19 agosto 2017
Sangre para los coquetos
Al menos 13 muertos y más de 100 heridos tras un atropello masivo en Las Ramblas
Los Mossos confirman que un sospechoso ha muerto y otros dos han sido detenidos
Arcadi Espada
Barcelona tiene tendencia a la coquetería. Hay mucha
documentación. La mejor definición de la coquetería es un sí es no es.
Dar señales sin mayor compromiso que darlas. El significante por el
significante. Entre las coqueterías de Barcelona está la de la violencia. Por
ejemplo, fue célebre la coquetería local con la heroica lucha del pueblo vasco.
Un 10 de junio de hace 20 años 39.693 catalanes coquetos votaron a Herri
Batasuna y nueve días después ETA agradeció el gesto dejando 21 cadáveres en
Hipercor. La coquetería ha cambiado de maneras en estos últimos años, en un
largo viaje que ha ido desde la furia barrial del antisistema hasta la
violencia moral ejercida, desde hace ya demasiado tiempo, por el gobierno de
Cataluña y su ruptura con la ley que los tribunales han empezado a sentenciar.
Barcelona, además, acaba de vivir repetidos episodios de violencia xenófoba
contra turistas. Puede decirse que el coqueteo ha llegado este verano a su
mayor nivel, y que tal vez el pico más escarpado hayan sido las declaraciones
del consejero de Interior Joaquim Forn, cuando aseguró que la policía
autonómica incumpliría la ley y garantizaría la celebración del referéndum
ilegal de autodeterminación.
Hasta que poco después de las cinco de la tarde de ayer una
furgoneta blanca irrumpió en Las Ramblas y mató e hirió gravemente a decenas de
personas. Por lo tanto ahora hay que hacer el siguiente e imprescindible
ejercicio. A la vista de esos cuerpos vencidos, humillados, rotos, de esos
cuerpos que el tuitero policía pide que no se difundan por la red por respeto a
las víctimas, como si el respeto a las víctimas no consistiera precisamente en
exponer con claridad lo que hicieron con ellas, y en no silenciar ni maquillar
su extremo sufrimiento; a la vista de la ciudad de pronto interrumpida en un
impresionante perímetro de su zona más querida y más vieja, y a la vista y al
oído de los miles y miles de mensajes que en esta tarde cruel trataban de
encontrar señales de los suyos -«¿Estáis bien, todos bien? ¿Habéis llegado ya a
Barcelona?»-, ahora hay que acordarse de los coquetos. ¿Oukabir? Qué coño me
importará a mí Oukabir, su cabeza podrida y su relato maligno. Ya lo he visto
otras veces. En Niza, en Londres, en Bali, en Bagdad, en París, y he visto sus
víctimas, todas iguales, indistinguibles, la férrea unidad de los muertos. A mí
los que me importan ahora son los incalificables burgueses de Barcelona que
llevan años supurando una grotesca fábula sobre la libertad. A mí me importan
esos tipos y tipas de pueblo, toscos como sus mandíbulas, incultos como sus
campos, cuya pasión nacionalista y xenófoba solo es una venganza personal sobre
la Ciudad. A
mí me importan los últimos de la clase, los más guarros del pupitre, que se han
alistado a la Revolución
por la extrema facilidad y los rápidos beneficios que rinde su trapicheo. A mí
me importan los más irresponsables de mis colegas, que traen al prime
time la violenta novedad de un memo y la convierten en meme. Y a mí me
importan, porque aún saludo a alguno, los cobardes. Toda esta gentecilla, entreverada
de gentuza, lleva años coqueteando por activa o pasiva con la violencia:
desobedeciendo, desacatando, chuleando la paz, que es la ley. Si el Cuerpo
Nacional de Policía lo permite, quiero compartir los 13 muertos y 80 heridos
con todos y cada uno de esos intolerables coquetos, por si hay modo de que la
sangre rinda a otro fin que la torva gloria de dios.
Opinión:
Empiezo por decir que
el arttículo me parece una mezcla de desconocimiento y de chulería. Y voy a
intentar explicarlo con sencillez para ver si el autor puede llegar a
entenderlo.
Después de 48 horas
sin dormir atendiendo a familiares de algunas víctimas del atentado en La Rambla tenía dos opciones:
la primera, no hacer ni caso del artículo y escribir mi opinión sobre otras
informaciones más serias. La segunda, que es la que he escogido, contestar el
artículo porque menciona el atentado en Hipercor y no permito que se utilice el
atentado que nos jodió la vida para desinformar.
Así pues… primer
error: la votación de la que habla y el atentado ocurrieron en 1987… por lo
tanto, además de juntar letras hay que saber aritmética sencilla.
En cuanto a la frase “entre
las coqueterías de Barcelona está la de la violencia”, qué sencillo habría sido
escribir “entre las coqueterías de una parte de Barcelona está la de la
violencia” y no generalizar como si en Barcelona todos pensáramos lo mismo.
Parece que olvida que antes de Hipercor la banda terrorista ETA ya había
cometido cuatro asesinatos y decenas de heridos, quienes seguramente no
coquetearían con la violencia…
Cuando el autor
escribe la frase “como si el respeto a las víctimas no consistiera precisamente
en exponer con claridad lo que hicieron con ellas, y en no silenciar ni
maquillar su extremo sufrimiento” intuyo que quizás (por una cuestión de
probabilidad) conozca a alguna víctima (¿quizás de las de “tirita”?) pero no
conoce a “las” víctimas, ni conoce lo que muchas pensamos sobre el maquillaje
del extremo sufrimiento o sobre el respeto que merecemos. Además, me confirma
que el autor no conoce el uso correcto de los artículos determinados tanto en
singular como en plural…
Al autor del artículo
no le he visto en ningún momento en al CUESB (Centro Urgencias y Emergencias
Sociales de Barcelona) ni en ninguno de los hospitales desde el jueves… tampoco
recuerdo haberle visto en el monumento que la ciudad de Barcelona erigió “en
record i homenatge a les víctimes del terrorisme” en las decenas de ocasiones
en las que organicé actos de homenaje
Lo de mezclar “turismofobia”,
“violencia xenófoba” o “referéndum” lo dejo a la interpretación y la opinión de
cada lector. Y lew recuerdo al autor que además de los 21 asesinados también
hubieron 45 heridos según dos sentencias de 1989 y 2003… y los familiares de
ambos colectivos atacados.
De nada.
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