18 junio 2017
«La Tigresa » seguiría en la
cárcel en otros países
El cumplimiento de 23
años de prisión por 23 muertes es impensable fuera de España
En 1986, Irene
Idoia López Riaño, no mató al entonces fiscal general del Estado, Antonio
Burón, porque se quedó dormida. Era la encargada, junto a Ignacio de Juana
Chaos, de disparar el lanzagranadas, pero como no llegaron a tiempo, el
«comando Madrid» decidió usarlo el mismo día contra el coche del presidente del
Tribunal Supremo, Antonio Hernández Gil.
Lo hicieron, pero fallaron. A lo largo de su carrera de carnicera al servicio
de ETA, «La Tigresa »
acertaría a asesinar muchas veces. Veintitrés, según los jueces que la
condenaron en total a más de dos milenios de prisión, de los que ha cumplido
solo veintitrés años antes de quedar libre el pasado miércoles.
Doce meses de cárcel por cada muerto. En este país «sale más
barato matar que robar» es el lamento de las víctimas, para quienes las leyes
dan un alivio indecente a los terroristas.
No hay más remedio que acordarse de la llamada «doctrina
Parot», aquella que hubiera dejado a la sombra a López Riaño algunas décadas
más porque todos los beneficios penitenciarios a su alcance se habrían restado
a sus dos milenios de condena, y no al límite máximo de cumplimiento de 30
años. El tribunal Europeo de derechos Humanos la tumbó. Entre medias, la etarra
gozó del bálsamo de la «vía Nanclares» inventada en tiempos de José Luis
Rodríguez Zapatero, que le ha permitido pasar los últimos años en una cárcel en
el País Vasco cerca de su familia y acompañada de su último marido, Joseba
Arizmendi, que fue trasladado a la misma. Y todo a cambio de sensibleros
arrepentimientos del tipo «me duelen todos, absolutamente todos los muertos»,
que escribió a la
Audiencia Nacional.
Coche bomba en la plaza de la República
Dominicana de Madrid,
doce muertos. Coche bomba en la calle Juan Bravo, cinco muertos. Asesinato del comandante Sáenz de
Ynestrillas, del teniente coronel Vesteira y del soldado
Casillas. Asesinato del vicealmirante Colón de Carvajal y su chófer, del
ciudadano francés Joseph Couchot, se le atribuye el de Ángel Facal... ¿Qué
suerte penitenciaria habría
corrido Idoia López Riaño de haber matado en otros países de nuestro entorno?
Pena de muerte en Rusia: pudrirse encerrado en Liberia
En Rusia hay cerca de 2.000 reos cumpliendo cadena
perpetua, según datos del Servicio Federal Penitenciario. Ni una sola de las
apelaciones presentadas hasta la fecha por algunos de ellos solicitando
reducción de pena por distintos motivos ha sido atendida.
La cadena perpetua se aplica a delitos de sangre
especialmente graves, como el terrorismo y los asesinatos en serie. Antes
solían ser castigados con la pena de muerte, suspendida desde abril del año
1997 por una moratoria exigida por el Consejo de Europa.
Uno de los convictos que pasará en la cárcel el resto de su
vida es el checheno Nurpashí Kuláyev, de 36 años, el único terrorista de los 33
participantes que salió con vida de la toma de rehenes en la escuela número 1
de Beslán, en la república rusa de Osetia del Norte. Aquel monstruoso ataque
comenzó el 1 de septiembre de 2004 y terminó dos días después con la muerte de
331 personas, de los que 186 eran niños. Kuláyev fue acusado de «terrorismo y
asesinato en masa» y condenado a la pena de muerte, que fue conmutada por la de
cadena perpetua, que cumple en un penal en Siberia. Kuláyev estuvo a punto de
escapar, pero fue identificado, detenido y casi linchado por los habitantes de
Beslán.
El terrorista checheno no fue aniquilado como el resto de
sus compañeros –una treintena– durante el enfrentamiento armado con tropas de élite
del Ejército que tomaron el recito escolar porque logró hacerse pasar por uno
de los rehenes.
Kuláyev estuvo a punto de escapar, pero fue identificado,
detenido y casi linchado por los habitantes de Beslán. Ahora cumple la condena
en el penal de Jarp, un inhóspito poblado en el noroeste de Siberia.
Información de Rafael M. Mañueco, corresponsal en Moscú
Toda la vida entre rejas, cada vez más habitual en Estados
Unidos
Un reo estadounidense con 23 muertos a sus espaldas se
pellizcaría si le dijeran que iba a salir a la calle a los 23 años de haber
empezado a cumplir su condena. El sistema penitenciario de EE.UU. está en este
ámbito en las antípodas de España. Los problemas de Norteamérica hay que
buscarlos en la sobrepoblación de los centros penitenciarios, la nula
reinserción de los convictos, el coste social de la encarcelación en masa, la
incidencia desproporcionada en las minorías raciales y el negocio de las
cárceles privadas. Pero la alarma social por la puesta en libertad de un
criminal con un amplio historial delictivo es casi inexistente, porque es
complicado que esta se produzca.
