17 junio 2017
El protector de las víctimas del terrorismo
Manrique tenía 24 años y trabajaba
de carnicero en hipercor cuando eta cometió el atentado, del que se cumplen el
lunes 30 años. sobrevivió y se ha dedicado a ayudar a otras víctimas del
terrorismo, no sólo en los trámites; sobre todo en el apoyo psicológico
Robert Manrique (Barcelona, 1962) era carnicero antes de
sufrir el atentado. Había empezado en el oficio a los 15 años, en el mercado de
Vall d’Hebrón, su barrio. “Me encantaba mi trabajo”, asegura. Pero el destino
le deparaba un giro inesperado el 19 de junio de 1987. Este lunes se cumplen 30
años de la explosión de un coche bomba en Hipercor, que causó una masacre: 21
muertos y 45 heridos. Manrique estaba tras el mostrador, en la carnicería, y
resultó con quemaduras de tercer grado en cabeza, cara, brazos y manos; precisó
injertos. Tenía 24 años. Ya se había casado con su novia de toda la vida y habían
nacido sus dos hijos.
El Ayuntamiento de Barcelona rinde este mediodía homenaje a
las víctimas de aquel atentado, en el monumento que se erigió en su recuerdo en
la Avenida Meridiana.
Manrique lleva un año en conversaciones para organizar el acto. No puede
trabajar como carnicero, pero echa una mano en un despacho de abogados
laboralistas. Ocuparse de las víctimas ha sido y es el centro de su actividad,
desde el atentado.
“Recuerdo una explosión, un cráter, llamaradas, calor. Pensé
que había explotado la cámara frigorífica. Me dijeron que saliera a la calle.
Subí la rampa, veía sombras y alguien me metió en un taxi…”
Así arranca su relato del horror. Estuvo ingresado hasta
agosto de ese año y luego inició una lenta recuperación. “Tardé once meses en
poder cerrar la mano, imposible coger una pelota de tenis”, recuerda. Le llevaría
años volver a practicar su deporte preferido.
Al medio año del atentado volvió a trabajar, coincidiendo
con la campaña de Navidad, pero con el peso de la carne y la humedad de las cámaras,
los injertos se abrían. Encadenaba altas y bajas laborales. En el otoño de 1989
supo que empezaba el juicio en la Audiencia
Nacional a dos de los autores del atentado de Hipercor,
Domingo Troitiño y Josefa Ernaga, y asistió. “No habían avisado a nadie, ni
heridos ni familiares de fallecidos. Vi aun hombre llorando, Álvaro Cabrerizo,
le habían matado a la mujer y las dos hijas. Le había avisado un amigo de un
juzgado. Ese día decidí que las víctimas teníamos que ir juntos”, explica.
Desde entonces, Manrique se ha dedicado en cuerpo y alma a
ayudar a las víctimas de atentados terroristas. Sin ser abogado ni psicólogo
les ha hecho de hermano mayor, facilitándoles información, ayudándoles en los trámites,
cogiéndoles el teléfono cuando lo han necesitado, moviendo sus expedientes. “Gracias
a la ley de Solidaridad de 1999, las víctimas del terrorismo reconocidas
pudimos recibir las indemnizaciones y pensiones más que dignas. He hecho números:
tramité 893 millones de pesetas (5’37 millones de euros) en indemnizaciones
para unas 400 víctimas de Hipercor. Pero en total fueron unos 1.300 millones de
pesetas (7’8 millones de euros) porque había otras víctimas de atentados en
Catalunya o de fuera pero que vivían aquí, por ejemplo viudas del País Vasco”,
detalla.
No siempre fue por libre. En diciembre de 1989 le llamaron
de la Asociación Víctimas
del Terrorismo (AVT). Querían que colaborara con ellos. Fue el delegado desde
1989 hasta el 2002. “Me fui con la llegada de la nueva junta porque se politizó”,
explica. Entonces creó la Associació
Catalana d’Organitzacions Terroristes (Acvot), junto con el
abogado José María Fuster-Fabra, con el que llevaba tiempo trabajando desde la AVT y con Santos Santamaría,
padre del mosso asesinado en Roses en 2001. “No se trataba sólo de que las víctimas
hubieran cobrado, es que habían secuelas psicológicas. Me llamaban a mi y yo me
encargaba de ellos y aún lo hago, solo faltaría. Me llaman cuando tienen
cualquier problema”, detalla.
Para el también es como una terapia, señala. “Hay víctimas
que no hablan, pero yo si me enfado saco la rabia como puedo y si he tenido que
decirle algo a un político lo he hecho. ¿Por qué hago todo esto? Nadie entiende
cómo sobreviví, pero lo hice. ¿Y si no? Me hubiera gustado que otro Robert se
ocupara de mi mujer y de mis hijos”, explica.
Tiene un listado de 280 víctimas del terrorismo en
Catalunya a las que no ha podido localizar. Cinco son del atentado de Hipercor.
Quizás se movieran por su cuenta. No lo sabe. “En marzo de 2014 llevé la lista
de los 280 a
la oficina de atención a las víctimas del Ministerio de Interior y me dijeron: “¡Manrique,
te lo has currado!”. Pero no avisan a nadie, así se ahorran dinero. ‘El que quiera
que venga a vernos, me dijeron”.
En enero de 2011, el movimiento Lokarri le hizo llegar la
voluntad del etarra arrepentido Rafael Caride Simón de entrevistarse con él
para pedirle perdón. Caride fue quien condujo el coche bomba hasta el parking de
Hipercor. En el 2012, Manrique accedió a verle en la cárcel. “No le di la mano,
pero en nuestra conversación la palabra arrepentimiento salió quince o veinte
veces y me pareció sincero. Luego recibí más de 300 mensajes de víctimas apoyando lo que hice”, subraya.
Opinión:
Solo quiero agradecer a Silvia Hinojosa la amabilidad de
sus palabras. Y comentar un pequeño detalle que puede llevar a confusión: las
cantidades que, junto a los compañeros de la antigua AVT conseguimos en “indemnizaciones
para unas 400 víctimas de Hipercor”, fueron para unas 400 víctimas de atentados
en Catalunya, incluyendo a una enorme cantidad de las causadas en Hipercor.
Por lo demás, gracias por el reconocimiento a una labor de
casi 30 años… y a seguir trabajando por libre, manteniendo la experiencia y el
mismo sistema realizado en tantos años.
Es como mejor se trabaja.
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