene
relación con la costumbre de hablar de “las” víctimas como si todas pensáramos
igual. Conozco a muchas víctimas a las que la Vía Nanclares nos parece un
paso importante, conozco a otras a las que les parece un error y otras a las
que no les parece ni una cosa ni la otra…
La segunda, con la
ironía en modo ON… ¿para cuándo la próxima manifestación contra el Gobierno por
la excarcelación de esta terrorista y de tantos otros que han salido últimamente
o lo harán en los próximos meses?
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