Hay una excepción reciente: el caso de Óscar López Rivera,
un líder en los años 80 de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto
Rico, que buscaban la independencia de la antigua colonia española. Fue
sentenciado a 55 años de prisión por sus actividades en ese grupo clandestino
–para algunos, terrorista– que colocó más de 120 bombas en EE.UU. El 17 de
enero de este año, tres días antes de abandonar la Casa Blanca , Barack
Obama le otorgó el perdón presidencial. La semana pasada, López Rivera
participó en un lugar de honor en el desfile del Día de Puerto Rico en Nueva
York, para indignación de muchos.
Cadena perpetua
Los perdones presidenciales, sin embargo, apenas tienen
impacto en la enorme población carcelaria que pasa su vida encerrada. Según los
datos de The Sentencing Project, hay 162.000 personas en cárceles de EE.UU.
condenados a cadena perpetua, uno de cada nueve convictos. Otros 44.000 más
tienen condenas de 50 o más años, lo que les convierte en sentencias de por
vida virtuales. Casi una cuarta parte de ellos está en condiciones en las que
nunca tendrá acceso a un régimen de libertad condicional. Cada uno de los 50
estados del país tiene regímenes diferentes de derecho penal y normativa
penitenciaria, pero la tónica general es que sean sistemas muy restrictivos.
Hay infinidad de casos de asesinos famosos que pasarán el
resto de su vida en la cárcel y que supondrían un terremoto social si un juez
les concede la libertad condicional. Charles Manson, el líder de una secta
californiana en los años 60 convertido en asesino múltiple; Mark David Chapman,
el fan que le quitó la vida a John Lennon delante de su casa de Nueva York en
1980; o el enfermero Charles Cullen, considerado el asesino en serie más
prolífico de la historia de EE.UU. –confesó la muerte de 40 personas, pero se
sospecha que pudieron ser cientos las víctimas– son algunos de ellos. A los dos
primeros la Justicia
les ha denegado una y otra vez sus peticiones de libertad condicional. El
segundo ni siquiera puede acceder a pedirla.
También hay reos célebres sin delitos de sangre, como el
del financiero Bernie Madoff, responsable de la mayor estafa piramidal de la
historia, cuya sentencia le impide pedir la libertad condicional. En total, hay
17.000 reos en EE.UU. condenados a pasar su vida en la cárcel por delitos no
violentos.
Información de Javier Ansorena, corresponsal en Nueva York
La opinión pública desea que el jefe mafioso muera en
prisión
Una revuelta de la opinión pública se ha suscitado en
Italia ante la eventualidad de que el máximo jefe de la mafia desde 1982, Totò
Riina (en la imagen), de 86 años, sea puesto en libertad. El «boss» de Corleone
(Sicilia), conocido como «La bestia», fue detenido en 1993 y está condenado a
13 cadenas perpetuas por más de un centenar de crímenes. El Tribunal Supremo ha
aceptado la solicitud para que, al ser un anciano enfermo, pueda salir de la
cárcel para «morir con dignidad», y el Tribunal de Vigilancia Penitenciaria
decidirá en julio. Según encuestas de algunos periódicos, más del 90 por ciento
de sus lectores quieren que muera en prisión.
Información de Ángel Gómez Fuentes, corresponsal en Roma
Los asesinos reincidentes mueren en la cárcel en el Reino
Unido
En el Reino Unido hay en la actualidad 34 criminales que
pasarán el resto de sus vidas en prisión. Son asesinos en serie, torturadores o
maniacos sexuales. Entre ellos figura, por ejemplo, Donald Neilson, miembro de
los Panteras Negras, que asesinó a cuatro personas a comienzos de los años
setenta y fue encarcelado en 1976.
Los asesinos adolescentes también son tratados con el mismo
rigor. En 2014, un alumno quinceañero mató a puñaladas a su profesora en un
colegio. El juez lo condenó a 20 años de cárcel, pero al razonar su sentencia
añadió que «probablemente no saldrá nunca de prisión». El año pasado, dos
novios de 14 años mataron a una madre y su hija y fueron condenados también a
«cadena perpetua».
En el caso del IRA se liberó a terroristas tras los
acuerdos de paz de Viernes Santo de 1998, pero tras haber cumplido larguísimas
penas. El único condenado por el atentado de 1979 contra Lord Mountbatten, el
preceptor del Príncipe Carlos, salió de la cárcel con 61 años en 2009, tras
haber pasado un total de 30 años en prisión. Su liberación fue muy criticada
por la prensa conservadora británica.
Información de Luis Ventoso, corresponsal en Londres
Opinión:
Hablar de la legislación comparada con los países de
nuestro entorno tiene un riesgo… hacer pensar que podríamos copiar los ejemplos
de los demás…
Pero parece que no queremos enterarnos de que cada país es
soberano en cuanto a su legislación y en cuanto a su legitimidad democrática.
En otros países, a quien roba un mendrugo de pan, le cortan las manos…
Sinceramente, creo que toda la tarea informativa desarrollada
durante tantos años con diferentes colectivos no merece una información como la
presente. Solo es una manera de “encabronar” a los ciudadanos y así no se va a
ninguna parte.
Que se cumpla realmente un año por cada víctima mortal es
patético, injusto y hasta inmoral, pero es legal. Lo mismo podría decirse del asesino
de una sola persona que también cumplirá 23 años y, por lógica, de eso no
hablamos.
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