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junio 2017 (29.03.16)
"Me quedó mucho
miedo encima, ahora me asusto por nada. Esto no se olvida"
Pensó que había estallado uno de
los expositores con carne frente a los que estaba aquel día de 1987. Pero no,
la explosión y posterior bola de fuego de la que huyó por los pasillos del
Hipercor era obra de Eta. Adelina Somoza salvó su vida pero se asusta al mínimo
ruido. Los atentados de Bruselas devolvieron a su memoria el humo y el miedo de
ese día
Martes 29 de Marzo de 2016 | Sabela Corbelle | Lugo
LE PASÓ MEDIA vida por delante, pero a Adelina Somoza
Rodríguez siguen humedeciéndosele los ojos cuando recuerda aquellas primeras y,
quizá, últimas palabras que le dijo su amiga, Bárbara, con la que había ido de
compras a Hipercor, el 19 de junio de 1987, tras el atentado y desde una
camilla: "Adelina, ¿qué será ahora de nuestros hijos?".
Bárbara murió y dejó dos niñas huérfanas y Adelina —una
vecina de Portomarín, que vivió el atentado con 44 años— salvó su vida,
recuperó un cuerpo quemado al 44 por ciento y pudo ver crecer a sus hijos.
Ambas, vecinas puerta con puerta en Barcelona, habían quedado aquel día para
comprar unos zapatos en Hipercor. Desconocían que una bomba de Eta cambiaría
para siempre sus vidas en unos segundos.
¿Qué sentimientos se le vinieron a la cabeza viendo las imágenes
de los atentados en Bruselas?
No podía verlas. Cuando miraba para esa gente, pensaba:
"Pobrecita, ¡lo que le espera!". Yo lo pasé muy mal hasta que logré
recuperarme de todas las quemaduras. Todavía hoy sufro las consecuencias pero
el daño también es psicológico. Me quedó mucho miedo encima. Me asusto por
nada. Tampoco soy capaz de meterme en sitios donde hay mucha gente. Desde
entonces, duermo fatal y despierto muchísimo. Tampoco puedo ver películas donde
haya disparos y violencia.
No olvida, ¿pero perdona?
No se olvida y me cuesta perdonar. Ahora mismo, soy incapaz
de ir al País Vasco.
¿Siente que volvió a nacer?
¿Siente que volvió a nacer?
Volvimos a nacer todos, no solo yo. Pero también es cierto
que nunca pensé cómo iba a quedar hasta que me vi en casa y me di cuenta de que
no me valía por mí misma y tenía que depender de otra persona para todo: para
ir al servicio, ducharme, sentarme... Todo esto me ayudó después, cuando me
diagnosticaron un cáncer, porque pensé que peor ya no podía ser y no tuve miedo
a nada.
¿Cómo recuerda el atentado?
Aquel día me llamó mi vecina para ir a
Hipercor a comprar unos zapatos. Subimos a la primera planta, donde estaba la
sección de calzado, y solo vimos dos cajeras. No había gente pero pensamos que
era temprano. Eran las cuatro y cuarto de la tarde. Lo sé porque se me quedó parado
el reloj cuando estalló la bomba. Bajamos a la planta de alimentación y mi
amiga se fue a la zona de los quesos y yo me quedé en la de carnes. De repente,
veo que, delante de mí, sale un fuego enorme. Torcí la cara y la tapé. Me
dejé la piel de la mano derecha y algo de la izquierda pero eso me salvó de que
me quedasen marcas en el rostro. Me retiré hacia atrás y vi que, por el
pasillo, venía una bola de fuego. Empezaron a caer estanterías y yo también,
debajo de ellas. Todo aquello se estaba quemando. Logré levantarme y grité por
mi amiga. Estaba todo a oscuras y se oían varios gritos y no sé cómo aparecí en
unas escaleras. Desde allí, me llevaron a mí y a una pareja a una ambulancia.
Fui de las primeras en ser rescatadas. Me quedé tan atontada que no sentía
dolor ni nada, pese a que tenía la piel de la mano derecha totalmente
levantada.
¿Sabía qué había pasado?
No, me enteré por la Policía. Pensé que
había explotado el expositor frigorífico de la carne hasta que, luego, cuando
nos recogió la Policía
oí cómo una mujer culpaba a los agentes por no haber hecho nada por impedir el
estallido del coche-bomba. Porque los terroristas llamaron a la Policía advirtiéndoles de
lo que iba a pasar y allí, fuera, había efectivos policiales pero dejaban
entrar a la gente y no desalojaron. Tampoco mandó desalojar el jefe del centro
comercial, pese a que había sido advertido por los terroristas. Creyó que era
una falsa alarma y, al final, estalló la bomba y se llevó por delante 29 vidas,
además de los 56 heridos que hubo, 19 de nosotros muy graves.
¿Cómo quedaron los heridos?
¿Cómo quedaron los heridos?
Mal, muy mal. Nos llevaron al hospital
Vall d’Hebrón y a todos nos metían en una sala donde nos quitaban la ropa y
echaban mucha agua. Aquello era tremendo. Estábamos todos con la cara negra, el
pelo quemado y la piel levantada por las quemaduras. A una chica, muy delgada,
le quitaron el pantalón y, con él, la piel de las piernas. A mi amiga la vi
pasar en una camilla y me preguntó qué sería de nuestros hijos. Tardó un mes en
morirse. Le tenían que cortar las dos piernas. Ya no quería vivir.
Opinión:
Una de las numerosas
visitas que estoy realizando en las últimas fechas para colaborar con
diferentes medios de comunicación me ha permitido recuperar esta entrevista con
Adelina Somoza, la cual es un placer publicar en este blog.
Una entrevista que
servirá para conocer las heridas que muchos sufrimos, tal y como reflejan dos
sentencias, hace casi 30 años…
Un ejemplo de
sinceridad, empuje y valentía.
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