17 junio 2017
Es de las cosas que quedan grabadas en la
memoria de la ciudad. No hay nadie en Barcelona de más de 40 años que no
recuerde dónde estaba la tarde del 19 de junio de 1987, cuando ETA hizo estallar una bomba en el
aparcamiento del Hipercor y mató
a 21 personas e hirió a otras 45. El Ayuntamiento ha recordado este sábado a
las víctimas en un austero, pero emotivo y emocionantísimo acto. Un
reconocimiento que, aparte de la colocación del monumento conmemorativo en la Meridiana en 2003, ha tardado 30 años
en llegar.
Ha sido un acto breve pero intenso. 15 minutos sin más
palabras que las del poema Por quien doblan las campanas, de John Donne, que ha
leído la dramaturga Àngels Aymar. El acto ha logrado reunir las familias de 20
de los 21 fallecidos: desde chavales hasta personas muy mayores. Bestial la
emoción de sus caras y sus lágrimas 30 años después.
Sentados bajo el monumento de piedra gris, han contemplado
el espectáculo de los bailarines que se han movido al son de solo de piano.
Luego, uno a uno, acompañados por los bailarines se han levantado para dejar un
objeto de su familiar muerto en el atentado sobre una silla vacía. Lágrimas en
los ojos de buena parte de los asistentes. Familiares, público, autoridades
--encabezadas por la alcaldesa Ada Colau-- y periodistas. Una pelota, un
ordenador, una foto, un balón, una máscara, unas castañuelas, hilos de coser,
papeles, una libreta, una nariz de payaso, un reloj, unas gafas, un libro,
telas y zapatillas, una camiseta, bolígrafos, una flor, unos patucos de recién
nacido y un vestido de bebé.
No ha habido parlamentos tampoco en la posterior visita a
la placa que recuerda el atentado y que el Ayuntamiento ha colocado ante el
centro comercial. Una conmemoración que si ha tardado tres décadas es porque
todavía hay heridas abiertas.
El Monumento minutos antes de iniciarse el acto Foto: cortesia jordi-fotoset.es |
No hay comentarios:
Publicar un comentario