18 junio 2017
Treinta años del
atentado de Hipercor: así lo recuerdan las víctimas
Se quejan del
«olvido», insisten en que cada atentado les hace «revivir» aquel «infierno» y
hablan sobre cómo entienden el «perdón»
Este lunes se cumplen tres décadas del atentado de
Hipercor, el más mortífero de la sangrienta historia de la banda terroristas
ETA. Cuatro de las víctimas de aquella masacre, en la que murieron 21 personas
y otras 45 personas resultados heridas, cuentan sus historias. Recuerdos del
infierno en que los etarras convirtieron el centro y de cómo las víctimas se
“cocieron” vivas. Relatos de huérfanos a los que aquel 19 de junio de 1987 les
cambió la vida para siempre. Cuestiones sobre el “perdón” a los cuatro asesinos
que perpetraron aquella matanza, en la que fundamentalmente murieron mujeres y
niños.
El ‘comando Barcelona’ sabía que no era un coche bomba más.
Que la potente mezcla con la que había cebado aquel Ford Sierra (30 kilos de
amonal, cien litros de gasolina y grandes cantidades pegamento y escamas de
jabón) iba a tener los efectos del napalm. Que aquel artefacto, hecho
explosionar en un lugar cerrado como era la primera planta del aparcamiento del
centro, iba consumir el oxígeno e iba a desatar una tormenta de fuego y
sustancias hirvientes que haría que la temperatura subiera a cerca de 3.000,
derritiendo, -literalmente- a todo el que estuviera cerca.
Y así fue. La onda expansiva de aquella fortísima
bomba rompió el techo de aparcamiento y dejó escapar por los pasillos del
centro comercial su ola calcinadora. Quince personas fallecieron aquel 19 de
junio quemadas vivas o asfixiadas. Seis más murieron los días sucesivos. Cuatro
menores fueron asesinados. 45 personas resultados heridas, muchas de ellas con
gravísimas lesiones y quemaduras.
ETA escogió como objetivo del que sería el atentado
más mortal de sus más de 50 años de historia un centro comercial que, sin
llegar a estar abarrotado, estaba bastante lleno de público. La bomba
explosionó a las 16:08 horas de aquel viernes, cuando, sobre todo, mujeres y
niños (aquella mañana había acabado el curso académico en Cataluña) se
disponían a hacer sus compras para el puente (no oficial) previo a San Juan.
Los terroristas reconocerían luego que habían elegido Hipercor para este
atentado porque creían, erróneamente, que estaba participado por capital
francés.
La polémica siempre rodeará esta masacre, porque ETA
avisó de la colocación de la bomba y las autoridades no desalojaron el centro.
Pero –tras años de investigaciones y procesos judiciales- esta versión fue
matizándose. Y mucho.
Efectivamente, el etarra Domingo Troitiño hizo tres
llamadas de aviso desde una cabina telefónica. La primera a la Guardia Urbana de
Barcelona; la segunda a la administración del establecimiento; y la tercera al
diario Avui. Sin embargo, las llamadas eran confusas. El terrorista nunca dijo
que la bomba estaba oculta en un vehículo. Además, aseguró que el artefacto
explotaría a las 15:30 horas, 38 minutos antes de la hora en la que estalló
realmente la bomba. Y Troitiño solo dio de margen entre cinco y quince minutos
para encontrar el artefacto antes de las 15:30 horas. Aun así, los servicios de
seguridad del centro buscaron, sin éxito y prácticamente a ciegas, la bomba.
Cuando pasada esa hora, no hubo explosión se levantó el
dispositivo de búsqueda. La
Policía creyó que era un nuevo falso aviso. Ese mismo día,
las fuerzas de seguridad habían atendido una docena de llamadas falsas
alertando de la colocación de artefactos. Por aquella época, de media, había
unos 20 avisos falsos de bomba en Barcelona.
Aun así, Hipercor sigue siendo el único atentado terrorista
en España donde la justicia
declaró la responsabilidad del Estado porque la Policía no desalojó el centro.
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