30 junio 2017
Víctimas de
terrorismo
Pedro Vicente
Martinez
El Gobierno regional ha impulsado una innovadora ley de
víctimas del terrorismo que empieza a reconocer la invisibilidad de las decenas
de murcianos que fuimos castigados por aquella lacra. Los actos de
reconocimiento han sido impulsados desde las administraciones tras muchos años
de un indeseable silencio oficial. Nuestra Región es pionera. El año pasado se
entregaron las medallas a las víctimas del terrorismo en un solemne acto que tuvo
lugar en presencia de familiares, representantes públicos y amigos. Cada año,
con ocasión del Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo, y con un
agradecido esfuerzo y cariño, desde la Administración
autonómica se siguen produciendo actos dirigidos a esa visibilidad. Me consta
que otras comunidades están siguiendo estos pasos legislativos para dar
reconocimiento a sus víctimas.
Esta semana, en Madrid, el presidente del Gobierno recibió
en el Congreso de los Diputados a un grupo de víctimas del terrorismo. Cuando
uno lo ve, como víctima, independientemente de la valoración personal que se
haga por las personas que, no siendo víctimas, participaban en ese acto, siente
satisfacción por esa visibilidad, por ese esfuerzo de dar lo que, quizás, hace
años no se daba por miedo, desconocimiento o, incluso, maldad.
Y he aquí que, tras las visibilidades, entendidas siempre
de corazón y con buena fe, se esconden otras intenciones que no acierto a
entender. Siguiendo en Madrid, una asociación de víctimas mostró públicamente
su malestar porque recibió un trato diferente a las otras en esa recepción en
el Congreso. Lo que me lleva a preguntarme, no sin una profunda tristeza y sin
ser parte de ninguna de esas asociaciones, por qué se produce ese trato
desigual, cuando todas las víctimas son iguales. En Murcia, el presidente
regional hizo entrega de los primeros carnés que acreditan a los titulares su
condición de víctima. Un acto –imagino– bonito y cariñoso.
Cuando presenté la documentación para la emisión de esos carnés,
para mí y mis hijos, la funcionaria del registro me dijo: «Es la primera vez
que veo este tipo de petición». Su mirada, la forma de decirlo y el corto
espacio que dedicó a pensar sobre ello me reconfortó tanto como si yo hubiese
estado en esa entrega de carnés a las víctimas del terrorismo.
La concesión de esas tarjetas era otro acto de visibilidad,
de reconocimiento. Pero solo se entregaron una docena de ellos a víctimas,
cuando somos casi 60 en la
Región. Si no entendí ese trato desigual en Madrid a las
asociaciones, menos aún entiendo ahora este trato hacia los murcianos que
fuimos objeto de aquellos salvajes atentados. Y menos aún habiendo comprobado
el interés y esfuerzo que esta Administración ha realizado en los últimos años;
esfuerzo que, en definitiva, es el de todos los murcianos.
No soy la única víctima que quedó descorazonada,
sorprendida y puede que enfadada con ese acto que venía a segregar a las
víctimas en función de que hubiese sido ya tramitado su carné o no. Uno se
plantea si lo que realmente se está buscando es hacer visibles a las víctimas o
ser vistos con las víctimas.
A nadie escapa que si hay responsables, en ningún caso
serían las víctimas, tanto las que recibieron ese pequeño homenaje como las que
no y lo vimos por televisión, ni el propio presidente regional. Deberían haber
contado con las asociaciones y sus representantes para establecer la forma más
idónea de reconocer a todos y no a unos pocos por la tan mal interpretada
visibilidad.
Algunas veces, cuando ocurren estas cosas, uno se da cuenta
del esfuerzo que se hace para escribir la historia como fue, con centenares de
muertos, con terroristas que han cumplido un año de condena por cada asesinato,
con políticos que te dan la mano y también se la dan al que quiso matarte; y
que ese esfuerzo se proyecta en un espurio ánimo de ser visto con las víctimas,
en lugar de dar visibilidad a esas experiencias irracionales que aterrorizaron
durante años al conjunto de todos los españoles.
Opinión:
Qué lástima que la víctima que escribe esta carta no acudiera al acto que se llevó acabo el sábado 17 de junio en el que las verdaderas protagonistas fuimos las víctimas... aunque acudieron diferentes representantes políticos a título personal pero no tuvieron acceso a tomar la palabra...
Cada cual que extraiga sus propias conclusiones
Opinión:
Qué lástima que la víctima que escribe esta carta no acudiera al acto que se llevó acabo el sábado 17 de junio en el que las verdaderas protagonistas fuimos las víctimas... aunque acudieron diferentes representantes políticos a título personal pero no tuvieron acceso a tomar la palabra...
Cada cual que extraiga sus propias conclusiones
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